domingo, 3 de octubre de 2021

Los imprescindibles de Lisboa.



Es la segunda ocasión que visitamos la capital lusa, esta vez en familia, y nos ha gustado tanto o más que la primera. Es una ciudad preciosa, con un gran encanto bohemio. En este artículo queremos compartir con vosotros los imprescindibles de una visita a Lisboa. 

La primera vez que visitamos Lisboa estuvimos dos noches, en un hotel en la Plaza Marqués de Pombal, fue hace 17 años y la experiencia nos encantó. Aparcamos cerca del hotel, por aquel entonces podías sacar un ticket y dejar el coche 24 horas seguidas en el mismo sitio. Recorrimos todos los lugares andando, a excepción del barrio de Belém, al que por distancia fuimos en tranvía. 

En este segundo viaje optamos por reservar un apartamento en la zona de Estoril,  visitamos Lisboa en dos días consecutivos, el primero lo dedicamos a la zona de Belém, y fuimos en coche desde Estoril, ya que apenas son 20 minutos y el aparcamiento en esa zona no es complicado. Al día siguiente tomamos un tren desde la estación San Juan de Estoril hasta Lisboa, la línea Cascáis- Lisboa dispone de trenes cada 20 minutos los fines de semana, la parada en Lisboa es Cais do Sodre, a apenas 10 minutos andando de la Plaza del Comercio de Lisboa. En esta ocasión nuestra visita fue muy relajada, callejeando y disfrutando de los sitios que más nos habían gustado en la anterior visita. Algunas cosas habían cambiado, pero eso os lo contaré más adelante. 

La visita a Lisboa se puede dividir por tanto en dos grandes zonas, el Barrio de Belém, situado a unos 7 km del centro y el centro de la ciudad, cuya zona principal podríamos situar en la Plaza del Comercio y la Baixa. Los imprescindibles para ver y visitar en ambas zonas son los siguientes;

  • Barrio de Belém. 

La historia de este barrio está unida a la época de las grandes exploraciones del entonces Reino de Portugal. Al mando del país estaba Manuel I de Avis, el Afortunado. La capital necesitaba un nuevo puerto y alrededor de este nace el nuevo barrio. De estos nuevos muelles zarpan navegantes y exploradores  como Vasco de Gama. 

Hoy en día Belém es una bonita zona con muchos monumentos y zonas verdes con sombra  a la orilla del Tajo, siendo un lugar estupendo para pasear, disfrutar sus monumentos y las vistas del impresionante Puente 25 de abril, que tanto se parece al Golden Gate. 





En esta zona podemos encontrar importantes monumentos como la famosa Torre de Belém, sin duda icono de la ciudad, junto al puente 25 de Abril. La Torre de Belém, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es uno de los monumentos más sobresalientes de Lisboa y símbolo de un país volcado hacia el mar y el descubrimiento del mundo. Gracias a los Descubrimientos, Lisboa, en los siglos XV y XVI, se convirtió en el principal centro de comercio a escala mundial.




Para la protección de la ciudad, el rey D. Juan II diseñó un proyecto pionero de defensa marítima de Lisboa, que se acabó en 1514, con la construcción de la Torre de Belém, por el arquitecto Francisco de Arruda, que conjuga con originalidad una torre con un moderno baluarte avanzado y bien armado. D. Manuel I quiso que en la Torre de Belém quedasen bien patentes las marcas de su poder: las armas reales, la esfera armilar y la cruz de la Orden de Cristo.

Cerca de la Torre de Belém hay un museo que puede ser una visita interesante si vais con niños, es el Museo a los Combatientes de Ultramar. En este podemos  encontrar muchas piezas como helicópteros, tanques, coches militares y otros vehículos militares que a mi hijo gustaron bastante. 





También cerca de la Torre, pero en otra dirección se encuentra el Monumento a los Descubrimientos. Este monumento se construyó en 1960 para conmemorar los 500 años desde la muerte de Enrique el Navegante. Con sus impresionantes 52 metros de altura, en sus obras participaron el escultor Leopoldo de Almeida y el arquitecto José Ângelo Cottinelli Telmo, que dieron forma a este enorme monolito de piedra con forma de carabela, en el que aparecen 33 personalidades representativas de la Era de los Descubrimientos mirando al Tajo. 




En su interior, en el sótano, se encuentra una sala de exposiciones temporales. También  se puede subir hasta el piso superior, donde puedes encontrar un mirador.  Desde esta terraza se puede contemplar, de frente, una panorámica preciosa del Monasterio de los Jerónimos al completo. Al otro lado del río, la estatua del Cristo Rey de Lisboa  y el Puente del 25 de Abril se extiende hasta el otro lado del Tajo.

