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domingo, 4 de septiembre de 2022

Ruta por el norte de Portugal y Galicia.



Este verano  hemos recorrido el norte de Portugal y parte de la provincia gallega de Pontevedra. Ha sido un precioso itinerario, lleno de rincones encantadores que quedarán almacenados en nuestra memoria. En esta ocasión ha sido un recorrido en coche durante 10 días, en los que hemos pasado 7 noches en Oporto y dos en Nigrán, una localidad cercana a Baiona. 

En este artículo voy a relatar las etapas principales del viaje, algunos ya los he descrito en artículos anteriores, los podéis ver pinchando en las localidades resaltadas en naranja, el resto los iré desarrollando en próximos artículos, ya que es una zona con mucho que visitar y relatar. 

Iniciamos el viaje en la localidad de Alcalá de Henares, y ponemos rumbo a Oporto en dirección Zamora. Nuestra primera parada es en la localidad lusa de Braganza, muy cerca de la frontera con Zamora. Es esta una bella ciudad portuguesa, con un casco antiguo muy pequeño, llamado "la ciudadela", pero de gran belleza. Visitamos este, junto a su castillo, aprovechamos también para una primera aproximación a la gastronomía portuguesa. Desde Bragança ponemos rumbo a Oporto. Previamente hemos asociado nuestra tarjeta con la página de peajes portuguesa, ya que en este tramo hay peajes de lectura electrónica. En Portugal prácticamente todas las autovías son de peaje, habiendo varios tipos de estos. Os contaré más sobre cómo pagarlos en un próximo artículo.

Castillo de Braganza.

 

Para la estancia en Portugal reservamos un apartamento en un pueblo pesquero muy cercano a Oporto, justo al otro lado del Duero. Es el pueblo de San Pedro de Afurada o simplemente Afurada. Un precioso pueblo de pescadores que, a pesar de contar con muchos restaurantes en los que degustar un magnífico y fresquísimo pescado, la mayoría a las puertas de las propias casas de los vecinos, mantiene una autenticidad que aún logra escapar del turismo de masas. Paseando por sus calles encontraréis a sus vecinos tomando el fresco, degustando una cena en la puerta de sus casas, celebrando cualquier evento en la plaza del pueblo, los niños jugando al balón....



El pueblo de Afurada se sitúa muy cerca de la desembocadura del Duero, por lo que en un agradable paseo nos dirigimos a esta, al final de la cual hay una bonita playa en la que disfrutamos un precioso atardecer.

Nuestra segunda jornada va a estar dedicada íntegramente a Oporto, habíamos reservado un free tour por el centro de este, partiendo de la Plaza del Ayuntamiento y terminando en la Ribeira. Nuestra guía es muy amena, y nos va paseando por algunos de los lugares más bonitos de la ciudad, a la vez que nos relata la historia de Portugal. De esta manera conocemos que es Oporto la que da nombre al país, ya que el antiguo asentamiento romano de Cale pasa a llamarse posteriormente Portus Cale, nombre que con el tiempo deriva en Portugal, cuando este pasa a ser independiente. 




Finalizamos nuestro tour a la hora de comer, y siguiendo las indicaciones de nuestra guía, cruzamos el puente de Luis I desde la Ribeira de Oporto hasta la orilla opuesta, Vila Nova de Gaia, una localidad pegada a Oporto donde se encuentran las famosas bodegas del vino de Oporto y numerosos restaurantes. Es difícil de diferenciar entre esta localidad y Oporto, ya que están tan unidas que parecen uno, y es también difícil de decidir si es más bonita la vista de Oporto desde Gaia o la de Gaia desde la Ribeira de Oporto.




En Gaia probamos la Francesiña y el plato más típico de Oporto, las tripas, una especie de callos mezclados con albóndigas y alubias, muy buenos pero muy densos. Después de la comida subimos hasta el monasterio de La Sierra del Pilar, desde el que hay una impresionante vista de las dos orillas del Duero, para después volver a cruzar el impresionante puente de Luis I, pero en esta ocasión por su parte superior. Llegamos hasta la Catedral de Oporto, que visitamos y desde ahí vamos a la bonita estación de Sao Bento, con sus magníficos azulejos en los que se relata la historia de Portugal. 





