sábado, 12 de septiembre de 2020

De Pesués a Pechón. Recorrido entre dos rías.


Hoy vamos a realizar un recorrido cuyo atractivo principal es el paisaje y la naturaleza, y este atractivo es enorme. 

En nuestra estancia en la parte oriental de Asturias vamos a hacer una pequeña incursión en una bonita zona de la vecina Cantabria. En ella la comunicación entre el mar y la tierra es máxima, en forma de dos rías que se adentran en esa tierra que las recoge y aprovecha ese agua para crear paisajes maravillosos.

Partimos de la localidad de Colombres en dirección Pesués, donde vamos a hacer una primera parada en uno de los puentes que cruzan la ría de Tina Menor, un lugar que nos había llamado la atención desde la autovía el día de nuestra llegada a Asturias. El paisaje de las rías cambia mucho con las mareas, en esta ocasión da igual si la marea está alta o baja, en ambos casos el lugar merece la contemplación. 


Después de esta parada seguimos la N-634 en dirección Santander, solo unos pocos kilómetros, para tomar un camino, mal señalizado, a la izquierda que nos conduce a la playa del Sable. Es esta una playa interior ,de ría, tranquila y con gran encanto, difícil de encontrar si no conoces la zona o no utilizas Google Maps. Es visitada sobre todo por lugareños. 



Después de ver esta playa volvemos a salir a la N-634, ahora en dirección Asturias, de nuevo hasta Pesués, para tomar la CA-380 en dirección Pechón. Es una carretera en ascenso en la cual a los pocos kilómetros encontramos un bonito mirador donde se puede admirar la Playa del Sable desde arriba y  el paisaje de la ría. 




Seguimos hasta llegar a Pechón y buscamos en Maps la dirección para llegar a la playa de Amio. Google maps nos manda por un camino en el que llegamos al acceso a la playa, pero en verano, al ser una carretera estrecha el acceso es en una sola dirección, y nosotros estamos en la salida. Decidimos aparcar el coche y dar un pequeño paseo hasta la playa. No es demasiada la distancia, apenas un par de kilómetros, pero la imprevisible meteorología del norte nos la juega y comienza a llover, bastante la verdad. Decidimos entonces volver al coche y tomar el otro camino en la dirección correcta para llegar al aparcamiento de la playa. Desde este hay una bonita vista de la playa desde arriba. En bajamar hay un entrante de arena que llega hasta una zona rocosa, cuando empieza a subir la marea el mar va cerrando este entrante desde ambos lados creando la sensación de que estás andando por un puente de arena en medio del mar.





Cuando llegamos a la playa estaba subiendo la marea, por lo que al recorrer esta zona mi sensación era que estaba andando en medio del mar, como Moisés en el Mar Rojo, y que en cualquier momento se me cerraría y me tragaría, vale no del todo que la profundidad no era mucha, pero la imaginación al poder. 




Después de un rato disfrutando la playita y tomando fotografías, nos vamos a dar una vuelta por la zona y la sorpresa es que llegamos, después de un corto recorrido, al lugar desde el que nos habíamos dado la vuelta obligados por la lluvia. Es lo que tiene no conocer las cosas, en cualquier caso ambos paseos nos permitieron conocer bastante esta zona tan bonita. 




Proseguimos camino haciendo una ruta circular por esta carretera CA-380, saliendo de Pechón en dirección Unquera/Bustio, lo que nos permite disfrutar del bonito paisaje ahora ofrecido por la otra ría, la ría de Tina Mayor. Desde ella se puede admirar la playa de Pechón, la ría y la desembocadura en esta del rio Deva. 

Llegamos hasta Unquera, solo separada de Bustio por el río Deva, hasta el punto que es difícil distinguir una localidad de otra, y después de un paseo y tomar algunas imágenes, desde sus puentes, tomamos la carretera que parte de Bustio hacia Colombres, que será el fin de este trayecto y donde aprovecharemos para comer y pasar la tarde visitando sus casas indianas. Pero esa es otra historia que os contaré otro día. 

Unquera y Bustio, separadas por el rio Deva.




Bustio
Bustio.


martes, 8 de septiembre de 2020

Playa de la Franca. Oriente asturiano.






Es la primera o la última playa de la costa asturiana, según la dirección, pero en cualquier caso es una visita imprescindible, tanto por su belleza como por los secretos que esconde. 
 
Se sitúa a corta distancia de la localidad de La Franca, con la que comparte el nombre. Tiene acceso señalizado en la N-634 entre las localidades de Santiuste y La Franca. Si se circula en dirección Llanes-Ribadedeva hay que poner atención en suavizar la velocidad a partir de Buelna, ya que el desvío aparece de repente en una curva muy cerrada y obliga a hacer un giro brusco. Una vez tomado dicho ramal, se recorre un kilómetro hasta llegar a ella. Es una playa que dispone de servicios como aparcamientos, restaurante y hostelería, pero a una distancia suficiente para no romper su belleza salvaje y el encanto de su entorno. El acceso es sencillo lo que favorece su alta ocupación, aunque no está masificada. Tiene una gran tradición turística ya desde el siglo XIX, cuando disponía de un balneario marítimo.

