lunes, 28 de mayo de 2018

Sacro Convento y Castillo de Calatrava la Nueva.




El castillo de Calatrava la Nueva se levanta sobre un imponente cerro de más de 900 metros de altitud, rodeado de un precioso paisaje. Este fue el lugar elegido por la Orden de Calatrava para establecer su sede principal por su inexpugnabilidad. Rodeado de pedrizas, de roquedales y una densa vegetación autóctona, se situa en  un entorno de gran belleza que justifica por si mismo su visita. 




Para llegar al Castillo hay que recorrer el sendero que va rodeando el cerro, este camino se empedró con motivo de la visita de Felipe II en 1560, aunque afortunadamente para los turismos  ha sido restaurado posteriormente. El Castillo de Calatrava por su situación, dominando el Puerto de Calatrava y enfrentado al Castillo de Salvatierra, controlaba una de las vías más importantes que cruzan Sierra Morena, comunicando la Meseta con el Valle del Guadalquivir.

Castillo de Salvatierra

Vista desde el Castillo de Calatrava


Nosotros llegamos al castillo después de haber visitado el Palacio del Viso del Marqués, visita que ya os relaté en una anterior entrada y que podéis leer aquí. Tomamos desde el Viso la carretera CM-4111 en dirección a Calzada de Calatrava, disfrutando el bello paisaje que las lluvias primaverales han propiciado. Desde Calzada de Calatrava tomamos la CR-504 que nos lleva hasta el acceso al cerro donde se encuentra el castillo. 

Los primeros asentamientos en este cerro son de la Edad de Bronce, como lo atestiguan los restos arqueológicos encontrados. Hay restos también de un poblado visigodo, aunque son las construcciones de época medieval las que mejor se conservan. No se conoce el momento exacto de la construcción del castillo, aunque debe ser anterior a 1187, ya que en esta época ya hay referencias escritas de este. En un principio se denominó Castillo de Dueñas, cambiando su nombre a Calatrava la Nueva cuando la Orden de Calatrava tomó posesión de este en 1217, tras la batalla de las Navas de Tolosa. La orden de Calatrava era una orden militar formada por frailes que eran a su vez soldados de élite. Esta dualidad de fortaleza militar y convento se aprecia arquitectónicamente en el conjunto del Sacro convento y castillo de Calatrava la Nueva. 

La entrada al castillo incluye una visita guiada que puede ser bastante interesante para conocer todos los detalles históricos y arquitectónicos de este espectacular conjunto. Como nuestra guia nos explicó, aunque la orden de Calatrava mantuvo esta ubicación durante 600 años, hasta que en 1804 lo abandonaron definitivamente, el aspecto actual del castillo es más fiel al que tuvo en época medieval que al aspecto de siglos posteriores. Esto es debido a que los monjes se llevaron o vendieron prácticamente todo el material que pudieron, dejando las edificaciones primitivas que al estar construidas en piedra y directamente aprovechando los cimientos de la montaña, permanecen inalteradas.



Siguiendo las indicaciones de nuestra guia recorremos la antigua calle de los artesanos, donde vivían las personas que trabajaban para la construcción y el mantenimiento del edificio. En esta calle se encuentran los restos de edificios del siglo XIII construidos en apoyo a la construcción del convento. Hay un horno, la tahona , la fragua y los restos de un molino de tracción animal.  Siguiendo la calle llegamos hasta el Convento, formado por varios edificios de los que se conservan pocos restos. Del convento destaca la iglesia, sin duda una de las zonas más espectaculares del castillo, construida a principios del siglo XIII en estilo románico y gótico. La iglesia tiene planta basilical con tres naves, la central más ancha y alta que las laterales. Tiene dos entradas, destacando la la llamada Puerta de la Estrella con su gran rosetón, construido en roca volcánica roja, como los pilares, arcos y nervios de las bóvedas. El  rosetón, casi desproporcionado para la altura de la iglesia, es la imagen más conocida del monumento.