Desde aquí seguimos recorriendo la ciudad para acabar de nuevo en la Ribeira, donde cenamos. Cruzamos de nuevo a Gaia donde hay una intensa vida nocturna, con conciertos callejeros incluidos, acabando así esta intensa jornada.




Nuestra tercera jornada de viaje la dedicamos a visitar el bosque de Busaço, en el que destaca su impresionante Palacio, para después ir a la localidad de Aveiro, famosa por su gastronomía, sus canales y sus fachadas modernistas. Terminamos la jornada en las magníficas playas de Costa Nova, localidad conocida también por sus pintorescas casas de pescadores.


Palacio de Busaço


Aveiro



Costa Nova


En nuestra siguiente jornada vamos a visitar las localidades de Guimaraes y Braga, ambas de gran belleza y con unos centros históricos espectaculares. En Guimaraes, conocida por ser el lugar de nacimiento del primer rey de Portugal, destaca su castillo y el palacio de los duques de Bragança. En Braga el espectacular santuario de Bon Jesus do Monte, con su monumental escalinata y su casco histórico, en el que encontramos la catedral más antigua de Portugal. 

 

Bon Jesus do Monte.

Nuestra quinta jornada es bastante más relajada, por la mañana hacemos una visita guiada con degustación de vino de Oporto a las bodegas Calem, una de las más bonitas que se encuentran en Gaia, y por la tarde vamos a relajarnos en una de las playas cercanas a Oporto. Elegimos la playa del Señor de Piedra, no es tan buena como las de Costa Nova, pero está muy cerca de Oporto y permite ver también la bonita ermita situada en ella.






En nuestra siguiente jornada vamos a visitar la bonita localidad de Amarante, en la que destaca el monasterio de Santo Domingo y su puente medieval. Esta bella ciudad de pequeño tamaño nos deja un magnífico sabor de boca, la pena es no poder disfrutarla con más tiempo, ya que queremos recorrer la región vinícola del valle del Duero, desde Paso de Regua hasta Pinhao. Esta zona, de gran belleza, guarda un gran parecido con la Ribera Sacra, que visitamos el año pasado. A mí personalmente me gusta más la Ribera Sacra, donde la frondosidad de las vides y lo escarpado del terreno es mayor.




Llegamos hasta Pinhao, donde vamos a realizar un crucero por el Duero. Esta pequeña localidad es un magnífico punto de partida para ello, teniendo opción de realizar un crucero de una o dos horas. Hay muchos horarios y no es necesario reservar, nosotros viajamos en la segunda quincena de Julio y no tuvimos problemas. Además de por el paisaje y los cruceros fluviales, destaca en Pinhao su bonita estación. 





En nuestra séptima jornada nos dedicamos de nuevo a pasear por Oporto, para ver todos aquellos monumentos que no pudimos disfrutar en las anteriores jornadas en la ciudad. Para ello iniciamos nuestro recorrido en la Capilla de las Almas, con su impresionante fachada de azulejos azules. 



Desde aquí tomamos la comercial calle de Santa Catarina, pasando por delante del magnífico Café Majestic, hasta llegar a la también impresionante iglesia de San Ildefonso. Desde allí nos dirigimos hacia el museo de la fotografía, erigido en un edificio que había sido antes cárcel. Allí estamos bastante tiempo viendo las exposiciones fotográficas y de cámaras antiguas. Después de comer en una café de la zona, que nos recomendó la guía del free tour, café Aviz, nos vamos hacia el Palacio de la Bolsa. Allí compramos las entradas, para una hora después, ya que son visitas guiadas y no habíamos reservado para la anterior, por lo que estaba llena. La visita nos gustó bastante. Cenamos por la zona de la Ribeira y después cruzamos del puente de Luis I, donde unos chicos amenizan con percusión a los viandantes, para llegar a la zona de Gaia, con gran ambientación nocturna, grupo de rock callejero incluido. 