Cruzando la calle desde el Monumento a los Descubrimientos se encuentra el impresionante Monasterio de San Jerónimo. Obra de maestra del estilo gótico manuelino, construido en piedra caliza de color blanco y patrimonio de la humanidad de la UNESCO.  El gótico manuelino queda a medio camino del primer gótico, muy sobrio, y el gótico florido, ya cercano al renacimiento. Es un arte emparentado con el gótico isabelino típico de Castilla en aquella época y caracterizado por el uso de una ornamentación relacionada con los temas marítimos.

En la actualidad la visita al monumento la podemos dividir en tres partes, la basílica (de entrada gratuita), el monasterio (con su claustro como pieza central) y la zona dedicada al museo arqueológico nacional. La entrada al monasterio y al museo arqueológico se puede comprar combinada o solo para uno de ellos. Si tenéis tiempo y vais con niños es interesante la visita conjunta porque sale mejor de precio, además existe la opción de entrada familiar, dos adultos y dos niños o jóvenes, que tiene un descuento del 50%. 

El monumento se comenzó a construir en  1501 sobre los restos de una antigua ermita fundada por Enrique el Navegante donde, se cuenta, Vasco de Gama y su tripulación rezaron antes de viajar a la India. Terminó de construirse en el siglo XVI, aunque el ala occidental y el campanario no se concluyeron hasta el XIX (de hecho, si los observas detenidamente, te darás cuenta de que no guardan armonía con el resto).  Su nombre se debe a que en sus primeros años fue residencia de los monjes de la Orden de San Jerónimo, aunque desde el siglo XIX, con la llegada del gobierno liberal y el desmantelamiento de las órdenes religiosas, es patrimonio del Estado.

El interior de la iglesia del Monasterio de los Jerónimos es francamente espléndido y supone uno de los momentos más excelsos del estilo manuelino, muy alejado del sobrio primer gótico. El arquitecto Juan de Castillo fue el autor de la iglesia (y de la mayor parte del monasterio). Destacan las bellísimas columnas, profusamente decoradas y de las que parten el conjunto de nervios que se reparten por las bóvedas de crucería.




El Claustro del Monasterio es uno de los más bellos que existen. Se trata de un amplio claustro de dos pisos, diseñado en el estilo manuelino imperante, muy reluciente gracias a las últimas restauraciones y con profusión de detalles que hacen referencia a la vida marítima. También la letra M, que hace referencia al rey Manuel I, se repite en distintas ocasiones. En el monasterio se encuentra la tumba de Vasco de Gama. 





La zona de Belém es también conocida por albergar restaurantes y pastelerías, sobre todo la famosa pastelería de los Pasteles de Belém. En 1837 se dio inicio a la fabricación de los “Pastéis de Belém” en las instalaciones anexas a la refinería de caña de azúcar que había al lado del Monasterio,  según la antigua “receta secreta” originaria del Monasterio. Desde entonces, esta receta es transmitida y conocida exclusivamente por los maestros pasteleros que los fabrican de modo artesanal en el “Taller del Secreto”. Esta receta se mantiene inalterable hasta hoy en día.


  • Centro de Lisboa.

La ruta que realizamos en nuestra siguiente jornada en Lisboa, nos llevó por los principales atractivos de la ciudad, que es prácticamente todo el centro, ya que Lisboa tiene un encanto bohemio muy especial, con sus edificios de azulejos y su monumental Barrio de la Baixa. Pero para ordenar un poco la visita vamos a describiros los elementos esenciales de esta. 

Como ya os hemos contado, llegamos al centro de Lisboa en tren, desde Cascáis a la estación de Cais do Sodre, por lo que desde allí fuimos andando a la Plaza del Comercio, centro neurálgico y monumental de la ciudad. La Plaza del Comercio fue el terreno donde se asentó el Palacio Real de Lisboa durante más de 200 años. En 1511, D. Manuel I cambió su residencia desde el Castillo de San Jorge a este lugar al lado del Tajo. Este palacio y su biblioteca fueron destruidos en el Terremoto de Lisboa, en 1755. El Marqués de Pombal decidió reconstruirla en forma de «U», con tres grandes edificios porticados que albergan algunos organismos gubernamentales, la principal oficina de turismo de Lisboa y algunos restaurantes y cafés, como el Martinho da Arcada, el más antiguo de la ciudad y antaño frecuentado por intelectuales. 





La Plaza se abre al Tajo, y era aquí donde en tiempos del Palacio Real, desembarcaban los reyes, aún hoy se puede ver el antiguo embarcadero con sus dos columnas y sus escalinatas de mármol. 





