Acabamos de regresar de nuestro viaje en familia por Eslovenia. En esta ruta en coche de diez días, hemos recorrido también la vecina zona de Istria, en Croacia. El viaje nos ha encantado. Los paisajes son preciosos y las ciudades muy cuidadas y con bastante encanto, en una mezcla centroeuropea e italiana muy bien conjuntada.
Para llegar a Eslovenia volamos a Venecia, ya que no encontramos vuelos directos a Liubliana desde Madrid, tampoco a Trieste, que es la ciudad italiana más cercana y también a la que muchos llegan para cruzar a Eslovenia. Desde el aeropuerto de Venecia hemos reservado un coche de alquiler para nuestra ruta de diez días. Nuestro recorrido fue el siguiente:
Dos primeras noches en Liubliana, la capital de Eslovenia.
Dos noches en Bled, para visitar el lago Bled y sus alrededores.
Cinco noches en Koper, para visitar la costa adriática de Eslovenia, la península croata de Istria y la ciudad italiana de Trieste.
Nuestra vuelta la realizamos también a través de Venecia, ciudad que no visitamos puesto que estuvimos hace dos años, pero que sin duda hay que aprovechar para ver si no se conoce.
A nuestra llegada al aeropuerto Marco Polo de Venecia teníamos reservado un coche de alquiler, con el que pusimos rumbo a Liubliana, un viaje de dos horas y veinte minutos por autovía de peaje, con un coste aproximado de 10 euros. Cruzamos a Eslovenia por la ciudad de Gorizia, y aprovechamos para hacer una parada en ruta y ver su bonito castillo.
Tras esto proseguimos hacia Eslovenia. Para circular por las autovías de Eslovenia necesitas una viñeta electrónica, cuyo coste para una semana son 16 euros. Es fácil de adquirir, ya que se hace online, nosotros lo hicimos sobre la marcha, desde Gorizia, ya que no era posible hacerlo antes pues has de vincular la matrícula del coche, dato que desconocíamos hasta que nos lo dieron en el aeropuerto de Venecia. Para comprar la viñeta, la página oficial es https://evinjeta.dars.si/en
Después de la parada llegamos a Liubliana, habíamos reservado un apartamento muy céntrico, pero fuera de la zona peatonal de Liubliana, con zonas de aparcamiento gratuito en los alrededores. El casco antiguo de Liubliana está cerrado al tráfico, pero al no ser una ciudad muy grande, hay zonas a 15 minutos andando de este en las que es más cómodo quedarse por la facilidad del aparcamiento.
Después de nuestra primera tarde/noche en Liubliana, con una primera toma de contacto, nocturna, con su bonito y cuidado centro histórico, llegó nuestro segundo día, que dedicamos en exclusiva a la capital. Comenzamos con un free tour, para tener un mejor conocimiento de monumentos, costumbres, historia...
Tras este subimos al castillo y visitamos su torre. Esta visita fue un poco decepcionante, ya que hay que pagar una entrada que no merece la pena. Mi consejo es entrar a la parte de abajo del castillo, que es gratuita, pero no pagar la entrada para subir a la torre. Las vistas son mejores desde el edificio Neboticnik, que tiene una cafetería con vistas panorámicas preciosas y buen precio en sus cafés y helados.
Tras la visita al castillo comimos y fuimos a recorrer el barrio de Metelkova mesto, una zona de arte alternativo con graffitis y esculturas variadas, bastante interesante. Tras esto tomamos un heladito en la cafetería del rascacielos Neboticnik y nos dedicamos a recorrer de nuevo las zonas más destacadas de la ciudad con tranquilidad y disfrutando del ambiente. Entre los sitios más emblemáticos de Liubliana están la plaza del Congreso, la del mercado, el puente de los dragones, el de los zapateros y el puente triple. Es un deleite pasear por cualquiera de las dos orillas del río Liublianica con su ambiente de puestos y terrazas y callejear por su casco antiguo.
En nuestro tercer día, salimos por la mañana en dirección al Lago Bled, donde estaremos las dos siguiente noches. Antes de llegar a Bled paramos a ver la localidad de Skofja Loka, ya que habíamos leído reseñas en algunos blogs de viajes de que era un pueblo con un casco medieval muy bonito. A mi personalmente me decepcionó un poco, esperaba más. Es un pueblo bonito, pero no es espectacular y se ve relativamente pronto, en media hora lo has recorrido completo, puesto que es pequeño.
