Medinaceli es un bello pueblo situado al sur de la provincia de Soria, conocido entre otras cosas por ser el lugar donde murió el famoso caudillo del ejercito musulmán Almanzor. El muy temido caudillo que no perdía ninguna de sus batallas era el azote de los cristianos, pero nadie vive eternamente, ni siquiera Almanzor. Un caluroso 10 de Agosto de 1002, tras incendiar el monasterio de San Millán, enfermo desde hacía años y tras semanas de agonía vino a morir a Medinaceli. Se rumorea que su tumba está hacia poniente en el cuarto cerrillo, con él se fue el secreto de múltiples tesoros.
Medinaceli es nuestra primera etapa de un recorrido en coche por Navarra en el que tambíén tocaremos algunos puntos en Soria, Zaragoza, Pais Vasco y Francia. Salimos para este viaje desde Alcalá de Henares, que es nuestra estación de salida siempre que nos dirigimos hacia el norte. Tomando la A-2 en dirección Zaragoza, en poco más de hora llegamos a esta bella localidad. Nos dirigimos al centro histórico que está encaramado a una colina, desde la carretera de acceso tenemos la primera visión del bello entorno y la riqueza patrimonial que nos aguarda.
En la curva de acceso al pueblo hay una pequeña ermita con aspecto de semiabandono pero gran encanto, es la Ermita del Humilladero. Esta toma su nombre del término "humilladero", lugar situado extramuros, en un cruce de caminos de entrada y salida de la población. El objetivo de esta era facilitar la práctica religiosa a los transeuntes.
Seguimos subiendo la serpenteante carretera y llegamos al pueblo, donde nos da la bienvenida el impresionante arco del triunfo romano. Aparcamos en una explanada habilitada para esto cerca del arco y nos dirigimos a la cercana oficina de turismo para que nos den un plano de la localidad.
El arco romano es del siglo I d.c, único de triple arcada en la península, el arco central era para los carros y los laterales para los peatones. Su función era dar acceso al recinto amurallado desde la calzada que unia Soria con Zaragoza y dejar constancia del poderío del imperio romano. Desde aquí hay una bella panorámica del valle del Jalón y es posible ver también la escultura del Cristo de Medinaceli en un mirador.
Nos entusiasmamos paseando por las bonitas y empedradas calles de Medinaceli y nos olvidamos del mapa, de pronto nos topamos con la Plaza de San Pedro en la que bajo el suelo y cubierto por una vitrina se puede ver un mosaico romano del siglo II en el que aún se aprecia la policromía.
Desde aquí decidimos salir hasta la muralla y dirigirnos hacia el castillo. Este edificio erigido en torno al siglo XIV por los Condes de Medinaceli, aprovechó la ubicación y estructura de una alcazaba árabe. Tiene planta rectangular con tres torreones circulares y un cuarto cuadrangular como torre del homenaje. Aunque merece la pena acercarse a verlo, solo es visitable en su exterior.
Alzamos la vista y vemos la torre de la colegiata de Nuestra Sra de la Asunción, vamos orientándonos por la torre para llegar a la Plaza donde se ubica. La colegiata se construyó en el siglo XVI cuando el Duque de Medinaceli solicitó al Vaticano la unión de todas las parroquias en la de Santa María. Se demolieron pues todas las pequeñas iglesias, más de doce en estilo románico, que estaban en ruinas tras la reconquista de la ciudad. Visitamos el interior, donde no se permite tomar fotos. Tras la reja del altar mayor se expone una bella talla del Cristo de Medinaceli del siglo XVI en madera policromada.
Salimos de la iglesia tras estar un rato charlando con su anciano párroco que se queja de que las nevadas de ahora ya no son como las de antes, aunque me imagino yo la rasca que tiene que hacer en este cerro en invierno. Deben de estar preparando alguna actuación para la noche pues habían instalado un piano de cola delante del altar mayor y estaban afinándolo. Y es que Medinaceli tiene en verano una intensa vida cultural, con conciertos de coral en la colegiata los fines de semana de junio. En julio el festival internacional de música Villa de Medinaceli y en agosto conciertos de órgano gratuitos. En el Palacio Ducal hay conciertos en junio y julio, preludio del festival de ópera que se realiza en agosto.