En el centro de la plaza se encuentra la estatua ecuestre de José I (monarca portugués que se encontraba en el trono en el momento del terremoto), obra de Machado de Castro, simbolizando el fin de los trabajos de reconstrucción tras la catástrofe de 1755.

El acceso al Barrio de Baixa, desde la Plaza se hace a través del impresionante Arco del Triunfo. En él podemos contemplar algunas esculturas, obra de Vitor Bastos, de portugueses notables, como Vasco de Gama, el Marqués de Pombal o Nuno Alvares Pereira. En la parte superior, alegorías de la Gloria, el Genio y el Valor flanquean una inscripción que reza: VIRTVTIBVS MAIORVM VT SIT OMNIBVS DOCVMENTO (Que las virtudes de los más grandes sean una enseñanza para todos).

Desde el arco del Triunfo pasamos al barrio de la Baixa. La Baixa es el barrio más céntrico e importante de Lisboa. Fue reconstruido tras el terremoto del siglo XVIII por el Marqués de Pombal, con un estilo clásico y calles geométricas, en él abundan las fachadas cubiertas de azulejos tan típicas de Lisboa. Es el barrio más comercial y durante el día está muy animado.

Subiendo desde la Plaza del Comercio hacia la Baixa, a la izquierda nos quedan los Barrios del Chiado y Alto y a la derecha la Alfama y el Castillo de San Jorge, zona que es la que vamos a recorrer ahora. En la subida hacia la Alfama y el Castillo, nos encontramos la Catedral de Lisboa. 





La Catedral es la  iglesia más antigua de la ciudad. Desde el inicio de la construcción en el año 1147, el edificio ha sido modificado en varias ocasiones y ha sobrevivido a varios terremotos. Fue mandada a construir sobre las ruinas de una antigua mezquita por el primer rey de Portugal, Alfonso Enriques, tras reconquistar la ciudad del domino musulmán.


La catedral es un sólido ejemplo de arquitectura románica y conserva en su exterior la austeridad propia de este estilo arquitectónico. Sus dos torres cuadradas y la solidez de sus muros le dan aspecto de fortaleza, aunque en su fachada ya destaca un gran rosetón vestigio de la progresiva llegada del gótico. Se encuentra en el pintoresco barrio de la Alfama, en mitad de una de las empinadas calles que suben hasta el Castillo de San Jorge, alzándose con la sobriedad propia de la arquitectura medieval religiosa.

Además de la iglesia, merece la pena visitar el claustro. Es posterior, y en él prevalece el estilo gótico, haciendo que recuerde en cierta medida al Monasterio de Los Jerónimos.

Después de visitar la Catedral seguimos ascendiendo por el Barrio de la Alfama. La Alfama es uno de los barrios con más encanto de Lisboa y también el más antiguo. Se extiende casi desde el Tajo por la colina que asciende hasta el castillo de San Jorge y es un lugar para perderse por sus calles estrechas y empinadas disfrutando del ambiente de nostalgia y fado que parece envolverlo todo. Habitado primero por los visigodos y posteriormente por los árabes, debe a estos últimos el trazado de sus laberínticas callejuelas. También fue el barrio de los pescadores, especialmente en su zona baja, que se instalaron aquí tras el terremoto de 1755 que asoló la ciudad.

Subiendo por la Alfama llegamos hasta el Castillo de San Jorge. En nuestra primera visita a Lisboa la entrada al Castillo era libre, pero ahora hay una taquilla. La entrada para los adultos cuesta 10 euros, los jóvenes de entre 12 y 25 años 5 y es gratuita para los menores de 12 años. La entrada merece la pena aunque sea solo por las maravillosas vistas de Lisboa y todo el estuario del Tajo que tenemos desde sus muchos miradores. Se accede al castillo pasando bajo el Arco de San Jorge. Una vez dentro, podremos pasear libremente entre sus once torres, el patio de armas, los calabozos o la Puerta de Moniz en la Praça Nova. Dentro hay algunos puestos de creps y comida rápida, pero la cafetería estaba cerrada cuando fuimos. 





Antiguamente se lo conoció como Castelo dos Mouros (no confundir con el Castelo dos Mouros de Sintra), pues se trataba de una fortificación musulmana reconquistada a mediados del siglo XII por Alfonso Henríquez, primer rey de Portugal, tras un cerco de tres meses y con ayuda de los cruzados. De ahí viene su nombre, pues muchos de ellos profesaban devoción al mártir San Jorge.

