miércoles, 27 de noviembre de 2024

Ruta de tres días por La Rioja




¿Se os ocurre mejor plan otoñal que una escapada de fin de semana largo a La Rioja? A mi tampoco, así que dicho y hecho. Añadimos un par de días al fin de semana y pusimos rumbo a Logroño en la que va a ser nuestra primera escapada a estas tierras que tanto prometen visual y gastronómicamente. 

En nuestra ruta vamos a estar tres días recorriendo la Rioja Alta y la Rioja Alavesa, con parada para dormir en Logroño. Partimos un viernes por la mañana desde la localidad de Alcalá de Henares y nuestra ruta de tres días es la siguiente:
 
1º día en ruta.  Alcalá de Henares, Ezcaray, Santo Domingo de la Calzada, Logroño. 

2º día. San Millán de la Cogolla (Monasterios de Suso y Yuso), Haro, Briones (Museo del vino Vivantos y pueblo)

3º día. Laguardia (Bodegas Ysios y pueblo), Elciego (bodegas Marqués de Riscal y el pueblo).

Ni que decir tiene que las tres noches que estuvimos en Logroño hicimos el peregrinaje de tascas por las calles Laurel y San Juan, imposible resistirse a un buen rioja acompañado de esos pinchos. 

Como nuestro destino de vuelta era Jaén, hicimos una noche más, pero si solo disponéis de tres días y vuestro origen o destino es más cercano podéis programar la vuelta este mismo día. 

Como ya he dicho, partimos de la localidad de Alcalá de Henares y nuestro primer destino es el bonito pueblo de Ezcaray. El conjunto de arquitectura popular de Ezcaray es posiblemente el más interesante de La Rioja y, sin duda, uno de los mejor conservados. Su  casco histórico alberga rincones de gran belleza, destacando los soportales que permitían en otra época mantener la vida social y comercial de la localidad incluso durante los duros inviernos. En un recorrido por sus calles encontramos  palacios blasonados y casas solariegas en cuyas fachadas pueden verse los escudos de las familias que los habitaron siglos atrás, como el Palacio del Arzobispo Barroeta o el Palacio Ángel.





Destaca especialmente el edificio de la Real Fábrica de Paños, la iglesia de Santa María la Mayor y los palacios anteriormente reseñados. Hay también un bonito paseo por la orilla del río Oja, hasta llegar a un puente de piedra.  Un poco más adelante, y al otro lado del río, encontramos el edificio de la antigua estación, hoy restaurante, con un porche modernista con gran encanto. Desde este edificio hay un agradable paseo a una ermita encaramada a la ladera del monte. 





Hemos reservado para comer en el restaurante Echaurren Tradición, parada obligatoria en este pueblo. Junto a este se encuentra el Portal de Echaurren, con dos estrellas Michelín. Nosotros degustamos un menú en Echaurren tradición que nos pareció increíble. 


Tras la deliciosa comida nos vamos hacia Santo Domingo de la Calzada. Es este un pueblo de trazado medieval en el que damos un paseo por sus calles y plazas. Llegamos a la Plaza del Santo, donde se encuentra la Catedral de Santo Domingo con su Torre exenta, y el Parador de Turismo, en el edificio del antiguo hospital de Peregrinos. Santo Domingo de la Calzada está en el Camino de Santiago Francés.

Plaza de España.



Cercana a esta se encuentra la Plaza de España, donde está el edificio del ayuntamiento y el del antiguo corregimiento de Rioja. Recorremos su calle mayor hasta llegar a los restos de su muralla medieval. Llegamos hasta el Parador de Santo Domingo Bernardo de Fresneda, y sí, en esta localidad hay dos paradores. Nosotros volvemos hacia la Plaza del Santo para tomar un café en el antiguo hospital de peregrinos, hoy parador, os lo recomiendo porque la cafetería es preciosa. 




Tras estas visitas ponemos rumbo a Logroño, donde tras hacer el checking en el hotel y descansar un rato, nos disponemos a tener nuestro primer contacto con la Calle Laurel, no sin antes pasar por la bonita Plaza del Mercado, donde se encuentra la Catedral de Logroño. 

La calle Laurel y sus alrededores son zonas donde todos los bajos son bares, algunos especializados en una tapa concreta y otros con más variedad de pintxos. La costumbre es hacer un peregrinaje de uno a otro para ir probando los pintxos, acompañados de un buen rioja. La llaman la senda de los elefantes, supongo que será porque si pretendes recorrerlos todos acabarás con una buena trompa. En esta primera jornada nosotros paramos en dos locales, la taberna Ángel, especializada en la tapa de champiñones, que acompañamos con un rioja tinto LAN, y después en la travesía de Laurel un bocata tío Agus en el bar Lorenzo acompañado de un López de Haro. 


