lunes, 26 de noviembre de 2018

Sanlúcar de Barrameda.



Sanlúcar de Barrameda es uno de esos destinos en los que no puedes pensar sin que tu estómago se despierte con la anticipación de los placeres gastronómicos que allí puedes disfrutar. Por no  hablar del bello paisaje que nos regala la desembocadura del Guadalquivir o la monumentalidad de su casco histórico.

Realizamos nuestro viaje en el mes de Septiembre y  alquilamos un apartamento para cinco noches, ya que queríamos conocer también la costa gaditana hasta Tarifa. El apartamento estaba situado en la zona de Bajo de Guía, muy cerca del paseo marítimo, lleno de restaurantes y contiguo a la playa.


En nuestro primer día llegamos casi a la hora de comer, que mejor manera de comenzar nuestro viaje que un inmersión en la gastronomía local. Nos habían dado una serie de recomendaciones, así que nos fuimos a Pórtico de Guia y comimos en Juanito Huertas. Fue nuestra primera aproximación a la maravillosa gastronomía de esta zona. En esta ocasión empezamos con las famosas tortillitas de camarón, una fritura de pescado, puntillitas, arroz de marisco y rebujito. La comida fue deliciosa y el paisaje de la desembocadura del Guadalquivir ayudó a inmortalizar esta toma de contacto con Sanlúcar.

Después  nos fuimos a la antigua fábrica de hielo, que hoy es un centro de interpretación sobre Doñana, allí reservamos una visita a Doñana para unos dias después. La reserva se puede hacer también de forma telefónica en el 956363813. Estas visitas se hacen con un barco llamado buque Real Fernando que parte de la playa de Sanlúcar, justo al lado de pórtico de guía. No es necesario hacer ningún pago al hacer la reserva sino que se hace el mismo día del viaje en el que hay que ir al menos media hora antes a recoger las entradas al centro de visitantes. En esta página web podéis encontrar más información ya que hay distintos tipos de rutas, nosotros hicimos la visita en barco http://www.visitasdonana.com/.

Una vez reservada la excursión pasamos el resto de la tarde en la playa de Sanlúcar. Esta al ser la desembocadura del Guadalquivir no tiene la calidad de otras playas de Cádiz, pero no queríamos coger el coche otra vez y para un ratito nos pareció buena opción. En esta playa en el mes de agosto tienen lugar las famosas carreras de caballos, estas vienen celebrándose desde hace 160 años y atraen a un gran número de visitantes. Desde la playa damos un paseo para ver algunos de los bonitos chalés antiguos que hay por la zona, tras esto,  volvemos al apartamento y nos preparamos para salir a cenar por el centro de Sanlúcar.

Nuestro destino era la Plaza del Cabildo, lugar muy ambientado y con muchos lugares para comer. Nos habían hecho unas recomendaciones y el sitio elegido fue la Gitana. El bar tiene muy buena calidad, el problema es que no sirven en terraza, tienes que pedir en barra y llevarte las cosas a la mesa, al menos cuando nosotros fuimos en septiembre.  Esto parece ser común en esta zona. Aquí, entre otras cosas, tomamos unos langostinos de Sanlúcar y la verdad que el sitio está muy bien. Después seguimos callejeando por el centro y nos fuimos al barrio alto, donde encontramos una heladeria impresionante, el príncipe. Pasamos por delante del castillo y seguimos descendiendo ya en dirección al apartamento.




En los días siguientes nos dedicamos a recorrer la costa de Cádiz, esta ruta ya os la relaté en un anterior artículo que podéis encontrar aquí.

En nuestro penúltimo día en Sanlúcar hicimos una excursión a Doñana con el buque Real Fernando. La ruta dura aproximadamente tres horas, se adentra unos 13 Km río arriba y tiene dos breves paradas en el parque, una en las salinas y otra en el poblado de la Plancha. Recomiendan llevar protección antimosquitos y en verdad no es una recomendación gratuita, nosotros nos bañamos, literalmente, en loción y además llevábamos pulseras, a pesar de eso acabamos con el cuerpo lleno de picaduras. Mi más profundo respeto a los habitantes de Sanlúcar, deben de tener más resistencia al mosquito que un indígena del Amazonas, o bien es que el langostino de zona tiene algún tipo de propiedad repelente. Por si acaso esa misma noche dimos cuenta de una generosa ración. 







