viernes, 16 de julio de 2021

Recorriendo la costa gallega, desde Finisterre a Corrubedo.

Hoy os vamos a relatar la  preciosa ruta costera que hemos hecho este verano como parte de nuestro viaje por la mágica Galicia.

Después de unos días en la Ribera Sacra, nos desplazamos a Finisterre, para disfrutar de la costa. Desde esta localidad aprovechamos para conocer el espectacular litoral coruñés, que es un verdadero espectáculo natural,   recorrimos concretamente la parte que va desde Finisterre hasta las Dunas de Corrubedo.

Esta ruta no tiene una distancia excesiva para una jornada, pero al ir costeando, en esta enrevesada geografía, con tantos entrantes y salientes de mar, se puede alargar en el tiempo. Si a esto añadís que es una costa tan bonita que es imposible no parar para disfrutarla cada cierto tiempo, la verdad es que el día se te puede quedar algo corto. Nosotros íbamos a estar varios días en Finisterre, por lo que en esta jornada no incluimos el faro de Finisterre y la bonita y cercana localidad de Corcubión, que nos parecían merecer una visita más tranquila para disfrutarlos lentamente. 

En esta jornada teníamos una serie de puntos imprescindibles, y otros que se fueron uniendo sobre la marcha, ya que nos llamaron la atención al pasar con el coche. De igual manera tuvimos que dejar fuera algunas cosas que nos pillaban de paso, pero que alargaban demasiado el día.  Os las destaco porque considero son interesantes. En nuestras rutas por Galicia nos hemos ido guiando por Google Maps, para calcular la mejor ruta en cada caso y ahorrar tiempo, para ello recomiendo descargar el mapa sin conexión, de la zona que vayáis a visitar, ya que en muchos puntos no tendréis cobertura de internet. 

Nuestros imprescindibles para esta jornada fueron, la fervenza do Ézaro (fervenza significa cascada en gallego), la localidad de Muros, el Castro de Baroña y las Dunas de Corrubedo. Decidimos que la primera parada sería la fervenza de Ézaro y que después iríamos directos hasta las dunas, parte más distante de nuestra ruta, para después ir volviendo y ver las demás cosas. Así pues nuestra primera parada desde Finisterre fue la impresionante cascada que forma el río Xallas al precipitarse sobre la ría. El río tiene una caída de 40 metros, desde el Monte Pindo hasta el mar. Es la cascada más famosa de Galicia y la única de Europa que cae directamente al mar, junto a la de Maro en Nerja. El acceso a la cascada se realiza desde la localidad de Dumbria, y hay un aparcamiento a corta distancia. Desde este se inicia una pasarela de madera,  que pasa al lado de una central hidroeléctrica,  y en la que hay varias zonas más anchas donde parar a disfrutar la vista de la cascada.  Pero sin duda la vista más espectacular está justo enfrente de la caída, punto al que es fácil acceder. Nosotros la visitamos en el mes de julio y el caudal de agua era bastante espectacular. Hay una iluminación nocturna en los meses de verano que la hace aún más increíble, pero está cancelada para evitar aglomeraciones de gente por protocolo anticovid.  A nosotros nos encantó, como era temprano había muy poca gente, pudimos disfrutarla casi en soledad y su entorno es también muy bonito. 




Cerca de la cascada sale un camino que sube a un mirador, el mirador de Ézaro, desde el que se puede disfrutar una vista impresionante de toda la costa. Nosotros no subimos y continuamos ruta hacia Corrubedo. Para acortar viaje el navegador nos metió hacia el interior, por una carretera que pasa por el mirador de Louredo, desde el que disfrutar una magnífica vista de la playa de Carnota, que con sus siete kilómetros es la más larga de Galicia. Proseguimos ruta a través de una carretera interior que, tras atravesar una bella zona montañosa, desemboca en la localidad de Serra de Outes, para después dirigirnos hacia Noia y atravesar su impresionante ría.  Desde este punto vamos costeando hasta llegar a nuestro destino, las dunas de Corrubedo. 




El parque natural de Corrubedo, cuyo nombre oficial es "Parque Natural Dunas de Corrubedo y lagunas de Carregal y Vixán", está situado en  la península de Barbanza, entre las rías de Arousa y la de Muros e Noia, en el municipio coruñés de Riveira. Es un paraje impresionante que algunos asemejan con el desierto del Sáhara, con el atractivo añadido de tener el mar al lado. Pero tiene un problema, y es que dado el gran número de visitantes que atrae se ha restringido la visita a las dunas, para evitar su degradación. Se ha habilitado una pasarela de madera que lleva hasta la base de la gran duna, pero no es posible pasar de ahí, bajo multa de hasta 6.000 euros, por lo que te quedas con la miel en los labios. Nosotros las habíamos visitado hace muchos años, cuando aún era posible pasear por ellas y esto nos decepcionó, ya que lo más impresionante es verlas desde arriba, pero nos tuvimos que conformar con esto. Hay otro recorrido de poco más de un kilómetro que lleva hasta la playa aledaña y que es impresionante. De nuevo encontramos que solo es posible avistar la playa desde su inicio, ya que está prohibido el paso, aunque había gente que lo hacía, no así nosotros, aunque la tentación es grande porque la playa es espectacular. Como se aproximaba la hora de la comida paramos en un sitio que hay muy cerca de las dunas, el Duna´s Beach, donde comimos bastante bien, con muy buena relación calidad-precio. 