Durante el siglo siguiente, al constituirse Lisboa como capital del reino, y hasta mediados del XVI, el castillo vivió su período de máximo esplendor, pues reconvertido en Palacio Real fue testigo de acontecimientos históricos como la recepción de Vasco de Gama a su regreso de la India. Tras el terremoto de Lisboa de 1755, el castillo quedó en ruinas y no se comenzó a restaurar hasta el siglo XX.

Sobre las ruinas del antiguo palacio está la Cámara Oscura del Castillo de San Jorge, también incluida en la entrada y que mediante un curioso sistema de lentes nos permite cotillear varios de los lugares más famosos de Lisboa en tiempo real.

Después de ver el Castillo bajamos de nuevo a la Baixa para comer en la terraza de uno de sus restaurantes. Tuvimos la oportunidad de degustar dos platos típicos de la gastronomía lisboeta, el bacalao a bras  ( bacalao desmigado con la mezcla de patatas y huevo)  y el caldo verde ( elaborado con col, patatas y chorizo).

Después de comer paseamos por la Baixa en dirección a la Plaza de los Restauradores. En mitad de la plaza podemos contemplar un gran obelisco, obra de António Tomás da Fonseca, que hace referencia a un episodio importante en la historia de Portugal,  la independencia lograda por los restauradores en 1640, tras sesenta años de dominación española.

Nos dirigimos después hacia otro de los iconos de Lisboa, el elevador de Santa Justa. Este elevador es el único ascensor vertical de Lisboa y es todo un emblema para la ciudad. Comunica la Baixa con el Barrio Alto y además de su función práctica, es una de las atracciones más solicitadas (puedes encontrar importantes colas). El ascensor resulta de lo más llamativo, con su estructura de hierro forjado y sus elegantes aires neogóticos. Es obra de Raoul Mesnier Ponsard, discípulo de Gustav Eiffel, por lo que recuerda en cierta medida a la famosa torre parisina. Fue inaugurado en 1902 y al principio funcionaba a vapor, aunque pocos años más tarde comenzó a realizar sus trayectos mediante electricidad.





El elevador de Santa Justa recorre en pocos segundos los cuarenta metros de altura que separan La Baixa del Barrio Alto, concretamente hasta Largo do Carmo.  Sin embargo a nosotros no nos apetecía meternos en una cabina con 20 personas más, ni tampoco hacer cola, por lo que optamos por subir al Barrio Alto andando. La subida no es tan empinada si la haces a través del  Barrio de Chiado y este barrio es también uno de los imprescindibles de Lisboa. Chiado es el barrio más bohemio de Lisboa, desde finales del siglo XIX y principios del XX, comenzó a ganar importancia en la ciudad por ser el predilecto de poetas y escritores para reunirse y celebrar sus tertulias.

En 1988 tuvo lugar el episodio más trágico para el Chiado, ya que un incendio terminó con buena parte del barrio, dejando la zona prácticamente arrasada, a muchas personas sin vivienda o sin trabajo y numerosos heridos. El proyecto de recuperación del Chiado, dirigido por el arquitecto Álvaro Siza Vieira, duraría nada menos que una década, durante la que se fueron rehabilitando una veintena de edificios históricos. Actualmente, el Chiado es una de las zonas comerciales más importantes de Lisboa; su diferencia respecto a la Baixa es que, pese a tener también unas cuantas franquicias de marcas que todos conocemos, también alberga pequeños comercios mucho más especiales.

Paseando por Chiado llegamos sin darnos cuenta hasta el Barrio Alto. Este barrio es famoso por su vida nocturna, ya que además de pintorescos restaurantes en él se encuentran multitud de cafeterías y locales de copas. Además de su ambiente nocturno, merece la pena subir al barrio de día para disfrutar de sus bonitos miradores y sus plazas, cargadas de un ambiente bohemio que cobra vida entre sus acogedores cafés y elegantes edificios del siglo XVIII, que albergan librerías y teatros. De sus miradores, el más alto es el Mirador de San Pedro de Alcántara, desde donde hay unas preciosas vistas del Castillo de San Jorge y toda la parte nueva de Lisboa. Además el mirador está rodeado por unos bonitos jardines con esculturas blancas y mosaicos que crean un espacio de lo más relajante.






Tras disfrutar estas preciosas vistas desandamos camino, para bajar de nuevo a la Baixa, disfrutar de un heladito y dirigirnos de nuevo a la Plaza del Comercio, desde donde tenemos un agradable paseo fluvial que sigue al Tajo hasta llegar de nuevo a la estación Cais do Sodre. En este camino pasamos por delante del precioso edificio del Ministerio de la Marina. 




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