Salón oriental del Palacio de la Bolsa.


Al día siguiente nos despedimos de Portugal para poner rumbo a Galicia.  Optamos por cruzar a Galicia por la localidad de Vilanova de Cerveira, el motivo es que en el camino queremos visitar la bella ciudad de Viana do Castelo, en la que encontramos un precioso centro histórico de estilo barroco y en sus afueras el santuario del Sagrado Corazón de Jesús, inspirado en el Sacre Cour parisino y que nos recuerda a este. 


Viana do Castelo.


Después de Viana do Castelo paramos en Vilanova de Cerveira, una bonita, aunque pequeña villa amurallada en la que destaca por sus espectaculares vistas el Mirador do Cervo. Este mirador ya merecía la pena de por sí, pero es que además han situado en el un columpio gigante que no podemos dejar de visitar. 





Esta localidad se encuentra justo en la frontera con la provincia de Pontevedra, en la que terminamos la jornada. Para nuestra estancia de dos días en Pontevedra hemos elegido la localidad de Nigrán, muy cercana a Baiona. El principal motivo de nuestro viaje a estas tierras es la visita a las islas Cíes, visita que hay que planificar con bastante antelación, ya que la entrada a las islas está limitada en número y se necesita un permiso de la Xunta de Galicia, sin el cual no es posible comprar el billete del barco.

El día de nuestra llegada fuimos a ver Playa América, disfrutamos de una magnífica cena en el restaurante La Molinera, lugar que recomiendo, porque además de un gran lugar para comer, tiene unas preciosas vistas a la ría de Baiona. Terminamos la jornada con una visita nocturna a Baiona.

La siguiente jornada la vamos a dedicar íntegramente a la visita a las Cies, el barco lo tomamos desde Baiona.  La jornada es tan espectacular como el paisaje de este paraíso natural.




Y tras esta termina nuestro viaje con el regreso a la localidad de Alcalá de Henares, sin duda un magnífico recorrido que seguiríamos visitando si dispusiéramos de más tiempo. Habrá que extender en un futuro la parte gallega del viaje para conocer un poco más este magnífico litoral  que son las Rías Baixas.




lunes, 15 de agosto de 2022

Ruta por el norte de Portugal, día 3. Bosque de Bussaco, Aveiro y Costa Nova.

Es la tercera jornada de nuestra ruta por el norte de Portugal y hoy vamos a pasar el día entre el entorno natural, el modernismo y la playa. Esta combinación es posible en un corto recorrido, ya que no es mucha la distancia que separa los tres lugares que vamos a visitar.

Nuestro punto de partida es Oporto, ciudad que hemos elegido para una estancia de siete días dedicada a conocer el bonito norte de Portugal. Hoy vamos a desplazarnos hasta el Bosque de Bussaco. Este bosque, creado por el hombre, tiene su origen en el siglo XVII, cuando una comunidad de carmelitas descalzos se ubicaron aquí para vivir como eremitas. El obispo de Coímbra les regaló 100 hectáreas de un terreno baldío en el que ellos se dedicaron a plantar distintas especies de árboles, convirtiéndolo en el vergel que luce hoy en día. 

Cuando las órdenes religiosas fueron expulsadas de Portugal, se edificó el palacio real, levantado en 1888,  es un  palacio romántico de estilo neomanuelino. Hoy se conserva el convento de Santa Cruz y el palacio, convertido en hotel de lujo. 




El bosque está perimetrado por un muro de piedra con varias entradas, la entrada a pie o en bicicleta es libre, pero para acceder con el coche hay que pagar seis euros, lo que te permite aparcar dentro del recinto todo el día. Dentro se pueden realizar varias rutas, siendo las más conocidas la ruta del agua y la Vía Sacra. 

Nosotros realizamos la ruta del agua, que entre otros puntos pasa por la Fonte Fría, una espectacular cascada de estilo modernista, después fuimos hacia el lago Grande. Desde este punto hay un desvío que te permite ir al pueblo de Luso, conocido por sus aguas termales y por dar nombre al gentilicio de Portugal. Nosotros optamos por seguir dentro del bosque e ir hacia el valle de los helechos, una zona con helechos de gran altitud. 