La visita es interesante pero en mi opinión se queda muy escaso el tiempo de parada en el Parque, en la segunda parada no da tiempo ni de ver el poblado. El precio es de 17,5 euros por adulto y 8,5 euros los niños. A la vuelta de Doñana avistamos el puerto de Bonanza desde el que partió la expedición de Magallanes para dar la vuelta al mundo y al que finalmente llegó Juan Sebastián el Cano tras concluirla.



Tras la visita nos vamos a comer a la zona de Pórtico de Guía y a descansar un rato al apartamento, que estaba a cinco minutos andando de allí. Por la tarde nos fuimos a Chipiona, donde disfrutamos un rato en la playa de Regla. Muy cerca de donde aparcamos está el Santuario de  la Virgen de Regla, que  se encontraba engalanado de flores ya que al día siguiente comenzaba la feria de Chipiona.




Chipiona nos sorprende agradablemente porque nos parece un pueblo muy bonito, a destacar el magnífico edificio del faro y  el santuario. Dimos un agradable paseo por el paseo marítimo entre el santuario y el faro, cenamos en Chipiona y nos volvimos a Sanlúcar.



En nuestro último día en Sanlúcar  el plan era visitar los monumentos más destacados. Iniciamos la visita por el Castillo de Santiago. Una buena opción para aparcar cerca del castillo es hacerlo en el supermercado Lidl, está a unos cinco minutos andando y evitas entrar en las calles más estrechas del casco antiguo. El castillo de Santiago ofrece visitas teatralizadas pero solo unos días de la semana, para tener más información http://www.castillodesantiago.com/. Nosotros hicimos la visita libre que tiene un coste de 8 euros por adulto y 5 por niño. Con la entrada te dan una guia con el mapa e información del castillo. Yo destacaría la torre del homenaje con sus aves rapaces y su magnífica vista desde la torre sobre Sanlúcar. Dice la tradición que desde esta torre fue la primera vez que la reina Isabel la Católica tuvo la visión del mar.




 






Tras la visita al Castillo nos vamos a ver los jardines del Ayuntamiento y el magnífico edificio mudéjar que lo alberga. El edificio del ayuntamiento se encuentra en el Palacio de Orleans y Borbón. Fue construido entre los años 1852 y 1876 como residencia de verano de Antonio de Orleans y María Luisa Fernanda de Borbón, infantes de España y Duques de Montpensier.  El edificio refleja una selección de elementos de la arquitectura oriental, hispano-musulmana y mudéjar y a su vez recibe influencia francesa y clásica, todo ello dentro de los gustos del siglo XIX. En su exterior hay unos bellos jardines que constituyen un jardín botánico de entrada gratuita. La visita al edificio histórico del ayuntamiento no es posible. 








Desde aquí visitamos también las Covachas, una galería porticada en uno de los muros del Palacio Ducal de Medina Sidonia y antigua muralla de la ciudad, son de estilo gótico. Visitamos también el Palacio de los duques de Medina Sidonia, actualmente convertido en hospedería. Este palacio ofrece visitas guiadas, nosotros no habíamos reservado, por lo que solo pasamos a tomar un refrigerio en su bonito patio y de camino tener una visión superficial del bello edificio.

 
Jardines del Ayuntamiento.

Palacio de Medina Sidonia.

 Este Palacio está en la plaza de los Condes de Niebla, contigua a la plaza de la Paz, en el barrio alto. Nos habían recomendado un cercano bar, llamado El Conejo, justo detrás del BBVA y allí nos vamos a comer. Tras la comida volvemos hacia el castillo y hacia las bodegas de Barbadillo. Solo ofrecen visita con cata, por lo que teniendo en cuenta que tenemos unas cuatro horas de coche por delante,  decidimos no hacerla. A estas alturas vemos que nuestra planeada parada en  Jerez va a ser demasiado apresurada para lo que esta ciudad se merece, por lo que lo decidimos dejarlo para otra ocasión y volvemos a casa.




domingo, 18 de noviembre de 2018

Ochagavía y selva de Irati. Ruta desde la Navarra Media al Valle de Salazar.



Hoy vamos a realizar una ruta que parte desde Sos del Rey Católico, en Zaragoza, hasta el Valle del Salazar. La vamos a hacer en coche, de forma lineal,  ya que dormiremos al final de nuestro trayecto, que es el precioso pueblo de Ochagavía.