Situada en la desembocadura del río Cabra, es el límite costero entre Llanes y Ribadedeva. La Franca es una playa con forma triangular, de arena blanca y oleaje moderado. En bajamar conecta con otras calas como El Oso, El Viveru y Regorgueru.   En el centro del arenal se encuentra el islote de El Castrón, refugio habitual de gaviotas.



 
Es la playa más oriental de Asturias, y su nombre parece derivar de la Edad Media. En aquel tiempo, en los puertos de Llanes y San Vicente las mercancías debían desembarcarse obligatoriamente cinco leguas al este y oeste. La Franca, por quedar justo en medio de ambos y fuera de su radio de influencia, era aprovechada por mercaderes avispados que desembarcaban sus mercaderías “francas de alcábala”, es decir, libres de impuestos, con el consiguiente disgusto y protesta de los dos puertos.




Durante la pleamar se convierte en una auténtica piscina natural, siendo muy segura para el baño, para los niños e inmejorable para la práctica de deportes náuticos, pesca de roca y submarina. Con la bajamar se descubre un amplio arenal y se forman pequeñas calas ricas en pesca. Es también durante la bajamar cuando se abre el acceso a pie a las calas vecinas, como la playa del Oso,  o la del Regorgueru, otra playa natural de más difícil acceso. 






Este acceso también es posible atravesando una de las galerías que se abren en la montaña que la limitan en su margen derecha. Es un túnel de corto recorrido y fácil de seguir, con solo la ayuda de una pequeña linterna, aunque su salida estará cerrada por el agua en la pleamar.






La Playa está integrada en el Paisaje Protegido de la Costa Oriental. Los nueve kilómetros de costa , en su mayoría acantilados, del municipio de Ribadedeva se despliegan entre la propia playa y la ría de Tina Mayor, en la desembocadura del río Deva. Entre estos dos límites se encuentran La Punta la Cebollera y la de Santu Medé. La estribaciones orientales de la sierra de Cuera también forman parte de este Paisaje Protegido y conceden al paisaje de la playa un atractivo más.




sábado, 5 de septiembre de 2020

Buelna y la playa del Cobijero.


Os presentamos hoy un bello recorrido en la costa oriental de Asturias, descubriendo unos hermosos rincones que casi nos pasan desapercibidos, y es que hay tantas playas impresionantes en esta zona y tantas cosas que visitar que podemos pasar por alto fácilmente lugares tan bellos y especiales como los que os vamos a dar a conocer hoy.

Buelna es un pequeño pueblo de la costa oriental de Asturias situado entre la Sierra de la Borbolla y el mar. En su casco urbano encontramos un buen puñado de bellas casas tradicionales, con un segundo piso con balconadas de madera. En su rico patrimonio arquitectónico destacan la Iglesia de Santa María de Buelna, el palacio de Buelna, edificado en el siglo XVIII, la casa de Conceyu, hay además una capilla de ánimas y varios relojes de sol antiguos. Pero si por algo merece la pena acercarse hasta aquí, es por su patrimonio natural, del que destacamos dos lugares, la playa del Cobijeru y la playa de Buelna.






La playa del Cobijeru es una playa sin mar, del mismo estilo que la famosa Gulpiyuri, menos conocida y por tanto menos masificada y, en mi opinión,  más bonita que esta. Es una playa interior donde el mar se filtra desde los acantilados que la rodean, su belleza es por tanto mayor cuanta más agua tiene, es decir, en pleamar. Para llegar a ella seguimos las indicaciones del camino peatonal que sale desde el mismo pueblo de Buelna y pasa por delante de la entrada del Palacio de Buelna. Pasando por debajo del puente de la vía del tren, llegamos a una verja que atravesaremos, hay alguna más a lo largo del camino, tendréis que abrirla y cerrarla al pasar. El sendero atraviesa zonas de espesa vegetación y gran belleza. Una  de las que más me gustó es una gran boca de cueva que se abre en un claro al lado del camino y que no quisimos explorar más por falta de linterna, pero que nos llamó mucho la atención. 




La playa del Cobijeru está declarada monumento natural, el Cantábrico se bate a unos 100 metros y se cuela por debajo de los acantilados, dando lugar a este bello paraje. Sus aguas tienen una profundidad de apenas un metro y la playa tiene forma semicircular. 




En la parte derecha de la playa y tras una pequeña subida se localiza la entrada de la Cueva de Cobijeru, en la que encontramos una galería plagada de estalactitas y estalagmitas, que se puede recorrer sin dificultad (imprescindible linterna). Al final del recorrido la cueva se abre al mar con un pequeño lago interior que nos sorprende por los matices del agua, reflejando una gama de colores rojizos y verdes provocados por las algas incrustadas en las rocas del fondo. Para llegar allí hay que atravesar 150 metros de oscuridad. 

Al  volver a salir de la cueva,  encontramos un arco de piedra conocido como Puente Caballu, situado sobre acantilados encrespados y que se asoma a una gran cavidad en la que rompen con fuerza las olas, provocando un espectáculo impresionante.