En nuestro segundo día ponemos rumbo a San Millán de la Cogolla para ver los monasterios de Suso y Yuso (arriba y abajo en latín respetivamente). Ambos se visitan en la modalidad de visita guiada y la entrada hay que comprarla en el Monasterio de Yuso. Conviene hacer la reserva para Suso de forma telefónica, es reserva gratuita y te aseguras la hora, ya que las visitas son limitadas y el acceso hay que hacerlo en un autobús lanzadera desde Yuso. La entrada a Suso cuesta cuatro euros. 

Monasterio de Suso

Interior monasterio de Suso


El origen de Suso está ligado a las cuevas donde se retiró San Millán de la Cogolla como ermitaño a mediados del sigo VI. Poco a poco esta comunidad fue creciendo y se construyó una iglesia, en estilo visigótico, que después tuvo varias ampliaciones, la primera por mozárabes y la segunda en estilo románico. En el Siglo XI el monasterio era demasiado pequeño para la comunidad de monjes y decidieron construir otro abajo en el valle. Este es el monasterio de Yuso, aunque el primitivo monasterio románico del siglo XI fue derribado para construir otro más grande durante los siglos XVI y XVII en estilo renacentista. La visita a Yuso cuesta ocho euros y también es guiada. 




Ambos son patrimonio de la humanidad por ser el origen del castellano. En Suso se escribieron las Glosas Emilianenses, primeros apuntes de castellano primitivo en un libro en latín.

Tras la visita a ambos monasterios, ponemos rumbo a la localidad de  Haro, considerada la capital del Rioja. El casco antiguo de Haro fue declarado conjunto histórico-artístico en 1975, tiene un aire muy señorial dada la importante actividad económica ligada a la viticultura. Haro alberga un importante patrimonio monumental, en el que destaca la portada principal de la iglesia de Santo Tomás y numerosos palacios. Paseamos por sus señoriales calles y comemos de tapas cerca de la plaza del ayuntamiento. Después nos vamos al barrio de la estación, para ver sus bodegas.




Desde Haro nos vamos a Briones, donde paramos en el museo del vino Vivantos, un museo muy peculiar donde además de la historia del vino, se pueden ver muchas obras de arte relacionadas con este. Tras el museo fuimos al cercano pueblo de Briones, donde recorrimos su bonito casco antiguo medieval. 





De vuelta a Logroño, volvemos a hacer nuestro peregrinaje  por la calle Laurel, comenzamos en el local La  Esquinita del Laurel, en el que degustamos un bocata de carrilleras acompañado de un buen rioja. Después fuimos a la taberna del abuelo, donde disfrutamos de  un delicioso bacalao rebozado acompañado de un Señorío de Barriobero.   Para finalizar, en la calle San Juan, bocatín de calamares y mini hamburguesa de Kobe en el gastrobar Torres acompañado de un vino blanco, la Primogénita. 



El tercer día vamos hacia Laguardia, en la Rioja Alavesa. En las afueras de la localidad paramos a ver las Bodegas Ysios. El edificio de esta bodega es un diseño del arquitecto Santiago  Calatrava. El nombre de las bodegas  es un homenaje a los dioses egipcios Isis y Osiris, íntimamente relacionados con el mundo del vino, su construcción se ubicó en un viñedo de más de 120 hectáreas. De Egipto llega también la inspiración de los «canales» que bordean la bodega, recogiendo las esencias del río Nilo. 




El edificio se puede visitar en su exterior de forma gratuita porque el acceso es libre. Para visitar el interior se puede concertar una visita guiada con cata, otra opción es ir a tomar una copa en el interior de la bodega, esta opción no requiere reserva previa. 

 Después vamos hacia el pueblo de Laguardia. Hay un aparcamiento gratuito a un lado de la carretera, desde el que se accede a un ascensor que te lleva justo a una de las entradas del pueblo, y es que Laguardia es un pueblo encaramado a una montaña. Hasta el siglo XIX Laguardia era un recinto totalmente fortificado, pero en las Guerras Carlistas se destruyó gran parte de su muralla, así como su castillo. No obstante el pueblo es una preciosidad, recorrer su calle mayor me hizo recordar alguno de los pueblos más famosos de la Toscana Italiana, como San Gimignano. 