Tras la visita a Sos del Rey Católico, salimos en dirección Sangüesa para tomar después rumbo a Lumbier. Aquí vamos a realizar nuestra primera parada para ver el impresionante paisaje que nos ofrece la Foz de Lumbier. Hay posibilidad de verla desde un mirador, en el que también hay restos de una villa romana, aunque la zona está un poco abandonada y tomada por la vegetación. Nosotros queremos realizar la ruta dentro de la Foz, ya que su interior puede ser recorrido por un cómodo camino, herencia de un ferrocarril, el Irati, que la atravesó desde 1911 a 1928. Este camino nos permite adentrarnos en este paraje arañado entre dos paredes calizas de tonos rojizos y ocres sobrevoladas por buitres leonados, alimoches, chovas pitirrojas y vencejos entre otros. Nos acompaña en nuestro camino el rio Irati,  de aguas cristalinas, con barbos, truchas y otros habitantes acuáticos.



Es un recorrido de aproximadamente una hora,  ida y vuelta, dos pequeños túneles separan la foz del mundo exterior. Para realizar este recorrido hay que seguir las indicaciones "Foz de Lumbier" al llegar a la localidad del mismo nombre. Al final del camino hay un estacionamiento donde hay que abonar 2,5 euros por aparcar. Allí hay una caseta de información, servicios y mesas habilitadas entre los árboles para picnic, pero no hay restaurante ni otro lugar donde comprar comida por lo que hay si es vuestra intención comer aquí hay que llevarla. 

Nosotros hicimos el recorrido completo, hasta llegar al puente del diablo. Este marca el final de la ruta y fue construido a mediados del siglo XVI para unir las dos caras de la Foz de Lumbier. En 1812, durante la guerra de la Independencia, fue hundido por los franceses. Actualmente sigue parcialmente derruido, no siendo posible cruzarlo, aunque si acceder a él para disfrutar su bella y herida silueta. El acceso al puente es un poco peligroso y escarpado, una cadena anclada en la pared ayuda en la subida. 




Tras la ruta paramos en el pueblo de Lumbier para comer y proseguir por la Na-178 en dirección Ochagavía. Vemos como el paisaje va cambiando dejando atrás los campos de cereales para transformarse en un paisaje más boscoso, más agreste, señal de que entramos en zona pre-pirenaica. A unos 20 Km de Lumbier hay una indicación de desvio en la Na-178 que nos llevará a un mirador desde el que podemos ver la Foz de Arbayún.



Foz es la palabra con la que se designa en Navarra a una garganta o desfiladero excavado por un rio, en este caso el río Salazar. Por dimensiones y espectacularidad, Arbayún es la reina de las foces navarras, sin embargo también es la más inaccesible, por lo que en este caso nos contentaremos con verla desde el mirador. No es necesario volver después sobre los pasos para proseguir camino ya que el mismo desvío que tomamos hacia el mirador después prosigue para tomar de nuevo la carretera por la que circulábamos.


Tras la parada en el mirador estamos ya inmersos en la belleza del Valle del Salazar, zona que merece la pena recorrer sin prisas ya que no hay pueblo feo en ella, todos tienen una armonía que les hace sintetizarse con este paisaje pirenaico. Nosotros también estamos tentados de parar en muchos de ellos, pero como siempre hay que buscar un equilibrio entre lo que queremos los adultos y los que nuestros hijos desean. En este día que comenzamos en Sos del Rey católico con una visita guiada que ya os relaté y podéis releer aquí, seguida de una ruta corta, aunque dura por el calor del día, decidimos darles el gusto y llegar a Ochagavía con hora de disfrutar un baño en una zona habilitada para ello en el río. Debido a esto solo paramos en uno de los pueblos previos, Esparza de Salazar, pequeño pero con gran encanto.



Llegamos pues a Ochagavía, donde hemos alquilado una casa rural llamada Bidezarra Etxea. Hay mucha oferta en este precioso pueblo y nos apetecía un lugar donde poder cenar y desayunar en casa tras tantos días de rutas comiendo en restaurantes. Así pues,  tras coger las llaves, dejar el equipaje y aprovisionarnos para los dos días que vamos a estar aquí, tomamos la carretera que atraviesa el pueblo para llegar a una zona de baño a las afueras de la localidad. Es una zona donde se ha creado una piscina natural en el río con un pequeño dique y en la que la ribera del río se ha preparado para poderse tumbar. Si tenéis intención de bañaros os aconsejo traer chanclas de río, ya que las piedras son bastante incómodas de pisar. El baño es solo apto para no frioleros ya que la temperatura del agua, a pesar de ser Julio, era bastante baja. 