Salimos de la colegiata hacia la Plaza Mayor, impresionante lugar que no parece cuadrar en un pueblo tan pequeño pero que nos da una idea de la importancia que la localidad tuvo en épocas pasadas. Esta amplia plaza de forma casi pentagonal está porticada en alguno de sus lados, escoltada en otros por edificios notables: la Casa del Concejo-Alhóndiga y el Palacio Ducal. En esta plaza se celebra el sábado más próximo al 13 de noviembre la fiesta del Toro Jubilo. Un rito de fuego y toro que simbolizan purificación y fuerza, se trata de un rito pagano que se cristianizó en la fiesta de los patronos locales, Probo, Pascasio, Paulilo, Eutiquiano y Arcadio, representados en cinco hogueras en el recinto donde se celebra la fiesta.
La Alhóndiga es una de las construcciones más singulares de la villa, en la planta alta se reunía el concejo y la baja se destinaba a alhóndiga o lo que es lo mismo almacén y centro de transacciones comerciales de grano y otros productos comestibles. Es una construcción del siglo XVI con dos plantas de arqueria en su fachada exterior, ambas de cuatro arcos.
El Palacio Ducal ocupa el lado norte de la plaza, se trata de un edificio de estética renacentista construido entre los siglos XVI y XVII por Juan Gómez de Mora. En la actualidad alberga el centro de arte contemporáneo DEARTE.
Tomamos rumbo hacia la puerta árabe, que a pesar de su nombre no es árabe. Sus cimientos son romanos y en lugar del arco apuntado que hoy vemos pudo existir en su origen uno de medio punto o de herradura. También llamada puerta del mercado ya que era uno de los accesos a la villa en dias feriados y aquí se instalaban los comerciantes que no accedían al recinto amurallado. Cerca de la puerta está la ermita del Beato Julián de San Agustín, construida en el siglo XIX por los vecinos de la localidad sobre la casa natal del beato. Lope de Vega escribió pensando en él la comedia "el saber por no saber y la vida de San Julián de Alcalá de Henares".
Volvemos sobre nuestros pasos cruzando de nuevo la magnífica Plaza Mayor de la que nos cuesta despedirnos y nos dirigimos hacia las ruinas de la antigua sinagoga, también llamada beaterio de San Román. Algunos historiadores ubican una mezquita en este edificio, hoy de aspecto ruinoso y solo visitable en su exterior, otros creían que era una sinagoga. Posteriormente acogió una comunidad de monjas adineradas con flexibles normas de vida en comunidad y finalmente fueron jerónimas hasta la segunda mitad del siglo XX.
Seguimos caminando y pasamos por el cercano nevero ubicado en la zona norte de la localidad. Posiblemente de época árabe, se dedicaba al almacenamiento y conservación de la nieve en invierno para su uso durante la estación cálida.
Proseguimos camino hasta el convento de Santa Isabel, cercano ya al campo de San Nicolás habilitado como parquing. El convento fue fundado por la duquesa de Medinaceli en 1528, adosado a la iglesia de San Martín.
En los alrededores del parquing y la oficina de turismo hay algunos restaurantes en los que poder degustar la gastronomía de la zona. Aquí, como en el resto de la provincia de Soria, destacan los productos para los amantes de la carne, como los derivados de la matanza del cerdo, entre ellos el lomo embutido de Medinaceli. Recomiendan no irse sin probar un mil hojas, un pastel de etéreo hojaldre con mantequilla dulce de Soria. En Semana Santa tras ver procesionar a Jesús de Medinaceli es recomendable probar los rosquillos locales y la limonada, bebida en la que el limón es solo atrezo.
Nos despedimos de esta bella localidad para seguir nuestra ruta con la mirada puesta ya en nuestro siguiente destino, Tarazona.
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