Nuestra intención al terminar la ruta es seguir camino hasta Aveiro, situada a unos 50 km de este lugar. Aveiro es una bonita ciudad, conocida por sus canales y sus bellísimas fachadas modernistas. Es un magnífico lugar para comer, ya que tiene una gran cantidad de restaurantes donde disfrutar una gastronomía compuesta claramente por frutos del mar: bacalao, almejas, pescados… 

Es muy típico en la ciudad también dar una vuelta por sus canales en sus coloridos barcos llamados moliceiros. Los moliceiros son una especie de góndolas típicas que surcan los hermosos canales de Aveiro, con los que los antiguos agricultores traían el “moliço”, una especie de alga. 

Aparcar gratis cerca del centro histórico es muy sencillo, ya que hay un aparcamiento gratuito cerca del canal de San Roque, en realidad es un gran espacio debajo justo de la autovía, por lo que además la sombra está garantizada, lo que se agradece en verano. Desde aquí en unos pocos pasos hay una preciosa vista del canal 




En Aveiro, además de un paseo en moliceiro, se puede disfrutar de su bonito centro histórico, con sus fachadas modernistas, la catedral, sus museos y el bello barrio marinero de Beira Mar, en nuestra visita estaba un poco deslucido al estar en obras muchas de sus calles. 







Desde Aveiro nos vamos a la cercana zona de Costa Nova, una zona de playa con un litoral impresionante, donde disfrutar una jornada de playa sin aglomeraciones ya que, aun en temporada alta, la playa es tan grande y ancha que podrás estar allí cómodamente. Es junto a su vecina playa de Barra, en la que está es faro más alto de Portugal,  una de las mejores playas de la zona. 

Al atractivo de su costa se une la peculiaridad de que en Costa Nova hay también un bonito barrio con unas pintorescas casitas. Estas bonitas casas, llamadas palheiros, destacan por estar pintadas a rayas verticales con colores llamativos. Originalmente usadas por los pescadores de la zona para guardar sus materiales de pesca. Con los años estos fueron adaptando el habitáculo interior para destinarlo al alquiler vacacional. A día de hoy la mayoría ya se ha convertido en casas de verano, restaurantes y comercios. 





Tras esta interesante jornada volvemos a Oporto para continuar nuestro siguiente día en la ruta por el norte de Portugal con la visita a las bellas ciudades de Braga y Guimaraes. 

domingo, 7 de agosto de 2022

Braga, la joya del barroco portugués.

Braga, situada al norte de Portugal, es la tercera ciudad más grande del país. Es una excursión indispensable para realizar desde Oporto, ya que no está muy lejos, y eso fue lo que nosotros hicimos.  Braga se caracteriza por contar con bonitas y relajadas plazas, numerosas callejuelas antiguas cerradas al tráfico rodado, y una gran variedad de monumentales iglesias barrocas que recuerdan constantemente las arraigadas costumbres religiosas de sus gentes.

Es una ciudad histórica, los romanos ya la conocían como Bracara Augusta, y durante el siglo XII ya era sede del episcopado portugués. Su larga historia se puede percibir en sus numerosos monumentos e iglesias, la más destacada es la Catedral (O la Sé), ya que muestra varios estilos arquitectónicos, que van desde el románico hasta el barroco. Braga ofrece mucho más que iglesias barrocas y festividades religiosas, ya que cuenta con un impresionante casco antiguo repleto de animados cafés y plazas con un ambiente entrañable, casas históricas del siglo XVIII, y bellos jardines. 

Pero si hay un edificio religioso que destaque sobre los demás por su importancia y belleza, es el Santuario  Bom Jesus do Monte. Este magnífico edificio barroco al que se accede subiendo una no menos espectacular y monumental escalinata, se encuentra en lo alto de un monte, a unos 10 km de Braga. El monumento está situado de forma que se coloca en línea recta desde la Plaza de la República  de Braga. 