El conjunto monumental estaba rodeado de tres murallas, la primera la más antigua que funciona de antemuralla, la segunda , la mejor conservada, rodea completamente el convento calatravo, la tercera separa al convento de la Villa vieja. La tres poseían almenas aunque en la actualidad solo se conservan bien las de la segunda. 




Sin duda una interesante visita que nos sumerge en el mundo medieval de los monjes guerreros, que tanto interés han despertado para los amantes de la novela histórica y las intrigas del medievo. 

La zona que rodea al Castillo se presta a interesantes excursiones como las de los vecinos pueblos de Aldea del Rey y de Santa Cruz de Mudela. El castillo de Calatrava la Nueva está de hecho en el término de Aldea del Rey, pueblo del que actualmente depende. En esta localidad podemos encontrar otros interesantes monumentos como la ermita de Nuestra Señora del Valle, la iglesia parroquial de San Jorge Mártir, el Palacio de la Calveria y el edificio de la antigua fábrica de harinas. Interesante es también su gastronomía, basada en los hábitos de pastores, venteros, arrieros y monjes militares. Destacan las fritadas de hortalizas, los potajes de legumbres, los sólidos guisos pastoriles como el "moje" y las migas manchegas. Otros platos típicos son  el "tiznao", el "asadillo" y el pisto. En cuanto a la tradición repostera, destacan los rosquillos y barquillos, y dulces de vino como el "mostillo".

En Santa Cruz de Mudela encontramos también interesantes edificios como la parroquia de Nuestra Sra. de la Asunción, un palacio solariego del siglo XVII, el Balneario Cervantes, del siglo XVIII, la Capilla de San José, la ermita de las Virtudes, y sobretodo la Plaza de toros Las Virtudes, una de las más antiguas de España. De forma cuadrada, su construcción data de principios del Siglo XVII.



martes, 22 de mayo de 2018

Palacio del Viso del Marqués.




Hay un palacio en un pueblo manchego que nos transporta a la Italia renacentista, es el Palacio del Viso del Marqués, llamado Palacio del Marqués de Santa Cruz. Mucha gente se pregunta el por qué de esta localización, siendo el Marqués además un importante marino de su época. A esto los lugareños responden "El Marqués de Santa Cruz hizo un palacio en el Viso porque pudo y porque quiso".

El Palacio del Viso es una de las más importantes obras del arte italiano en España. Fue el Marqués Don Alvaro de Bazán un importante militar y almirante español que sirvió a Felipe II y cuya participación fue clave para el triunfo en la Batalla de Lepanto. Ganó todas las batallas en las que participó, y fueron muchas. Este eminente marino viajó mucho y pasó mucho tiempo en Italia, admirador del arte renacentista, cuando decidió construir su palacio en el Viso, se trajo a importantes pintores italianos para decorar sus techos y paredes. Fue construido en la segunda mitad del siglo XVI y está inspirado en el palacio genovés de Andrea Doria, aunque su aspecto exterior no demuestra la magnificencia y riqueza artística que guarda en su interior.






Las pinturas al fresco del palacio constituyen el conjunto pictórico español en que mejor y mayor cantidad se encuentra representada la mitología clásica. El edificio consta de dos plantas y la mayoria de sus salas, así como las galerias alta y baja, incluida la escalera, están pintadas al fresco. En la actualidad está gestionado por la armada española y algunas de sus piezas decorativas han sido cedidas por el museo naval. Además de sus salas bellamente decoradas, el palacio alberga el archivo-museo de la marina "Don Álvaro de Bazán", a cuyos documentos se tiene acceso bajo cita previa. 