Tras esta parada llegamos al Lago de Bled, donde habíamos reservado un apartamento con aparcamiento, a diez minutos andando del Lago. El lago Bled es una zona tan espectacular como cara. En general aparcar en Eslovenia es caro, de media unos tres euros la hora en cualquier zona. En Bled son cuatro euros y medio la hora, por lo que reservar un alojamiento con aparcamiento gratuito es imprescindible. Esto te permite olvidarte del coche y relajarte andando por las orillas del lago, que es una preciosidad.
Llegamos a la hora de comer, en Eslovenia se come sobre la una de la tarde, y nos fuimos directos a un restaurante que tenía buenas reseñas, el Pub Kitchen, muy cerca del lago y cuya especialidad, la pasta con pulpo, está muy buena y a un precio razonable para la zona. Tras esto recorrimos la orilla del lago y después tomamos el coche para subir al castillo. Se puede subir andando desde el lago, pero subida es bastante pronunciada. Al castillo es fácil llegar en coche y arriba hay un aparcamiento de pago, a tres euros la hora. Nosotros no tuvimos problema para aparcar, de hecho había bastantes plazas, también es cierto que viajamos en la primera quincena de septiembre y llegamos al castillo a las cinco de la tarde, quizás más temprano y en pleno verano sea más complicado. El castillo no es ninguna maravilla por dentro, pero las vistas hacia el lago son espectaculares. Para disfrutar estas vistas no hay más remedio que pagar la entrada, puesto que desde el exterior no hay ningún sitio que permita disfrutarlas. Otra alternativa para disfrutar estas vistas de forma gratuita es ir en coche cerca de alguna de las colinas que rodean Bled y subir esta, subida un poco costosa.
La visita al castillo y el disfrutar de las bonitas vistas sobre el lago os llevará sobre una hora u hora y media. Tras esto nos fuimos otra vez en coche a una zona de embarcadero cercana a la isla del lago donde estuvimos un rato disfrutando la bonita vista, en esta zona también es posible bañarse, pero hacía fresco y no nos apetecía.
En nuestro cuarto día, segunda jornada en Bled, nos levantamos temprano para hacer la ruta de la garganta Vintgar. Es una ruta espectacular, imprescindible si estás por la zona. se recorre siguiendo el curso de un bonito río que ruge cruzando una cerrada garganta sobre la que han construido unas pasarelas de madera para poder atravesarla. Recomiendo comprar las entradas con antelación, ya que es una ruta muy visitada. Además no es posible comprarlas en el inicio de la ruta. Yo las compré online la noche anterior. Hay un aparcamiento gratuito a las afueras de Bled, bien señalizado, desde el que sale un autobús de enlace, también gratuito, que te lleva al inicio de ruta. Hay que estar en el aparcamiento más de media hora antes de la hora de tu entrada, ya que el autobús pasa cada 20 minutos y tarda otros 20 en llegar a la garganta. En este aparcamiento hay una caseta donde también puedes comprar la entrada, pero es mejor llevarla ya para asegurarse. En la garganta hay otro parquing pero es de pago y con poca capacidad.
La ruta recorre durante un kilómetro y medio la impresionante garganta, tras lo cual hay que elegir entre dos rutas, una de unos cuatro kilómetros y algo exigente y otra de cinco y medio pero con menor dificultad para volver al aparcamiento. Está bien explicado en la página oficial, donde también se compran las entradas.
Después de la ruta pusimos rumbo al cercano Lago Bohinj, que a mí me pareció más bonito aún que Bled, más auténtico. Desde este lago se puede visitar la bonita cascada de Savica, pero nosotros no lo hicimos, por cuestión de tiempo, preferimos pasar el día disfrutando en las orillas del lago, coger un Kayak para remar un rato y deleitarnos del paisaje desde dentro.
Ya al atardecer volvimos a Bled para que los niños fueran a un parque de aventuras en la colina Straza Bled, donde hay un telesilla para subir a la colina y luego bajar a gran velocidad por un tobogán. Una actividad donde se combinan las bonitas vistas panorámicas del lago, el castillo y los alpes julianos desde arriba de la colina, con la descarga de adrenalina de la bajada.
Bled es una zona animada, en la que puedes optar por un tranquilo paseo nocturno y disfrutar de las vistas desde uno de los bancos de sus orillas o subir a la zona de bares y restaurantes, más animada. Nosotros optamos por ambas.
