lunes, 18 de junio de 2018

Torres y sus campos de cerezos.




Uno de los paisajes más bellos que nos podemos encontrar es un campo de cerezos en flor. Son muchas las zonas de España donde es posible disfrutar este regalo de la naturaleza, entre ellas algunas situadas en la provincia de Jaén. Realizamos este recorrido a finales  Abril y este año, debido a las bajas temperaturas primaverales, la  floración de los cerezos se había retrasado hasta esta fecha, por lo que pudimos disfrutarla en todo su esplendor. 

Aunque lo más conocido de Jaén son sus campos de olivos, hay zonas donde la producción de la cereza es bastante importante, como en Alcalá la Real, Castillo de Locubín y Torres. Es a este último pueblo, situado en Sierra Magina al que nos dirigimos. Salimos desde Úbeda y tomamos la autovía A-316 dirección Jaén hasta llegar a Mancha Real. Tomamos la salida en este punto y desde aquí atravesamos este pueblo en dirección Torres. 

La carretera que nos lleva hasta esta villa es comarcal, pero está en buen estado, a medida que nos acercamos el paisaje va cambiando, todavía predomina el olivar, pero ya se ven de fondo las cumbres de Sierra Mágina que en el momento de nuestro viaje aún tienen algo de nieve en cotas altas. 



Nos acercamos a Torres y hacemos una parada para ver el pueblo, entramos hasta la plaza. Este lugar fue el primero en formarse extramuros. En ella se ubicó la Carnicería como una de sus primeras construcciones, posteriormente se edificarían el Ayuntamiento y el Pósito. El Ayuntamiento sostenía pintado el escudo real y la cruz de la Orden de Calatrava, a quien aún pertenecía el pueblo cuando se construyó. En el punto central de la plaza se erguía la picota, una columna empedrada a la que eran atados los convictos sometiéndolos a las miradas de los transeuntes para que así purgaran por sus delitos.



La construcción de las diferentes calles que partían de la Plaza del Pueblo fueron minuciosamente estudiadas para poder respetar los cauces naturales de agua con el fin de evitar las grandes crecidas que originaban los aguaceros.

Desde la Plaza tomamos una calle en la que en un corto recorrido llegamos hasta la iglesia que se adivina al fondo, es la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán.  Esta iglesia se construyó entre los siglos XVI y XVII  en el asentamiento de una antigua mezquita. Es de estilo renacentista y consta de una sola nave articulada en tres tramos, un coro a los pies, capillas laterales y presbiterio cubierto por bóveda de cañón. Cabe destacar que los ocho arcos situados a los pies de la iglesia, no sostienen a esta, sino que se realizaron para dar un segundo acceso al templo por una puerta lateral. Este acceso nos regala bellas imágenes del pueblo. 




Uno de los elementos que merece reseñarse es una pila bautismal de cerámica vidriada en verde sobre pie de piedra, de estilo gótico mudéjar. La pieza está datada en la segunda mitad del siglo XV, proviene de la escuela sevillana, siendo una de las doce piezas conservadas que actualmente se encuentran catalogadas en España. 

Volvemos a la Plaza y atravesamos el arco que nos conduce por la calle Corredera hasta la Ermita del Santo. Este templo fue levantado en honor a San Sebastián, conocido como "El Santo". El templo actual es del siglo XX, levantado donde en el siglo XVI estuvo la anterior ermita.



Desde aquí callejeamos un poco para llegar a la Casa-Palacio de los Marqueses de Camarasa, también denominada Palacio del  Mayordomo de Francisco de los Cobos. Para los que estáis familiarizados con la historia de la provincia de Jaén, os sonará el nombre de este ilustre personaje, secretario del emperador Carlos I de España y V de Alemania y hombre de gran poder y fortuna. A él se deben la mayoría de los palacios y castillos renacentistas de la provincia de Jaén, ya que poseía grandes extensiones de esta y era señor de muchos pueblos. 



Es este un Palacio Renacentista, hoy convertido en consultorio médico. El renacimiento se refleja en su portada, engalanada con un arco de medio punto, con decoración en la clave, encuadrado por dos pilastras con capiteles de orden dórico. Francisco de los Cobos mandó comprar la villa de Torres, aunque nunca residió allí. María de Mendoza, esposa del anterior, dio la orden de construir este palacio para ser asistido por su mayordomo, Bartolomé Ximenez, este era la persona encargada de regentar sus bienes y representarlo en la vida vecinal. 

Salimos del pueblo en dirección al paraje natural de Fuenmayor, antes de llegar a este atravesamos el puente de Vandelvira, denominado así al encargarse su construcción a este arquitecto, debido a que una riada destrozó el anterior puente. Este puente era un paso importante porque comunicaba el pueblo de Torres con sus molinos, situados al otro lado del rio. Escondida tras una caseta de reciente construcción en un lateral de puente vemos una bonita caida de agua. 




Atravesamos el puente y disfrutamos de una de las panorámicas más bellas del pueblo. En este punto el paisaje ya ha cambiado, van desapareciendo los olivares y comienzan a verse los campos de cerezos, que para nuestro deleite se encuentran en plena floración. 




Seguimos nuestro camino y llegamos  a un restaurante-asador llamado Fuenmayor, donde nos paramos a degustar una deliciosa comida, ya que nos lo habían recomendado. En la gastronomia de la zona tienen especial peso los derivados de la matanza del cerdo, tales como la "masa de chorizo", el "lomo de orza" o la morcilla negra. Platos tradicionales de los pastores son las "papas al ajillo",  las migas. El "morococo" es otro plato tradicional torreño que se elabora con los garbanzos sobrantes del cocido. También tienen bastante peso las carnes de cordero y choto. Dentro de la repostería caben destacarse las "ajuelas", dulce elaborado con masa de leche y harina. Por supuesto la cereza tiene su peso propio en la gastronomía torreña en temporada. Pero el protagonista que sobresale por encima de todos los demás es el aceite de oliva, como no podía ser de otra manera en la tierra mayor productora del mundo de este exquisito producto.

Y así, atravesando campos de cerezos y parando cada pocos metros para intentar inmortalizar la belleza del paisaje, llegamos hasta el área recreativa de Fuenmayor. Este es un buen punto para descansar y tomar algo en plan picnic si así lo deseáis, pues tiene mesas y barbacoas y el sonido del agua refresca y alegra la estancia. Hay una zona acondicionada para estacionar en la parte superior de la zona, a un lado de la carretera. Este es un buen punto si os apetece realizar una  ruta de senderismo por la zona. Es una pista forestal que lleva hasta la cascada del Zurreón, situada a dos km y una zona de acampada situada a seis kilómetros. Si lo que queréis es llegar hasta la zona de acampada en coche, es mejor hacerlo desde el pueblo, la distancia es menor y el camino mejor, ya que desde Fuenmayor es una pista forestal de acceso restringido para vehículos y en no muy buen estado para circular, aunque si para caminar.





Nosotros no realizamos la ruta ya que el principal objetivo de nuestro viaje era el ver la floración de los cerezos, cumplido este y tras descansar un poco en la zona recreativa volvemos hacia Úbeda. 

Otra de las épocas en las que más se puede apreciar la belleza de esta zona es en Junio, mes en el que las cerezas ya están rojas y destacan sobre los árboles, aumentando con su color la belleza propia de este paisaje.






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