Vista desde nuestra casita.


Después del baño damos una vuelta por el pueblo paseando por la orillas del río y cruzando de vez en cuando los bellos puentes que unen las dos orillas. La tarde comienza a cubrirse por lo que decidimos volver a casa, justo a tiempo para evitar ponernos empapados con una tormenta,  que aún avisada, nos sorprende por la manta de agua que se desploma en nada de tiempo. Me encanta la lluvia por lo que no puedo apartar mis ojos de la ventana mientras las montañas, bosques y el pintoresco pueblo que nos rodea es azotado por la tormenta.




Tras esta primera noche en Ochagavía el día amanece totalmente despejado, perfecto para nuestro plan de visitar la Selva de Irati. Tomamos pues la carretera que serpentea desde Ochagavía al lugar conocido como Casas de Irati. El paisaje que atravesamos es muy bonito, hacemos una parada en el mirador de Goniburu para poder tomar fotos del espectáculo natural que nos rodea. Después seguimos hasta llegar a las Casas de Irati, lugar donde hay un aparcamiento y una caseta de información de las rutas de la zona. El aparcamiento tiene un coste de cinco euros, pero si estáis alojados en el valle de Salazar o el vecino valle de Aezkoa, el propietario del alojamiento os dará un vale de descuento y el coste será solo dos euros.





La Selva de Irati es el mayor hayedo de Europa, un territorio de más de 17.000 has de bosque, con magníficos ejemplares de hayas y abetos. Las leyendas cuentan que este inmenso bosque era el reino de "Basajaun", personaje mítico y señor del bosque. Nosotros no nos lo encontramos en nuestra ruta, aunque puede que viéramos sus huellas, o no. 

En información nos dan un plano de las rutas, nosotros vamos a hacer dos rutas, una circular de 8 km que nos llevará hasta el embalse de Irabia, y otra más pequeña hasta la cascada del Cubo. La ruta del embalse de Irabia sale desde la misma caseta de información y va alternado sendero con pista forestal. Es posible hacerla entera por la pista forestal, convirtiéndola en una ruta lineal. Esta opción es más cómoda,  porque los senderos se internan más en el bosque con subidas, bajadas y cruces de riachuelos, pero el alternar con senderos hace la ruta más bonita, te permite meterte más en la naturaleza, donde el silencio comparte su espacio con los sonidos del bosque. La ruta del cubo sale desde el lateral del aparcamiento y es lineal, por pista forestal,  no os llevará más de media hora ida y vuelta, al final hay una pequeña cascada que es bonita.






En la parte superior de las casas de Irati hay un restaurante-cafetería y también una ermita. Es esta la ermita de las Nieves a cuyo alrededor hay también un agradable paseo.




Como terminamos ambas rutas temprano, decidimos volver a Ochagavía y subir hasta la ermita de Muskilda. Esta ermita-santuario se encuentra situada en la cima del monte del mismo nombre. Se accede desde un desvío en la carretera entre Ochagavía e Izalzu. Rodeado por una muralla, el recinto de Muskilda incluye la ermita y la casa del ermitaño y del capellán. Es románica, del siglo XII, restaurada a mediados del siglo XVII.  En este lugar se realiza una romería el 15 de agosto y el 8 de septiembre, allí se ejecutan las danzas en honor a Ntra Sra. de Muskilda desde 1539.





Tras la visita a la ermita volvemos a Ochagavía para ver la iglesia que no habíamos visto el día anterior y recorrer de nuevo sus calles, intentando distinguir las ocho casas originales que sobrevivieron al devastador incendio que asoló la localidad en 1794.




Tras el paseo ponemos rumbo a la cercana localidad de Ezcároz, que nos llamó la atención el día anterior por su armonía y belleza y que no paramos a visitar. Dedicamos pues hoy un rato relajado a recorrer sus hermosas calles, tras lo cual nos paramos en una agradable zona de baño que hay a la entrada del pueblo para disfrutar un rato del rio.




Al anochecer volvemos a Ochagavía, nos han dado una serie de recomendaciones para cenar y optamos por la sidrería Kixkia, donde disfrutamos un magnífico chuletón acompañado de sidra y de postre carne de membrillo con queso del cercano valle del Roncal.