Para realizar nuestra visita al palacio tomamos la autovía A-4 en dirección Madrid, ya que nosotros veníamos desde Jaén, y nos desviamos a la altura de Almuradiel, tomando dirección al Viso del Marqués. El acceso a la plaza en la que se encuentra el Palacio es bastante sencillo el aparcamiento en las calles cercanas también es fácil. Llegamos poco después de las 11 y tuvimos la suerte de que justo en ese momento comenzaba una de las visitas guiadas, por lo que fuimos directamente a la puerta principal para iniciarla. La visita es muy interesante, ya que además de la impresión que causa la belleza del edificio y de sus frescos, el guia nos introduce en la historia del Palacio, en la de su creador y explica anécdotas sobre las pinturas y otros elementos decorativos de forma muy completa y amena. Nos llamó especialmente la atención una de las historias mitológicas contada en los frescos del palacio que narra como Zeus se enamoró de una ninfa de nombre Calisto  quedando esta embaraza, Hera (esposa de Zeus) celosa de Calisto la transformó en osa, cuando el hijo de Calisto creció se topó con la osa e intentó cazarla, para evitar esto y que pudieran estar juntos, Zeus transformó a su hijo en oso y los envió a ambos al cielo, formando desde entonces las constelaciones de la osa mayor y menor. 



Cuenta el Palacio también con una pequeña y bella capilla donde se encuentra enterrado el primer Marqués del Viso, Don Alvaro de Bazán. Otro de los elementos decorativos que podemos encontrar en el edificio son los fanales, estos eran los faroles de los barcos vencidos en batalla naval por el marqués, que no perdió ninguna batalla por lo que tiene muchos en su colección. A la salida de la capilla se haya también el fresco del torico que llama mucho la atención a los niños por su efecto visual, el cuál tendréis que descubrir por vosotros mismos. 

Ataúd de enterramiento del Marqués.


Fresco en el que se encuentra el torico que siempre te mira.

La visita al Palacio tiene un coste de tres euros para los adultos y es gratuita para los niños. La visita se realiza en la modalidad de visita guiada a puerta cerrada, por lo que si llegáis con una visita ya iniciada hay que esperar hasta el siguiente pase, para más información sobre horarios podéis consultar esta página www.fundacionmuseonaval.com. El palacio es también la sede de las veladas de música y gastronomía que con la denominación "noches de tierra y mar" se celebran en el mes de junio.

Una vez finalizada la visita al palacio, nos dirigimos a la cercana iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción, edificio del siglo XV y estilo gótico en cuyo interior se encuentra el "lagarto del Viso", un cocodrilo de cuatro metros de longitud que se cree Don Álvaro trajo de una de sus batallas.





Tras la visita a la iglesia nos dirigimos al museo de ciencias naturales-AVAN, situado en la calle Real, en lo que fue la antigua sede del Ayuntamiento. El museo cuenta con una serie de exposiciones permanentes en salas de minerales, fósiles, botánica, micología, zoología y una sala con más de 1500 mariposas de todo el mundo. Nos pareció bastante interesante y a los niños les encantó. La visita es gratuita y aunque el edificio está muy necesitado de una restauración, la colección de minerales y fósiles es impresionante y el resto muy interesante. Sin duda un buen complemento en nuestro viaje a esta localidad.





En el mismo edificio se encuentra la oficina de turismo. En esta nos informan sobre los distintos restaurantes y bares de la localidad en los que poder disfrutar la rica gastronomía de la zona como las migas manchegas, los galianos, el moje de harina las gachas o la caldereta de cordero. También nos hablan del área recretiva del valle de los Perales,  ya la que decidimos dirigirnos. El valle de los perales es una zona de gran belleza natural que alberga, además de un área recreativa con merendero, fuentes y barbacoas, un complejo de ocio formado por una casa rural, un restaurante, un aula de la naturaleza y dos piscinas. Hay también en la zona una pequeña ermita en lo que fue en origen un depósito de agua. Sin duda un precioso sitio para disfrutar una comida en plan picnic o en su restaurante. Nosotros escogimos en este caso la opción del restaurante, ya que hacía bastante frio por lo que comer fuera no era muy agradable.



Después de la comida tomamos la carretera comarcal hacia Calzada de Calatrava y paramos a ver el enclave de la presa de Fresneda. El embalse tenía un nivel de agua muy elevado en el momento de nuestra visita, gracias a las abundantes lluvias de los últimos meses. El paisaje de la carretera entre el Viso del Marqués y Calzada de Calatrava es de gran belleza en esta primavera en la que la naturaleza se muestra en todo su esplendor por las abundantes precipitaciones. 