Después de este agradable paseo, volvimos al pueblo para tomar otro sendero que, atravesando las vías del tren ahora por arriba, nos conduce después de unos diez minutos de recorrido, a la bonita playa de Buelna. Es esta una cala natural de gran belleza, con forma de canal, que en bajamar impide ver el mar desde el fondo de la arena. Buelna es una playa que pasa de 50 a 1.000 metros en función de las mareas y que está formada por arena blanca fina y rocas. Una de las más famosas es un pináculo calcáreo denominado El Picón. En sus inmediaciones se pueden visitar bufones.




Un bonito paseo que se puede alargar hasta conectar con la senda costera Buelna- Pendueles-Vidiago, que nosotros no realizamos por falta de tiempo.



jueves, 3 de septiembre de 2020

Cueva del Pindal. Arte paleolítico rodeado de la belleza de la Asturias más salvaje.

En la zona más oriental de Asturias, rodeada de un paraje espectacular,  se localiza la Cueva del Pindal. Cobija una de las más bellas muestras del arte Paleolítico de la región,  formado por un discreto grupo de representaciones animalísticas, entre las que destacan, por la rareza de este tipo de manifestaciones en la Cornisa Cantábrica, las figuras de un pez y de un mamut. A estos temas se unen otros de carácter simbólico cuyas interpretaciones aún siguen siendo un desafío.
 
La visita está muy restringida, en la actualidad, debido a las limitaciones por el Covid19, solo acceden cinco personas en cada turno, es necesaria reserva telefónica previa y es muy complicado conseguirla. A pesar de esto merece la pena acercarse hasta ella por la belleza del paisaje que la rodea, acantilados, la ermita de San Emeterio, el bosque... Hay que ir y disfrutar este entorno privilegiado aunque no sea posible acceder a su interior.


 
Vistas desde el acceso a la Cueva del Pindal.




Para acceder a la cueva partimos de la aldea del Peral, situada cerca del pueblo de Colombres y atravesada por la nacional N-634. De ella parte una carretera que asciende hasta la localidad de Pimiango, localidad que atravesaremos para proseguir camino hacia la cueva, en todo momento siguiendo las indicaciones que vamos encontrando. Antes de llegar hacia la cueva hay un bonito mirador, el mirador de Pimiango, con una vista privilegiada del mar y del valle. Después de la parada obligatoria en el mirador proseguimos camino hacia la cueva por una carretera que serpentea hacia abajo atravesando un bello paisaje. Hay un aparcamiento a escasos 50 metros del camino de acceso al centro de visitantes de la cueva y al prado de la Ermita de San Emeterio. A poca distancia del aparcamiento está  faro de San Emeterio, desgraciadamente no se puede acceder a él ya que está vallado. 

Desde el aparcamiento se desciende hasta el camino que conduce al centro de interpretación de la cueva, hay espacio para aparcar enfrente de este también, pero con pocas plazas. Lo primero que nos llama la atención es la bonita ermita de San Emeterio y el prado en el que se localiza. La ermita es anterior al s. XVIII, es sencilla y sus muros de piedra muestran los achaques propios de un lugar solitario y un poco abandonado, pese a que los monjes del antiguo y cercano monasterio de Santa María de Tina se ocuparon de ella durante cientos de años. La ermita sólo abandona su soledad a primeros de marzo, cuando se hace la romería de San Emeterio, que trae a la gente con ramos desde Pimiango. El resto del año, sus arcos escuchan el sonido del mar y no ven pasar más que a los pájaros y a los lugareños que van dando un paseo hasta los cercanos y fascinantes acantilados.





 
Desde la ermita surge un sendero, que atravesando un bello y salvaje bosque de pinos y eucaliptos, nos conduce al abandonado y semiderruido monasterio de Santa María de Tina, el paseo es espectacular y por momentos parece que estás atravesando una selva, dada la belleza y lo indómito de la vegetación. Las primeras referencias documentales al lugar aparecen datadas en el siglo XVI, aludiendo a su pertenencia a una abadía del siglo XI de Cervera de Pisuerga; aunque en la actualidad no quedan más que unas ruinas entre árboles, el lugar tiene sin duda un gran encanto.





Las actuales ruinas son de un templo del siglo XIII de estilo cisterciense. La puerta de entrada se abre en un muro opuesto a la cabecera y es también apuntada. Adosado a este muro, en el exterior a la derecha, queda lo que parece ser un horno. Dentro del perímetro de la nave se puede ver un sepulcro de piedra cuya lápida aparece tirada fuera.



Una imagen románica de la Virgen de Tina, que permaneció en la iglesia estando ya en ruinas y fue resguardada durante la Guerra Civil en las dependencias del faro de San Emeterio, se conserva en la iglesia parroquial de San Roque (Pimiango). Se trata de una talla de madera del siglo XII de la Virgen entronizada con Niño en el regazo.




 
De vuelta al prado de San Emeterio cogeremos otro pequeño sendero, bastante más corto y que desciende hasta la entrada de la Cueva del Pindal, entrada que se abre a unos impresionantes acantilados. 






 
Es sin duda la cueva y su entorno un lugar imprescindible para visitar en un viaje por la Asturias oriental y que no nos dejará indiferentes.