Nosotros accedimos en coche hasta un aparcamiento que hay al mismo nivel que el santuario, el estacionamiento cuesta un euro, pero no tiene limitación de tiempo. El entorno del santuario es muy hermoso, ya que hay una zona de bosque con cascadas artificiales y fuentes que lo hacen muy bonito para pasear. Hay también un hotel de cuatro estrellas y una agradable terraza para tomar algo cerca del santuario. 




El santuario es barroco, pero fue modificado con elementos neoclásicos posteriormente. El edificio es bonito, pero lo más espectacular sin duda es su escalinata. Tanto que nosotros, a pesar de haber aparcado arriba, la descendimos totalmente para admirarla y volverla a subir, aunque ese día apretaba el calor. Las escaleras que conducen hasta la iglesia, situada en la parte superior del conjunto, no son solo un medio para alcanzar el santuario, tienen su propio simbolismo, de modo que evocan el Vía Crucis con capillas que representan, mediante esculturas, distintas escenas de la Pasión de Cristo. En cada uno  de los tramos de las escaleras encontrarás una fuente, cinco en total, cada una de ellas representa uno de los cinco sentidos, y no es casual. Los cinco sentidos simbolizan lo terrenal, y la idea era que los devotos que ascendiesen hasta la iglesia fueran dejando atrás ese plano material hasta alcanzar el templo, es decir, el plano espiritual. 

El último tramo de escaleras está consagrado a la Caridad, la Fe y la Esperanza, representadas también por una fuente (las fuentes están relacionadas con la purificación antes de llegar al Templo de Dios, es decir, a la iglesia).

Si no dispones de coche,  puedes utilizar el ascensor que hay disponible si estás en la parte de abajo, conocido como Elevador do Bom Jesus, que conecta la ciudad de Braga con Bom Jesus do Monte desde nada menos que el siglo XIX.

El elevador do Bom Jesus do Monte supuso toda una revolución en el campo de la ingeniería de la época, pues funcionaba mediante un sistema hidráulico y fue el primer elevador de este tipo de la Península Ibérica.

Una vez visto y disfrutado el entorno del santuario, nos dirigimos en coche hasta Braga, y llegamos a la Plaza de la República. Nosotros encontramos aparcamiento en esta zona, es de estacionamiento controlado, pero al ser sábado tarde era gratis. En esta misma plaza hay un parking. La plaza es una zona ajardinada muy bonita que constituye la antesala del impresionante centro histórico de Braga. 

Nada más aparcar nos topamos con una de las espectaculares iglesias de Braga, la Basílica de los Congregados.  En esta misma plaza podemos ver al fondo en la montaña el Santuario de Bon Jesus. Al fondo de la plaza hay también algunos edificios interesantes y el conocido como Chafariz de Braga. Esta es una fuente con unos bonitos chorros de agua, aunque en el momento de nuestra visita estaba apagada y no llamaba nada la atención, sí lo hacían los monumentales edificios que tiene detrás. 

Desde este punto callejeamos hasta llegar a otra bonita plaza, donde encontramos varios edificios interesantes, además de las letras de Braga. Estas letras son muy populares en las ciudades portuguesas, y como ya habíamos fotografiado las de Oporto y Guimaraes, no nos pudimos resistir a estas. Es un tópico para turistas, pero es que nosotros somos turistas y quedan chulas en el álbum de viaje 😄.




Los edificios que más nos llamaron la atención de esta plaza fueron la iglesia de la Santa Cruz y el Hotel Vila Galé, situado en el antiguo hospital de San Marcos, un edificio de interés público de 1508 y construido en el sitio de una capilla dedicada a São Marcos, un albergue y un convento templario. Es el edificio que hay detrás de las letras en la foto anterior, aunque entiendo que no os hayáis fijado eclipsados por nuestra presencia. 


Iglesia Santa Cruz.


Desde aquí vamos buscando la Sé o catedral de Braga. Por el camino encontramos otros edificios interesantes como la capilla de los Coimbras.