En los alrededores del Viso hay otros muchos enclaves que merecen la pena visitar como son la Hoz de Peñarrubia, la Fuente del Hontanar y el rincón cervantino de Los Chorros. Otra opción es la visita a la Ermita de San Andrés, situada a 15 km de la localidad en plena Sierra Morena. La romería de San Andrés es una fiesta de gran arraigo en la localidad que se celebra en el segundo domingo de mayo. 

Nosotros decidimos tomar dirección a Calzada de Calatrava para visitar el castillo de Calatrava la Nueva, otra de las joyas que nos ofrece esta zona y que os contaremos en otra entrada. 








martes, 15 de mayo de 2018

Sierra Sur de Jaén. Ruta hacia el Castillo de Otíñar.




La Sierra Sur de Jaén es un enclave de gran belleza paisajística y una gran riqueza patrimonial consecuencia de la explotación humana de esta zona desde hace al menos 6000 años. En este enclave se conocen asentamientos de época neolítica, de la edad del cobre, romanos, medievales, de época moderna y contemporánea. 

Esta es una ruta en la que partimos de Jaén capital y para la que tendremos que recorrer unos 13 km en coche hasta el punto de partida. Tomamos la carretera JA-3210 en dirección Puente de la Sierra, punto en el que nos desviamos en dirección Otiñar por la JV2222, carretera que lleva hasta la presa del embalse del Quiebrajano. Seguimos esta antigua carretera Jaén-Granada hasta el punto conocido como casita del pintor donde estacionamos y comenzamos nuestra ruta hacia el castillo tomando el carril que se introduce en el cañón del Arroyo de la Hoya del Caño. La casita es fácilmente identificable por las pinturas de su fachada y el castillo se ve desde la carretera.



Realizamos esta ruta con un grupo de amigos de la asociación fotográfica de Úbeda (AFU), y contamos con un magnífico guia, nuestro amigo JuanFran, un gran conocedor y entusiasta de esta zona que nos supo trasmitir toda su pasión por ella. Es fácil sumergirse en la belleza del paisaje, con sus espectaculares formaciones geológicas que nos hacen entender la gran fuerza de la naturaleza. 




Nada más coger el sendero que se adentra en este cañón nos encontramos una cueva donde podemos observar unos interesantes petroglifos, diseños simbólicos grabados en las rocas de época neolítica. Estos son de los pocos ejemplos que podemos encontrar en el Sur de España. Es un paraje mágico, en el que nos sobrevuelan cientos de chovas piquirrojas y aviones roqueros que nos asombran con su sonido.



Desde este enclave seguimos la senda hasta llegar a las inmediaciones del Castillo de Otiñar. Este se encuentra enclavado en una loma que discurre de norte a sur, cuya entrada se realiza por la cara oeste del mismo. Se calcula que fue construido en la segunda mitad del siglo XIII, sobre algún tipo de fortificación árabe anterior. El castillo tiene planta alargada, construido en mampostería,  aprovecha las defensas naturales que le ofrece su ubicación sobre las rocas. Lo que más destaca de la fortificación es su torre del homenaje, de planta cuadrada y bastante buen estado de conservación exterior, esta tiene  dos plantas y está situada sobre un risco. Las cámaras interiores de la torre tienen bóveda de medio cañón, construida en ladrillo. La escalera de acceso se eliminó hace tiempo para evitar actos vandálicos, aún así el acceso es posible por las rocas y  no es grande su dificultad.