Tras pasar nuestra segunda noche en Ochagavía nos levantamos para continuar nuestra ruta por Navarra que nos llevará hasta Elizondo pasando por las localidades de Roncesvalles y la vecina localidad francesa de San Juan a pie de Puerto, punto de inicio del Camino de Santiago francés. 

sábado, 10 de noviembre de 2018

Castañar de Valdeazores. Parque Natural de Despeñaperros.



El otoño es una estación que potencia la belleza de la naturaleza, ofreciendo matices que en cualquier otro momento no es posible disfrutar. Hay paisajes que se maquillan en esta época, sacando toda una gama cromática de rojos, amarillos, ocres y marrones que son una delicia para los aficionados a la fotografía en particular y para los amantes de la naturaleza en general. 

Aprovechando que nos encontramos en esta época, vamos a realizar una ruta dentro del Parque Natural de Despeñaperros, un paraje de gran belleza y bastante poco concurrido por el turismo. Aunque en él podemos encontrar ofertas interesantes de casa rurales, es poca para la extensión del parque y para lo que puede ofrecer su visita.







Para realizar esta ruta tenemos que tomar la antigua N IV, a la altura de Venta de Cárdenas y tomar la salida hacia el parque natural de Despeñaperros. En la misma carretera encontramos un restaurante en el que podemos aparcar, es el restaurante-bar Despeñaperros. Tras dejar el coche seguimos unos cincuenta metros andando por la carretera en dirección oeste, sentido hacia Córdoba, y encontramos el cartel que indica Valdeazores. Es bastante fácil de localizar porque el cartel es grande.  Justo al final de este sendero está el cartel explicativo de la ruta y una puerta metálica que tendréis que abrir para iniciarla. 

La ruta es de baja dificultad, es lineal de 2,9 km,  hora y cuarto de ida y otro tanto de vuelta, a paso tranquilo. Es bastante llana en su inicio, aunque el último tercio es en pendiente. No es apta para carritos de bebé ni para bicicletas, ya que hay tramos de escaleras y puentes de madera.






El camino discurre por las laderas del Barranco de Valdeazores, descrito por algunos como un paraiso botánico.  En el  primer tramo  de la ruta el sendero cruza el barranco en varias ocasiones atravesando un bosque en galería de fresnos y alisos. Se llega después a una zona de castaños de gran tamaño, posiblemente la más bonita de toda la ruta.



El castaño es un árbol que puede alcanzar hasta 30 metros de altura, como los ejemplares que vamos a encontrar aquí, de gran desarrollo debido a la humedad de la zona y a la cercanía del manantial. En los últimos tiempos el castaño ha retrocedido drásticamente debido a la tinta y el chacro, dos enfermedades causadas por hongos, que han mermado los castañares de medio mundo. En Despeñaperros  se localizan sólo en dos zonas y las dos se encuentran en el Barranco de Valdeazores. 



 A partir de aquí la ruta se hace ascendente y se vuelve algo más abrupta, discurriendo por la margen derecha del barranco. Vamos encontrando distintas especies de árboles como pinos, encinas, durillos, enebros, retamas, alcornoques y otras especies de bosque mediterráneo, para al final adentrarnos en un bosque de quejigos y robles melojos. 




Al final de nuestro paseo salimos a una pista más ancha que enlaza con otras rutas como son; Magaña ( 12km), el Castillo de Castro Ferral y el mirador del Collado de la Aviación (3,4 km).



Nosotros realizamos esta ruta por la mañana, iniciamos a las once y media y fuimos bastante tranquilitos porque íbamos parando para tomar fotos del paisaje. La mañana estaba húmeda y brumosa, pero acompañaba totalmente nuestro camino, ya que la humedad resaltaba aún más los colores de las piedras, líquenes y musgos que nos rodeaban por doquier.





En la última parte de la ruta comenzó a bajar la niebla, pero el sendero está muy bien delimitado por lo que no hay ningún problema para seguirlo ni posibilidad de perderse.





Terminamos a una hora estupenda para volver al restaurante donde habíamos dejado el coche y disfrutar de una magnífica comida. Tienen muchas especialidades de carne, sobre todo de caza, platos con distinta preparación de carne de ciervo y jabalí. Nosotros nos decidimos por una "ensalada despeñaperros" de primero y después "chuletillas de cordero y rabo de toro". La relación calidad precio es bastante buena y las vistas de Despeñaperros desde el comedor también. Tiene además, un bar anexo al restaurante donde se puede tapear o comprar unos bocadillos. Totalmente recomendable. Se me olvidaban las aceitunas de cornezuelo que nos pusieron de aperitivo, sublimes.