Llegamos a la Catedral, la más antigua de Portugal, con un estilo que va desde su primitivo románico hasta los elementos barrocos de su fachada principal. El interior es sobrio pero bello, como corresponde a una catedral románica. Destacan sus dos magníficos órganos, que parecen fundirse uno con el otro. 

En la catedral destacan también las tumbas  de Enrique de Borgoña y su esposa Teresa de León, los padres del rey Afonso Henriques, primer rey de Portugal y artífice de su independencia del reino de León. 

Nuestra visita a la Catedral coincidió con el horario de misa, por lo que solo pudimos echar un vistazo rápido al interior. 




Cuando salimos de la Catedral seguimos callejeando en dirección de vuelta a la Plaza de la República, por la calle Largo de Paço, una calle con muchas tiendas y restaurantes, pero también con bonitas fachadas. En nuestro camino encontramos una torre que es el único resto que queda del Castillo de Braga. Es la torre del homenaje. No era posible visitarla. 

Tras parar a tomar algo en una de las agradables heladerías de esta calle, volvemos hacia Oporto, donde hemos ubicado nuestra sede para conocer el bello e interesante  Norte de Portugal. 


jueves, 4 de agosto de 2022

Afurada, un auténtico pueblo pesquero portugués a un paso de Oporto.



Este verano hemos elegido a nuestros vecinos portugueses para compartir con ellos nuestro tiempo vacacional. La elección no ha podido ser más acertada, la verdad es que a nosotros Portugal nunca nos decepciona. 

Nuestra idea era pasar una semana en la ciudad de Oporto y desde allí aprovechar para conocer la zona norte de Portugal, y luego proseguir viaje hasta Galicia, para visitar las Islas Cies. Para la estancia en Oporto alquilamos un apartamento en un pueblo situado al otro lado del Duero. 

Para los que no conozcan Oporto, les diré que este se encuentra junto a la desembocadura del río Duero. Al otro lado del río se encuentra el municipio de Vilanova de Gaia, que es donde están todas las bodegas del famoso vino de Oporto. Gaia parece un barrio de Oporto, ya que hay continuidad entre los dos, solamente hay que cruzar el magnífico puente de Luis I para estar en un lado u otro. Al lado de Gaia, justo en la desembocadura del Duero, se encuentra Sao Pedro da Afurada, o simplemente Afurada, como lo nombran allí.

La casualidad pues fue la que nos llevó a Afurada, ya que en principio buscábamos el apartamento en la zona de Gaia, con mejores precios que el centro histórico de Oporto y con fácil conexión con este.  Y esta decisión ha sido de lo más afortunada, ya que nos ha encantado el pueblo de Afurada, con ese aire auténtico de pueblo pesquero que en otras partes es ya difícil de reconocer debido al turismo. 


Cortesía wikipedia Commons





Por este motivo es por lo que quiero dedicar este post a Afurada y relatar qué es lo que más nos ha gustado y por qué es especial para nosotros. 

El primer motivo es su localización, como ya he dicho está al otro lado del Duero, justo hacia su desembocadura, pero está conectado con la zona de Gaia por un paseo al lado del río que han acondicionado con una pasarela de madera para caminar o correr. En una media hora se puede ir andando desde aquí hasta la zona de ambiente de restaurantes y bodegas de Gaia. Si no te apetece andar,  en  taxi o uber  por unos 6 euros estás en el centro histórico de Oporto. 




Nosotros teníamos el apartamento en la parte baja del pueblo, Afurada de Baixo, muy cerca del puerto de Afurada y justo enfrente del mercado y la Junta de Freguesía de Afurada. De hecho es una zona muy bonita, con muy buenos restaurantes de pescado y en la que se puede aparcar fácilmente, ya que hay una explanada de aparcamiento gratuito justo en el puerto. 

El segundo motivo es el pueblo en sí, que sin ser tan monumental como Gaia, ni por supuesto Oporto,  tiene su encanto, con sus callejuelas adoquinadas y sus fachadas de azulejos. Pero el mayor encanto es su vida cotidiana. Paseando por sus calles puedes comprobar que es un pueblo de pescadores, y que hacen la vida en la calle, con sus tendederos de ropa colgada en la puerta, con sus mesas y sillas para cenar fuera.... 