Este castillo tenía una gran importancia estratégica en el periodo de reconquista, siendo frontera con el reino de Granada y controlando el paso natural hacia esta. Asi, tras la conquista de la ciudad de Jaén en 1246, la aldea se convirtió en un punto crucial para la vigilancia de la nueva zona fronteriza con el reino de Granada, motivo por el cual se inició la construcción de un pequeño castillo de frontera, comunicado visualmente mediante señales de humo y fogatas con otras fortificaciones cercanas a la ciudad, como la Torre Bermeja en las Peñas de Castro o el Cerro del Zumbel, hasta llegar así al castillo de Jaén. De esta aldea medieval denominada Atorimar, de origen navarro,   quedan restos en las inmediaciones del castillo, de estos destacan un aljibe y la planta de una primitiva iglesia.

Restos de la aldea.

Lugar donde estuvo la iglesia.



Nuestro guia nos va informando sobre la riqueza de la fauna y flora que habita esta zona, en la que podemos encontrar muchas especies de orquídeas silvestres de gran belleza y todo tipo de plantas aromáticas, entre las que destaca el tomillo y la mejorana. Aquí, deleitándonos con el sonido de los pájaros y el aroma del tomillo nos retrotraemos a la época medieval y es fácil imaginar la escena de los habitantes del castillo defendiendo el paso de las tropas enemigas. En esta zona abunda una planta denominada hierba ballestera o marihuana de los tontos, por su parecido físico con la planta real. Esta es tóxica y era utilizada por los arqueros para envenenar las flechas y así enfermar a los soldados enemigos y dificultar su marcha al tener que cuidar a los heridos.

orquídea silvestre 



Volvemos sobre nuestros pasos hacia la zona de aparcamiento para coger los coches y dirigirnos al área recreativa de la Cañada de las Hazadillas. Zona acondicionada con barbacoas, mesas y con fuentes naturales y que es un perfecto enclave para disfrutar los manjares preparados por este extraordinario grupo. Con productos locales como los ochios, embutidos y platos típicos de la zona como la pipirrana, tortillas de productos de época como los espárragos y otras delicias, cargamos pilas para proseguir nuestra ruta.



Retomamos la carretera para llegar a la presa del Quiebrajano, que se encuentra muy restablecido en esta primavera tras las últimas lluvias. Esta carretera tiene un horario limitado de ocho de la mañana a ocho de la tarde, cerrando la barrera de acceso a partir de esta hora. Se accede a través de un túnel que también tiene su peculiar encanto.




A la vuelta pasamos por el centro de recuperación de especies protegidas, donde no paramos.

Después de esto retomamos la carretera en dirección Jaén hasta el punto conocido como "Vitor de Carlos III" para desde aquí iniciar una ruta a pie que nos llevará a visitar el dolmen de Otiñar.


Cortesía de Juanfran Cabrera.

Esta construcción no es fácil de localizar si no estáis familiarizados con el terreno, nosotros llevábamos un estupendo guía, pero no sería capaz de encontrarlo por mi misma, por lo que os recomiendo si estáis interesados en visitarlo que busquéis su localización en wikiloc.com. Esta construcción ubicada en el collado de los Bastianes del cerro Veleta, pertenece a una necrópolis existente dentro de un antiguo poblado amurallado. Es una construcción megalítica característica de las poblaciones ganaderas que habitaban esta zona en el tercer milenio a.C, con un sepulcro de planta octogonal, en forma de cámara con siete grandes losas verticales y una cubierta.

Como os comenté al principio es una zona de gran interés, tanto por su impresionante orografía, fauna y flora,  como por su importancia patrimonial.


martes, 8 de mayo de 2018

Recorriendo el concejo de la sidra. Parte II.

En nuestro segundo día recorriendo esta comarca hemos decidido ir hacia el interior para visitar dos bonitos pueblos, Torazu y Sietes. Como ya os conté en la primera parte de nuestra ruta, estábamos pernoctando en una casa rural cerca del puerto de Tazones, dedicamos nuestra primera jornada a visitar Villaviciosa, su ria y Tazones. Si os interesa esta ruta podéis seguirla aquí.

