jueves, 12 de diciembre de 2019

Bérgamo.



Nuestra primera etapa en la ruta por la Lombardía italiana fue la ciudad de Bérgamo. Fue una parada pensada por la cercanía del aeropuerto Orio al Serio, que está a pocos kilómetros de esta, y que al final nos terminó encantando.

Bérgamo es una ciudad en la que se pueden distinguir dos zonas, la Cittá Alta o ciudad medieval y la Cittá Baja o ciudad más moderna y comercial. Para nuestra estancia escogimos un bed and breakfast situado en la parte baja, pero a poca distancia del funicular que sube a la ciudad alta.


Plaza de la ciudad baja.


Llegar desde el aeropuerto hasta Bérgamo es fácil y barato, nada más salir del aeropuerto hay unas marquesinas donde unos autobuses urbanos conectan con la ciudad, con mucha frecuencia y un coste de 2.40 euros el trayecto. El billete se compra en una máquina en la misma parada, es bastante sencillo, y luego hay que picarlo al entrar en el autobús. Esto es bastante importante porque no basta con comprar el billete, ya que muchos no tienen caducidad y son reutilizables, por lo que hay que picarlos para evitar multas. 

El autobús nos dejó en la estación de tren de Bérgamo, que estaba a 15 minutos caminando de nuestro hotel. Tras dejar las maletas y explorar la coqueta placita en la que este se encontraba nos dispusimos a subir a la ciudad alta. En el hotel nos recomendaron subir en autobús en lugar de en el funicular. El coste es el mismo y el autobús te dejará en la parte más alta del casco antiguo, mientras que el funicular te deja en la plaza de abajo de este. Es más cómodo empezar la visita desde arriba e ir descendiendo. La línea que sube hacia la ciudad alta es la uno, y se puede tomar en la estación de tren o a lo largo de la avenida que parte de esta. 

Llegamos  en autobús a la ciudad alta y justo al bajar nos topamos con tres policías locales en la puerta el autobús haciendo un control de billetes, menos mal que lo habíamos picado y todo estaba en regla, si no hubiera tocado empezar con multita. Entramos  a la ciudad alta por la Plaza de la Ciudadela. Allí encontramos un coqueto restaurante donde comimos unas deliciosas pizzas. Como viajamos en el mes de diciembre anochecía temprano, sobre las cinco de la tarde, por lo que quisimos comer ligero para no perder mucho tiempo y que nos diera tiempo a visitar Bérgamo, ya que a la mañana siguiente nos marchábamos hacia Como. El centro histórico de Bérgamo tiene el tráfico restringido, por lo que es una delicia pasear por sus calles, en nuestro viaje engalanadas con la decoración navideña a la que tanto partido saca la elegancia italiana. Era un verdadero placer ver la decoración de escaparates y las calles tan coquetas. Paseando, paseando, llegamos a la Plaza Vecchia, lugar de gran belleza en la que destaca su fuente central, con un aire a la fuente de los leones de la Alhambra de Granada.





En esta plaza encontramos también el Palazzo della Ragione y la torre Campanone, a la que se puede subir.




El Palazzo della Ragione fue edificado a finales del siglo XII. Al igual que otros palacios comunales italianos de época medieval, tiene una planta baja abierta por tres lados mediante pórticos. El palacio nació como uno de los primeros palacios comunales de Italia, construido hace casi mil años para acoger las asambleas públicas de la ciudad. Su denominación procede  de la época en la que se utilizó como tribunal. Aquí los jueces escuchaban y decidían utilizando su "razón", en italiano "ragione".




La Torre Civica o Campanone, se alza sobre la plaza con sus 52,72 metros de altura. En su cumbre se encuentra la campana más grande de Lombardía. Cada noche a las diez, el Campanone toca sus 100 tañidos, como recuerdo del antiguo cierre de las puertas de la ciudad. 

Detrás del Palazzo della Ragione  encontramos la Capilla Colleoni, con una fachada de gran belleza, aunque su interior no es muy interesante. Es esta una capilla/mausoleo construida entre 1472 y 1476. La fachada se caracteriza por el uso de decoraciones en forma de rombo realizadas con mármol policromado de colores rojo, blanco y negro. Tiene un gran rosetón, flanqueado por dos medallones con los retratos de Julio César y Trajano.




Al lado de la capilla está una de las puertas de entrada de la Basílica de Santa María la Mayor, franqueada por cuatro leones rojos. Una peculiaridad de esta basílica es la falta de una entrada central, de hecho los cuatro accesos a la iglesia son todos laterales. En el lado norte, la puerta de los Leones Rojos, en la plaza del Duomo. En cambio, en el lado sur mira hacia Piazza Rosate con la puerta de los Leones Blancos. La coloración se debe al tipo de mármol utilizado.  El exterior de la basílica conserva la estructura arquitectónica original de estilo lombardo-románico.




Su interior conserva la planta original de cruz griega, la decoración sin embargo es fruto de la renovación barroca realizada en el siglo XVII. Las paredes están decoradas con bellos tapices del siglo XVI y XVII.




El conjunto de la Plaza Vecchia es de gran belleza y proporcionalidad y un estilo italiano muy definido, a mi personalmente me encantó.  

Rodeando la Cittá Alta están las murallas venecianas, más de seis kilómetros de largo y lugar ideal para románticos paseos y para observar la ciudad al atardecer. Las murallas están formadas por 14 baluartes, dos plataformas, 100 aberturas para cañones, dos polvorines, cuatro puertas y un complicado sistema subterráneo de salidas.




Tras la visita nos bajamos andando hacia nuestro alojamiento, situado en una coqueta plaza de la zona comercial, también elegantemente decorada para las fiestas navideñas. Nos disponemos a descansar para continuar al día siguiente nuestra ruta por Lombardía, siguiente parada Como y su lago. 


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