Algunas de las casas se han convertido en restaurantes con unas cuantas mesas en la calle y una parrilla donde te hacen un pescado delicioso. Esto nos lleva al tercer motivo, lo bien que se come pescado en Afurada. 

Hay un par de restaurantes de más renombre, como Armazén do Peixe, y otro que hay en la terraza del mercado, pero nosotros nos decantamos por uno de estos pequeños restaurantes familiares. Y hablando con el camarero, un chico joven, que debía de tener más ganas de estar con los amigos que ayudando a su madre con el restaurante, nos comentó que allí se servía pescado "recién pescado" todos los días, o en sus palabras (traducidas del portugués, pero que entendimos perfectamente), peces vienen, peces van, todos los santos días. 




Otro encanto de Afurada es que en un corto paseo, andando, en patinete eléctrico, o en bicicleta, ya que hay carril bici, te puedes acercar a la desembocadura del Duero, donde hay una zona de observación de aves en la reserva natural local del Estuario del Duero y al final una bonita playa donde disfrutar un precioso atardecer. 







Todos estos motivos hacen que para nosotros haya sido una gran descubrimiento y a la vez un lugar ideal desde el que conocer y disfrutar Oporto.


Si además tenéis la suerte de recaer en este pueblo para sus fiestas patronales, 29 de junio, debéis saber que San Pedro es uno de los Santos Populares que se celebran durante el mes de junio en Portugal y es el patrono de los pescadores. Por esta razón, merece una fiesta grande en Afurada. Del programa de la fiesta, forma parte un desfile por los Mariantes del río Duero, los tradicionales fuegos artificiales  lanzados de barcos posicionados en el medio del río y el puente de Arrábida,  la misa del Santo, la procesión y la descarga de morteros. San Pedro da Afurada también cuenta con animación proporcionada por puestos de venta de comida y bebida, el entretenimiento y los vendedores de ferias que venden de todo un poco. En esta época del año, los cafés y restaurantes de Afurada cierran más tarde. Nosotros no coincidimos, pero nos hubiera encantado. 




martes, 2 de agosto de 2022

Qué ver en Braganza. Portugal.



Branganza es una bonita ciudad del norte de Portugal,  cercana a la frontera española en la zona de Zamora. Esta cercanía la situó en nuestra ruta hacia Oporto, por lo que decidimos parar para conocerla.

Llegamos en coche y nos guiamos por las señales de centro urbano.  Aparcamos en una zona de estacionamiento controlado cerca del río y  de la calle República. Esta calle desemboca en la Plaza de la Sé, llamada así porque allí se encuentra la antigua catedral de Braganza, hoy iglesia de San Juan Bautista. La iglesia estaba abierta cuando llegamos y era de entrada libre, por lo que la visitamos.

La Praça da Sé (Plaza de la Catedral) se encuentra en el epicentro del centro histórico de Bragança, extramuros de la ciudadela o ciudad medieval. Esta zona fue construida a partir del siglo XV debido al crecimiento de la ciudad, tanto de la población como de su actividad comercial. Es una plaza bastante amplia, decorada con tiestos en los que hay setos y múltiples florecillas de variados colores.




 Además de la antigua Catedral, en la plaza hay otros dos elementos destacables: Un crucero de piedra del siglo XVI, y el Solar dos Calainhos una casa blasonada del XVI. 

De esta plaza parten las principales calles comerciales de la ciudad: La rúa da República, Herculano, Combatentes da Grande Guerra, Abilio Beça, y Almirante Reis. Tomamos la calle Combatentes da Grande Guerra en dirección a la Ciudadela. Por el camino nos encontramos la Iglesia de San Vicente y el edificio del Principal. 




Fue construido a finales del siglo XVIII por el teniente coronel José de Morais Antas Machado para albergar un edificio militar destinado a la Guardia Principal. Destaca en la planta intermedia el pórtico formado por cuatro arcos de medio punto, con balaustrada de granito. Frente al edificio se encuentran la Fuente y la Iglesia de San Vicente. Esta es  de origen románico aunque reconstruida en el siglo XVIII y cuyo principal interés es que fue el lugar donde se casaron Inés de Castro y Pedro I de Portugal.