Ponemos pues rumbo hacia  Torazu , un precioso pueblo de las montañas de Asturias que cuenta con poco más de 200 habitantes y una gran belleza, tanto es así que forma parte desde 2016 del selecto grupo de los pueblos más bonitos de España. Se sitúa en el concejo de Cabranes, junto a Santolaya, Fresnedo, Niao, Viñón, Xiranes y Valbuena, está inmerso en la comarca de la sidra y su origen se remonta a la época romana, aunque su origen toponímico es celta. Un bello lugar en el que pasear es un placer y donde se puede admirar su arquitectura rural, con sus antiguos hórreos y sus preciosas casas con balcones de madera repletos de flores que mantienen la arquitectura rural típica del interior asturiano.




Uno de los edificios más destacados del pueblo es la Iglesia de San Martín el Real. Es este un edificio de estilo manierista cuya fundación data del año 1685. Esta iglesia tenía una finalidad funeraria, de hecho está levantado sobre un cementerio de los siglos XVI y XVII y su pavimento está compuesto por losas sepulcrales. Es el edificio de más altura de Torazo gracias a su campanario. El templo conserva pinturas en buen estado en las bóvedas del ábside, el crucero y los muros perimetrales.




Mientras paseamos por las calles de este pintoresco pueblo descubrimos un lugar donde poder comprar  la boroña preñada, un pan típico de Asturias que cuenta con su propio festival en Torazu en el mes de junio. Este pan se elabora a base de harina de maiz y trigo y se rellena con chorizo, jamón y panceta, se cocina en un horno de barro. Como vamos con niños y no sabemos en qué lugar nos apetecerá pararnos a comer, decidimos comprar unos cuantos para llevar provisiones.


Hórreos de Torazu.

Fotografiando la fauna local


Desde Torazu tomamos una carretera que serpentea entre las bonitas montañas asturianas para dirigirnos a la aldea de Sietes. Nos llamó la atención este lugar porque fue el elegido por Window para lanzar mundialmente su sistema operativo Window 7.  Además de esta anécdota la aldea es conocida por contar con una buena cantidad de hórreos. Llegamos siguiendo nuestro navegador, no sin cierta dificultad ya que se empeñaba en llevarnos al lugar equivocado, pero tras perseverar un poco conseguimos aparcar cerca de una iglesia, porticada en su parte posterior y  con gran encanto. La iglesia, denominada de San Emeterio, fue construida en el siglo XVI en estilo renacentista,  no muy abundante en esta zona. En su portada meridional hay un bajorrelieve de frontón representando una escena del Nacimiento. Desgraciadamente estaba cerrada, ya que no es un sitio muy turístico.

Paisaje desde Torazu hacia Sietes.

Iglesia de San Emeterio.



Paseando por Sietes nos llaman especialmente la atención sus hórreos y paneras, muchos de ellos de los siglos XVI y XVII, que nos hablan de una aldea con mucha más población en el pasado. La localidad llegó a contar con un casino, consultorio y vivienda para el médico, salón de bailes, escuelas y cementerio. La población fue emigrando, primero hacia América y luego hacia Oviedo y Gijón,  en la actualidad quedan poco más de cien vecinos. De hecho durante nuestra visita no nos cruzamos con un alma, ni turistas ni lugareños. Ya os digo que no es un lugar muy visitado, pero a mi entender merece la pena, tanto por los hórreos centenarios que siguen ahí,  como por su entorno.



Nuestra visita la realizamos en el mes de Julio y hacía un día espectacular, así que para compensar a los niños decidimos terminar la jornada en la Playa de Rodiles. Es esta una de las playas más populares de la zona, por su tamaño, belleza y calidad, por lo que ir a ella un domingo puede ser exponerse a una larga caravana en su carretera de acceso y en un problema para aparcar. Por suerte para nosotros es lunes, así que a pesar de ser julio, llegamos sin problemas y aparcamos perfectamente. La playa cuenta con una amplia zona de merendero entre árboles así que nos dipusimos a dar cuenta de las exquisiteces locales que habíamos comprado para la ocasión, las boroñas preñadas y unos quesos asturianos. Tras la comida disfrutamos una perfecta tarde de playa.