En nuestra quinta jornada dejamos Bled para proseguir hacia nuestro siguiente destino, la costa adriática de Eslovenia. Hemos alquilado un apartamento en Kóper, no es la ciudad más bonita de la zona, aunque tiene un pequeño casco histórico, pero está muy bien situada para nuestras visitas. En nuestra ruta desde Bled hacia Kóper vamos a parar en dos de las visitas imprescindibles en cualquier viaje por Eslovenia, la cueva Postojna y el castillo de Predjama. Ambos están lo suficientemente cerca el uno del otro para combinar las visitas, además si compras la entrada de ambos a la vez es precio es mejor que por separado.
Ambas visitas nos gustaron mucho, pero sobre todo la cueva, que es espectacular. Al igual que la garganta de Vintgar, la entrada la compré un par de días antes, en la página oficial. Hay que elegir una hora de entrada a la cueva, el horario del castillo es libre. Nosotros llegamos una hora antes de la hora de la entrada a la cueva, nos dirigimos a la zona de entrada, lo comentamos y nos dejaron entrar antes.
Después de estas dos visitas, llegamos a Koper, ya al atardecer, con tiempo para una pequeña aproximación y conocimiento de la zona.
Nuestra sexta jornada la dedicamos a ver dos bonitas y pequeñas ciudades costeras cercanas a Koper, Isola y Piran. Visitamos primero Isola y después Piran. Recomiendo hacerlo de esta forma porque, aunque ambas son bonitas, Piran lo es mucho más, por lo que ver esta primero haría que Isola te pareciera poca cosa.
Isola |
Piran |
En nuestro camino entre Isola y Piran paramos en un hotel, el Belvedere, desde el que hay unas preciosas vistas sobre Isola.
El séptimo día de nuestra ruta lo dedicamos a recorrer una parte de la península croata de Istria. Concretamente visitamos el pueblo de Bale y la ciudad de Pula.
Bale es un bonito pueblo de calles empedradas cuyo edificio más destacable el Palacio Soardo-Bembo, del siglo XVI. Solo lo pudimos visitar por fuera, ya que era lunes y estaba cerrado, a pesar de esto el pueblo mereció la pena, era muy pintoresco, con unas calles con rincones de mucho encanto.
Tras esto nos dirigimos a Pula. Aparcamos en un descampado al lado del cementerio, ya que está a apenas !5 minutos andando del anfiteatro romano y es gratuito. El resto de la ciudad es zona azul. En Pula lo primero que vimos al llegar a su casco antiguo fue su espectacular anfiteatro. Después recorrimos la bonita calle Segijevaca, con muchos restaurantes, heladerías y tiendas, pero también con mucho colorido y belleza.
Llegamos a una plaza donde está el templo romano de Apolo y el edificio del ayuntamiento, y terminamos en el arco de los Sergios, un arco del triunfo romano del siglo I a.C.
Tras esta jornada volvemos a Eslovenia, concretamente a la zona del hotel Belvedere, para acercarnos a la playa, que a pesar de ser de rocas, bastante escarpadas, te permite acercarte a un agua cristalina y de un color precioso.
Nuestra octava jornada discurre de nuevo por tierras Croatas, de nuevo en la cercana Península de Istria, en esta ocasión visitando dos de los pueblos más bonitos de la zona, Porec y Rovinj.
Primero llegamos a Porec, y tras aparcar en un parking, como ya estamos acostumbrados (hay que hacerse a la idea de dedicar un presupuesto de entre 10 y 15 euros al día a los aparcamientos, tanto en Eslovenia como en Croacia), nos dirigimos al casco antiguo. Llegamos a la bonita Plaza Slobone y después tomamos la calle Decumanus, una de las más bonitas, aunque también la más concurrida de la localidad. En esta hay bonitos edificios de coloridas fachadas y también otros muy destacables como el palacio gótico. A mitad de esta calle nos desviamos para visitar uno de los imprescindibles de Porec, la Basílica Eufrasiana con sus espectaculares mosaicos bizantinos del siglo VI.
Comemos en Porec, en un restaurante del que habíamos leído buenas críticas en varios blogs y que nos gustó mucho, el restaurante Ancora.