Después de comer nos dirigimos al vecino Faro de Corrubedo. Es un faro bastante bonito y su belleza se incrementa porque se encuentra al final de una larga carretera que conduce a él como si se tratara de una alfombra que invita a visitarlo. Cuando  llegas te das cuenta de que no está en las mejores condiciones de conservación, pero esto no le resta encanto, ya que se haya rodeado de unos bonitos acantilados donde rompen las olas. 




Nos separan 18 km de bonita ruta costera de nuestra siguiente parada, el Castro de Baroña.  Se trata de un yacimiento arqueológico donde se puede apreciar un poblado de la edad de hierro, que estuvo habitado hasta el siglo I de nuestra era, ya en época romana. Hay un aparcamiento y una caseta de información turística, donde os podrán informar de más cosas que ver en esta bonita costa. 

El Castro de Baroña está situado en una pequeña península rocosa denominada Punta do Castro, cuenta con casi veinte casas de planta circular u oval y una espléndida muralla que defendía de los atacantes, ocupando una extensión de 2,5 ha. En la croa del castro de Baroña, recinto más elevado de este,  existe una serie de piedras y rocas dispuestas supuestamente de un manera artificial para marcar diferentes eventos astronómicos, como pueden ser los solsticios. Esto, unido a otros símbolos y elementos significativos más del castro, hacen que el yacimiento pudiera ser interpretado como un santuario galaico.





Desde el Castro vamos costeando en dirección a Muros, pasamos por la localidad de Noia, donde no paramos, pero que merece la pena si disponéis de tiempo suficiente. Es esta  una villa con suficiente importancia monumental como para dedicarle al menos medio día. Nosotros no disponíamos de tanto tiempo, por lo que preferimos dedicarlo a Murros, que es más pequeña. Noia  es una villa profundamente marcada por su pasado medieval, del que son testigo sus iglesias más relevantes, su casco antiguo con sus casas marineras de soportales en estilo gótico y sus escudos nobiliarios y el imponente Ponte Nafonso, que la comunica con Outes. En ella se encuentra el mayor conjunto de lápidas medievales de toda Europa y es famosa también por sus empanadas de berberecho.  Por todo ello queda apuntada para una visita en profundidad más adelante. 

Nosotros optamos por visitar la villa pesquera de Muros, cuyo casco antiguo fue declarado conjunto histórico-artístico en 1970. Villa marinera con una historia, que desde su fundación en el siglo X,  ha estado ligada a la pesca, al marisco y a la salazón de la sardina y del arenque, en las antiguas factorías, de las que llegó a contar con más de treinta en el siglo XIX y comienzos del XX. 

Dejamos el coche en el puerto y nos aproximamos a la villa por su Plaza Curroda, donde encontramos la bonita casa consistorial. Desde aquí ascendemos por unas escaleras hasta llegar a la Colegiata de San Pedro y Santa María del Campo. Es esta la principal iglesia de la villa, un edificio de origen gótico que después fue ampliado para convertirlo en colegiata, en el siglo XVIII se le añadió una torre de estilo barroco. Desafortunadamente estaba cerrada, por lo que solo pudimos verla por fuera. 




Desde aquí fuimos callejeando hasta el centro de interpretación de Muros, que también estaba cerrado, pero aprovechamos esta visita para curiosear el bonito cementerio que se encuentra próximo a él. Después fuimos bajando por sus pintorescas calles, aunque en nuestra opinión algo descuidadas, pasando por la bonita fachada del mercado municipal. 




En el pueblo podemos contemplar buenas muestras de arquitectura popular, sobre todo en las fuentes, como la de la Plaza de la Peixería Vella, que representa la efigie de un reptil alado, o las de las calles de la Axesta, Real (conocida como Fonte Vella) o barrio del Carmen. Las viviendas marineras y la arquitectura noble, son las construcciones más características. Están compuestas por un bajo soportado en arco de medio punto, donde antiguamente se situaban las pilas para salar el pescado y se guardaban los aparejos de pesca. Después salimos hacia el paseo marítimo para volver dando un paseo por su bonito puerto. 

Salimos de Muros con idea de volver directamente a Finisterre, ahora costeando toda la ría de Corcubión. Pasamos por la localidad de La Carnota, en la que destaca uno de los  hórreos más largos de Galicia, también encontramos aquí la playa más larga de Galicia, que ya habíamos visto desde el mirador de Louredo. No paramos aquí, pero al pasar por la localidad de O Pindo, cercana a la fervenza do Ézaro, no pudimos resistirnos a parar para disfrutar la bonita vista de su playa y su costa desde unas pasarelas de madera a través de las que se accede a ella.



Ponemos punto final a esta ruta en la localidad de Finisterre, lugar en el que estamos parando y donde vamos a disfrutar de un precioso atardecer desde su faro.



 





 

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