Por si no conocéis su historia, Pedro era el hijo del Rey Alfonso IV que no aceptaba al amor de su hijo por lo que mandó asesinarla. Cuando Pedro heredó el trono ordenó vestir el cadáver de su amada con las mejores ropas reales y ponerle la corona para que el pueblo portugués le rindiera homenaje, tras lo cuál volvió a ser enterrada.

Llegamos en nuestro camino a la entrada a la ciudadela, concretamente a la Puerta de la Villa. Situada en el lado oeste, es el acceso principal a la Ciudadela de Braganza. Justo al lado hay un jardín con una estatua conmemorativa por el quinto centenario de la ciudad que representa a D. Fernando I de Braganza y Pereira, II Duque de Braganza. Entramos y vamos callejeando hasta llegar al castillo, que queremos visitar. Es posible también subir hacia la ciudadela en coche, ya que hay una explanada delante del castillo en la que se puede aparcar gratis, pero en mi opinión es mejor aparcar abajo e ir recorriendo el casco histórico hasta llegar aquí. 




En la ciudadela, además del castillo, podemos encontrar otros edificios interesantes, uno de ellos es la Iglesia de Santa María, situada junto al Castillo y el Domus Municipalis y que destaca por su bella portada flanqueada por bonitas columnas.

La Domus Municipalis de Braganza es un edificio singular y enigmático de la arquitectura románica civil, único en la península ibérica, construido en el siglo XII. La "Domus" tiene la forma de un pentágono irregular y está constituida por dos espacios diferenciados: la "cisterna" o "sala de agua", denominaciones que indican la utilidad de la construcción, pensada para la recogida de las aguas pluviales, y un espacio superior, la "casa de Cámara", constituido por un salón rodeado de ventanas cuyo pavimento de piedra es la parte superior de la bóveda que cubre la cisterna. El nombre de Domus municipalis, que en latín significa Casa municipal, se debe a que fue usada como Cámara Municipal de Braganza, pero resulta incierta su función original. Se cree que podría haber sido una cisterna que almacenaba agua, en especial en casos de guerra. Sin embargo, otros autores tienen dudas de si sería esa su verdadera función.

Aunque sin duda el edificio estrella de la ciudadela es su castillo. Su origen es el siglo XII, aunque ha sufrido remodelaciones posteriores debido a los desperfectos sufridos en los sucesivos conflictos bélicos de los que ha sido testigo a lo largo de su historia. 




La visita al interior del castillo cuesta dos euros, en nuestro caso compramos la entrada familiar, dos adultos y dos jóvenes 5 euros. La entrada  familiar está disponible en muchos monumentos de Portugal y es un gran ahorro si viajas con niños o adolescentes. Dentro del castillo hay un pequeño museo militar y se puede subir a la torre de homenaje, la visita no os llevará mucho tiempo. En la plazoleta de delante del castillo hay una bonita picota medieval.

Está datada en el s. XVI, después de que el rey Manuel I otorgase a los ciudadanos de Bragança el privilegio de no ser exhibidos en la picota, aplicándose sólo a los delincuentes de fuera de la villa. Sin embargo, la columna es del s. XII o XIII y posiblemente perteneciese a una anterior picota construida con motivo de los primeros fueros de la ciudad. Además, atraviesa un verraco de piedra vetón de 2.500 años de antigüedad. Este verraco celta tradicionalmente se conoce como «Porca da Vila». Por si todo lo anterior fuese poco, la parte superior también es peculiar, pues presenta cuatro brazos de piedra en forma de cruz. En otras picotas esta estructura era metálica, para sujetar las argollas dónde se amarraba a los condenados. En el punto más alto  una figura humana sujeta el escudo de Braganza.




Tras la visita  descendemos de nuevo hasta nuestro coche para proseguir nuestro viaje en dirección Oporto.