Una de las puertas de acceso a Laguardia


Plaza del Ayuntamiento


Visitamos la iglesia de San Juan, cuya capilla del Pilar, con su monumental cúpula nos gustó mucho. Recorremos su calle Mayor viendo la Plaza del Ayuntamiento con su famoso reloj y la escultura del viajero. 

Después fuimos hasta la iglesia de María de los Reyes, su magnífico pórtico policromado solo es visitable con visita guiada, cuya entrada hay que comprar en  la oficina de turismo. En dicha oficina   nos informaron de otras actividades que se podían realizar en el pueblo, así que compramos las entradas para el pórtico  y también para visitar el estanque celtibérico y una de las  bodegas subterráneas que hay bajo Laguardia. La localidad está totalmente horadada por bodegas subterráneas constituyendo un laberinto de túneles. Tras una deliciosa comida,  ponemos rumbo a nuestro siguiente destino, Elciego. 






En esta localidad, además del bonito casco histórico,  nos acercamos a las bodegas el Marqués de Riscal, pero en este caso no es posible acceder a la bodega si no has concertado una visita guiada o te alojas en el hotel, algo que no está al alcance de todos los bolsillos. Nosotros solo pudimos acceder al edificio desde el exterior, aunque hay algunas zonas en los alrededores donde es posible apreciarlo desde la lejanía. Este edificio es obra del arquitecto Frank Gehry, el mismo autor del Guggenheim de Bilbao, con el que guarda un cierto parecido, aunque con diseño más aéreo y colorido. 





Volvemos a Logroño, donde esta noche nos vamos directamente a la calle San Juan, ya que el gastrobar Torres ha ganado nuestro corazoncito con sus deliciosos pintxos. 




domingo, 29 de septiembre de 2024

Rincones mágicos de Andalucía. Jardín Nazarí , Vélez de Benaudalla.





Hoy os traemos uno de esos rincones mágicos que encontramos recorriendo las tierras andaluzas. Fue un hallazgo casual que descubrimos volviendo a Granada desde la costa, concretamente desde Salobreña, donde habíamos estado disfrutando una jornada de playa y chiringuito. 

En nuestra vuelta,  dado que íbamos con tiempo de sobra, decidimos parar a ver el pueblo de Vélez de Benaudalla. Lo habíamos visto al pasar hacia Salobreña y nos llamó la atención el nombre, así que hacia allí nos dirigimos. Dicho nombre es de origen árabe, como árabe es también el trazado de sus calles y el típico encalado de sus casas. Vélez de Benaudalla significa Valle del hijo del siervo de Dios. Esta localidad está apenas a doce kilómetros de Salobreña, y desde esta se va por la nacional Bailén-Motril, en dirección Granada. Esta carretera discurre en gran parte de su recorrido junto al río Guadalfeo y encajonada por paredes rocosas. 

En la localidad de Vélez de Benaudalla encontramos varios manantiales de agua, siendo el más conocido el llamado Manantial del Nacimiento. Este se encuentra en la parte alta de la localidad, el agua que mana de este nacimiento viene desde otro manantial que se encuentra algo más alto, Fuente Nueva. Estos aportan el agua para el sistema de acequias tradicionales de la población, que son visitables en el Jardín Nazarí, una joya escondida en el edificio del ayuntamiento.

Hoy vamos a visitar este precioso rincón granadino, pero antes tenemos que destacar otros encantos de la localidad que también debemos tener en cuenta, como son la iglesia parroquial neoclásica y el Castillo de los Ulloa. Entre la iglesia y el Castillo de los Ulloa se sitúa el barrio árabe, con un trazado de callejuelas laberínticas, muchas de ellas decoradas con flores y macetas. El castillo de los Ulloa es una torre defensiva, localizada en la parte alta del pueblo. 

Pero sin duda la joya del pueblo es el Jardín Nazarí, un ejemplo de jardín hispanomusulmán. El jardín se encuentra en la parte trasera del edificio del ayuntamiento, y se accede a través de este, está distribuido en tres grandes bancales. Tiene un gran huerto de plantas aromáticas y medicinales y árboles frutales.








Está regado por un sistema de acequias siguiendo la forma árabe tradicional. El agua te acompaña en todo el recorrido, con su sonido y frescor, y es sin duda la protagonista de este jardín, de forma que el sistema de riego, a manta, ha dado lugar a lo que es el rincón más sorprendente de este, el llamado jardín vertical. La acequia se va a convertir en la columna vertebral del Jardín, pues va a llevar dicha agua a los huertos, va a surtir al Molino, edificio que hay ubicado en el centro del conjunto, va a salir decorativamente por fuentes y va a llenar de armonía y sonoridad el espacio al caer por la cascada. 