Tras la comida ponemos rumbo a Rovinj, en el caminino paramos en un precioso enclave con un entrante de mar que nos gustó mucho. Es el Limski Kanal, una zona en la que puedes parar a disfrutar del agua y de una pequeña playa o realizar actividades como rutas en barco, ya que hay varias empresas en este que las ofertan. Aunque la zona era preciosa y la idea de realizar una de estas rutas muy tentadora, queríamos dedicar tiempo a visitar Rovinj, por lo que tras la visita a la zona proseguimos camino.
Rovinj es un pueblo grande o ciudad pequeña absolutamente precioso, a mi parecer el más bonito de los visitados en la península de Istria, me gustó incluso más que Piran. Aparcamos en la zona del puerto, a un módico precio de tres euros la hora, como viene siendo habitual en la zona. En Rovinj el casco antiguo tiene infinitos rincones con encanto. Primero paseamos en ascenso hasta la iglesia de Santa Eufemia. Tras su visita y disfrute de las vistas desde arriba, bajamos hacia a zona del puerto contraria a donde habíamos aparcado, en una zona conocida como sunset point, porque permite una vista preciosa del pueblo. Desde este se aprecia la forma redondeada del casco antiguo, ya es que Rovinj era una isla que fue unida al continente en el siglo XVIII, con la construcción de un istmo por parte de los venecianos, a los que pertenecía la zona en esta época.
En el recorrido desde la iglesia de Santa Eufemia hacia el punto panorámico, por la bonita calle Pietra Ive hay rincones muy pintorescos, en las pequeñas callejuelas que desembocan en el mar.
En nuestra antepenúltima jornada en tierras eslovenas, teníamos previsto acercarnos a la vecina localidad italiana de Trieste. A pesar de viajar en la primera quincena de septiembre, nos había acompañado un tiempo maravilloso, soleado y de unos 25 grados diurnos de media. Pero esta es una zona lluviosa y nuestra buena suerte no podía durar eternamente. Trieste es conocida por sus tormentas de septiembre y las previsiones de lluvia para el día de nuestra visita eran de 70 litros. Aunque no dista más de media hora de coche desde Kóper, no nos apetecía circular con tanta lluvia.
Afortunadamente la noche anterior cambiaron la previsión a 25 litros, así que, protegidos por chubasquero y paraguas, emprendimos el corto viaje a Trieste. Aparcamos en zona azul justo al lado del Teatro romano. Acostumbrados a los tres euros por hora habituales en Eslovenia, el aparcamiento a 1,70 euros la hora y sin limitación de tiempo de Trieste nos pareció barato.
Desde esta zona primero subimos a ver el Castillo y la Catedral. Aprovechamos para visitar la zona interior del castillo mientras descargaba uno de los aguaceros del día. Tras esta visita entramos en la cercana catedral, la Cattedrale di San Giusto Martire. Es este un edificio que data del siglo V, pero remodelado posteriormente, durante los siglos XII y XVI. En ella conviven elementos arquitectónicos más antiguos, como unos bonitos mosaicos bizantinos en las naves laterales, con elementos más modernos como el mosaico de la nave central. La visita a la Catedral es gratuita, solo hay que pagar para subir al campanile.
Desde el cerro donde se encuentran la Catedral y el Castillo, descendemos de nuevo al centro. En el recorrido nos damos cuenta que en la calle que sube hacia el castillo hay relativa facilidad para aparcar de forma gratuita, así que lo tendremos en cuenta para futuras visitas a la ciudad.
Recorremos el centro de Trieste, repleto de majestuosos y señoriales edificios, nos gustan especialmente dos Plazas muy cercanas entre sí, la Plaza Piccola y la espectacular Plaza de la unidad de Italia.
Paseamos también por el barrio de Cavana, con sus pintorescas calles y su bonita plaza. La lluvia vuelve a caer con fuerza por lo que desistimos de visitar el Castillo de Miramare, situado a las afueras de la ciudad y volvemos hacia Koper.
En nuestro último día de viaje hemos de volver al aeropuerto de Venecia para regresar a Madrid. Como nuestro vuelo sale por la tarde, madrugamos para que nos de tiempo a visitar el Castillo de Miramare. El enclave es espectacular y el edificio precioso, por lo que merece la pena la pequeña parada. Con esta espectacular vista del castillo desde sus bonitos jardines nos despedimos de Italia y de Eslovenia. En una ruta en la que hemos pisado tres países que entremezclan cultura, arquitectura y gastronomía.