El llamado jardín vertical constituye  un laberinto de cuevas y grutas creadas por el agua, cubiertas de verdor con musgos y líquenes. Sus paredes están labradas como si fueran esculturas de restos vegetales, estalactitas y estalagmitas creadas por los depósitos calcáreos dejados por esta sobre la roca de travertino. 







El horario de visita al jardín es de miércoles a sábado de 11 a 14 y de 17 a 19 horas en invierno y a 20 en verano, los domingos solo abre por la mañana y los lunes y martes permanece cerrado. La entrada cuesta tres euros para la visita libre y el mismo precio para la visita guiada, que hay que concertar antes, tienen gratuidad los niños menores de cuatro años y un descuento del 50% para pensionistas. 










lunes, 26 de agosto de 2024

Qué hacer una semana en Jaca y alrededores.

 


Hoy quiero compartir con vosotros nuestro último viaje por el pirineo oscense. Ha sido una ruta de una semana visitando pueblos, monumentos, tanto históricos como naturales y haciendo rutas. La meteorología no acompañó mucho, y cuando digo esto no es porque estuviera lloviendo o nevando, ya que viajamos en agosto, es porque las olas de calor ya no perdonan ni al pirineo, así que hizo algo más calor de lo esperado, lo cual es un contratiempo cuando tienes un paisaje tan maravilloso por descubrir y quisieras recorrerlo todo. 

En nuestro día de partida el  primer plato fue Zaragoza, aquí no nos sorprendió mucho que hiciera calor, ya nos lo esperábamos. En esta ciudad visitamos la Basílica del Pilar y el Palacio de la Aljafería. El horario de ambos monumentos es partido, cierran al medio día, por lo que al llegar a las doce, solo nos dio tiempo de visitar la Basílica del Pilar por la mañana, y dar una vuelta por el centro histórico de Zaragoza. Después de comer visitamos el Palacio de la Alfafería. Este tiene aspecto de fortaleza medieval por fuera, por dentro nos recuerda a la Alhambra, por el estilo, salvando las distancias claro. 






Después de las dos visitas continuamos hasta Jaca, que va a ser nuestro lugar de residencia para las siguientes 7 noches y el punto de partida para conocer la zona. En Jaca, después de dejar las cosas en el hotel, nos fuimos a aparcar en una explanada que hay cerca de la Ciudadela. Nos resultó bastante fácil aparcar la primera noche, no así en otros días sucesivos, y es que Jaca en agosto está bastante concurrido. 

En nuestro viaje recorrimos cuatro valles, el valle de Hecho y Ansó, el Valle del Tena, el valle del Aragón y el valle de Aspe, este último perteneciente a Francia. 

En nuestro segundo día dedicamos la mañana a visitar el centro histórico de Jaca, donde destacan dos monumentos, la Ciudadela y la Catedral. La Ciudadela os llevará al menos hora y media, ya que tiene unas salas bastante interesantes, sobre todo para los que les gusten las miniaturas de soldaditos y batallas. 



Después fuimos hacia la Catedral, que está a poca distancia de la Ciudadela, y también dimos un paseo por el casco antiguo de Jaca, que es bastante interesante con algunos edificios muy destacados. 

Comer en el centro histórico de Jaca en agosto no es fácil, ni barato, si no has reservado. Nosotros teníamos intención de comer en un restaurante llamado restaurante la Cadiera, pero intenté reservar esa misma mañana y ya estaba completo. Al final comimos en La Tasca de Ana, un local pequeño, pero con terraza, aunque hay que llegar temprano porque no cogen reservas y también se llena pronto. 

Por la tarde nos fuimos a conocer el valle de Hecho y Ansó y la selva de Oza. Visitamos primero Ansó, que nos encantó. Es un pueblo precioso y muy auténtico. Aunque hay casas turísticas no llega al desarrollo de otros pueblos del pirineo oscense, donde hay más casas restauradas que antiguas. En este caso el casco antiguo, que es prácticamente todo el pueblo es precioso. Después pasamos de largo por Hecho para que no se nos hiciera tarde para hacer la ruta de la selva de Oza, que es un hayedo con zonas muy chulas. Una zona para aparcar es una explanada grande que hay antes de llegar al camping y desde ahí hay carteles con diversas rutas. Nosotros elegimos una circular de hora y media, aunque no la terminamos y la  hicimos lineal, desde el camping hasta la corona de los muertos. Es esta una construcción que data de entre el 3000/2000 a.C que nos decepcionó un poco, porque destaca poco sobre el bosque. 


Ansó


Ansó


En la carretera entre Hecho y la selva de Oza habíamos parado previamente en Siresa, para visitar el monasterio románico de San Pedro de Siresa. 



A la vuelta de la selva ya estaba anocheciendo por lo que decidimos no parar en Hecho, ya que nos dirigimos a Villanúa, una localidad cercana a Jaca donde tenemos un amigo que es gran conocedor de la zona. Con él quedamos para cenar y que nos diera unos consejos sobre las zonas más bonitas para visitar en los próximos días. 

En nuestro siguiente día teníamos concertada una visita guiada a la estación de Canfranc. Esta la organiza la oficina turística de Canfranc y es prácticamente en el exterior de la estación, solo se pasa al interior para atravesar el vestíbulo y cruzar a la parte posterior de esta. Canfranc está ahora convertida en un hotel de cinco estrellas. Aún así es una visita bastante interesante para conocer la historia y las anécdotas de este interesante edificio. 



Después de la visita a Canfranc nos dirigimos a la estación de esquí de Astún, para tomar el telesilla que nos lleva al inicio de la ruta de los siete ibones. En esta ruta se visitan siete ibones, o lagos glaciales, dos en el pirineo oscense y los otros cinco en el lado francés, en un paisaje de alta montaña espectacular. Desgraciadamente no pudimos visitarlos todos, ya que hacía demasiado calor, es una ruta sin ninguna sombra, y tampoco disponíamos del tiempo necesario para terminarla, ya que el último telesilla baja a las 17´30. Aún así disfrutamos de un paisaje magnífico. Para conocer la ruta completa os recomiendo este enlace ruta-de-los-ibones-de-astun






Esta zona es el valle de Aragón, y después de bajar de la ruta de los ibones cruzamos al Valle de Aspe, en el lado francés, donde por arte de magia la temperatura es diez grados menor que en el lado español. En esta zona, que nos encantó, visitamos los preciosos pueblos de Borce y Bedous. 


Borce

Bedous


El cuarto día teníamos una serie de actividades reservadas, en un viaje con adolescentes hay que buscar actividades con algo de adrenalina. Durante todo el día estuvimos recorriendo el valle del Tena, empezando por la localidad de Panticosa, donde recorrimos las pasarelas de Panticosa, después nos fuimos hacia Sallent de Gállego, donde visitamos este precioso pueblo y circunvalamos el precioso embalse de Lanuza. Nos encantó el paisaje del embalse con las montañas de fondo y el pintoresco pueblo de Lanuza en su orilla, sin duda una de la imágenes más bellas del viaje. 






Tras comer en un pueblo de la zona, fuimos hacia Piedrafíta de Jaca, donde teníamos reservado el tren del Valle del Tena. Es este un trenecito de aspecto turístico pero que sube hasta una zona que para  nosotros hubiera sido inaccesible andando, y que merece la pena por el paisaje. El recorrido, de unas dos horas y media, es algo molesto en verano por el polvo que levanta el tren al recorrer las pistas de montaña. El tren hace dos paradas, una de 15 minutos en la zona más alta de la montaña y otra de 25 en el ibón de Piedrafita, ambas,  por la espectacularidad del paisaje, justifican por sí solas el viaje. 






A la vuelta nos dirigimos hasta la cercana localidad de Hoz de Jaca para montar en la Tirolina del Valle del Tena, una de las más altas de España. Tras esta intensa jornada volvimos a Jaca. 

La quinta jornada la dedicamos a visitar las localidades de Santa Cruz de la Serós, el monasterio de San Juan de Peña, el castillo de Loarre y los Mallos de Riglos, unas espectaculares formaciones rocosas que os llamarán la atención en la carretera, entre el monasterio de San Juan de Peña y Loarre. Este día comimos en una localidad cercana a Loarre, Ayerbe, en el restaurante Floresta, lo destaco porque nos pareció un menú de muy buena calidad y precio. La localidad de Ayerbe también tiene un casco antiguo en el que merece la pena una pequeña parada.

Santa Cruz de la Serós.

 Para visitar San Juan de Peña hay que dirigirse al monasterio nuevo, allí se compra la entrada y se aparca. Hay unos autobuses lanzadera que cada 10/15 minutos te llevarán desde aquí hasta el monasterio antiguo. El autobús está incluido en el precio de la entrada, también la audioguía, hay también opción de visita guiada. Nosotros hicimos la visita por libre con la audioguía. 







Nuestra intención era hacer una ruta circular desde Jaca a Santa Cruz de la Serós, San Juan de Peña y Loarre y volver a Jaca visitando Huesca, pero decidimos volver por la misma carretera que habíamos tomado desde Jaca y dejar Huesca para nuestro viaje de vuelta, ya que nos había llamado la atención la zona de los Mallos de Riglos al pasar por la carretera y queríamos parar a conocerla. 





Terminamos el día volviendo al pueblo de Hecho, que nos pillaba casi de camino a Jaca, ya que el día previo habíamos pasado de largo. 

El sexto día lo dedicamos entero al parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, donde hicimos la ruta desde la Pradera hasta la Cola de Caballo, una ruta sencilla de unos 18 Km, lineal, de ida y vuelta, que atraviesa unos parajes espectaculares. Para llegar al parque natural en verano, hay que ir a la localidad de Torla, donde hay un aparcamiento y tomar el autobús lanzadera a la pradera, salen cada 15 minutos. Ya que en verano el acceso al parque con vehículo privado está cortado. 

Es una ruta que os recomiendo realizar, os llevará entre 6 o 7 horas según las paradas que hagáis, ya que vais a ir encontrando cascadas por el camino que no podéis dejar de admirar y fotografiar. La mitad de la ruta es dentro de un bosque muy denso, por lo que hay bastante sombra, la otra mitad es por un paisaje más abierto pero igual o más espectacular. A lo largo de ella hay un par de fuentes donde podéis rellenar vuestras botellas de agua, y también zonas al lado del río donde podéis para a comer si lleváis bocatas. En caso contrario hay un restaurante en la pradera, al inicio de la ruta. 

Torla.




A pesar de que el día estaba bastante caluroso en Jaca, unos 36 grados según las previsiones, dentro de Ordesa no eran más de 28 y la sensación al hacer la ruta no fue de mucho calor. Es aconsejable madrugar ya que el aparcamiento de Torla, aunque es bastante grande, se llena si vais bien entrada la mañana. Nosotros salimos a las 8 de Jaca, por lo que llegamos a Torla sobre las 9 y no  tuvimos problema en aparcar. 

Tras terminar la ruta volvimos a Torla, que es un pueblo precioso, aunque muy turístico, y recorrimos su casco antiguo, en el que destaca su iglesia. A la vuelta paramos también en la cercana localidad de Linas de Broto, para ver la iglesia de San Miguel, que nos había llamado la atención al pasar por la mañana. 




En nuestra jornada número 7 pasamos la mañana haciendo arborismo y tirolinas en el Ecoparque el Juncaral, en la localidad de Villanúa. Es una actividad no apta para los que tengan vértigo, pero muy divertida para los amantes de la aventura.


Tras comer en esta misma localidad, previa reserva, que estamos en agosto, volvimos a cruzar al lado francés, esta vez por el tunel de Somport. Con este túnel pasas de Canfranc al valle francés sin enterarte, en 10 minutos y "et voilá" 10 grados menos de temperatura. 

Aquí aprovechamos para visitar algunas localidades más del valle de Aspe, entre las más bonitas Lées, Osse-en-Aspe y Etsaut. Si recorréis esta zona os llamará la atención a un lado de la carretera el Fort de Portalet, por su situación y la sinuosa escalera que asciende hasta él excavada en la montaña. Nosotros solo lo vimos desde fuera, pero es posible visitarlo. 




En nuestro último día partimos de Jaca en dirección Alcalá de Henares, y paramos a visitar Huesca, que estaba de fiestas, las fiestas de San Lorenzo. Visitamos el monasterio de San Pedro el Viejo y la Catedral. Fue imposible comer en Huesca, como era nuestra intención, porque al estar en fiestas estaba todo reservado. Paramos en un pueblo cercano, Almudévar, donde comimos en O´lugar, un restaurante que fue un magnífico hallazgo, con una cocina innovadora y de calidad a un precio de restaurante de pueblo, una parada obligada si estáis por la zona. 

San Pedro el Viejo. 



Y con este buen sabor de boca volvimos a casa, con la idea de volver a visitar el pirineo en una época en la que la nieve aún llene las cumbres, porque la sola imaginación de los parajes visitados con las montañas nevadas nos hacía salivar ocularmente.