jueves, 29 de julio de 2021

Astorga y Castrillo de los Polvazares. Visitando la Maragatería.


En nuestro camino hacia la Ribera Sacra cruzábamos la comarca de la Maragatería, y claro, no podíamos desaprovechar la oportunidad de visitar su capital, Astorga, ni uno de sus pueblos más representativos, Castrillo de los Polvazares. 

Llegamos pues a Astorga y aparcamos extramuros de la muralla medieval, pero al lado de la Catedral, sin dificultad. Nuestra primera visión es la muralla medieval de la ciudad, desde la que nos dirigimos a la Catedral de Santa María de Astorga,  que va a ser nuestra primera visita. El horario de visita de la Catedral es:

Verano

De lunes a jueves: 10:30 – 14:00 y 16:00 – 19:00
Viernes: 10:30 – 14:00 y 16:00 – 20:00
Sábados: 10:30 – 20:00
Domingos: 12:30 – 19:00

Tarifa
General: 6 €
Reducida: 5,5 €

El precio incluye la visita a la Catedral, el Museo Catedralicio y el Claustro. Con la entrada nos dan unas audioguías, que vamos siguiendo para no perdernos ninguno de sus tesoros, que son muchos. 

La actual Catedral se construyó entre los siglos XV y XVIII, en el solar previamente ocupado por un templo románico, por lo que combina elementos góticos (nave y capillas), renacentistas (portada sur), barrocos (fachada principal) y neoclásicos (claustro). La Catedral de Astorga es de planta basilical con tres naves; el espacio entre los contrafuertes lo ocupan diferentes capillas. Sus tres ábsides son poligonales, de singular belleza. 

Sus dos torres gemelas, otra de las campanas y otra más antigua restaurada ofrecen la imagen más representativa del exterior, junto al característico color rojizo de la piedra.  Ambas torres son virtualmente idénticas, salvo por el color de sus sillares; esta diferencia se debe a que ambas torres se construyeron con décadas de diferencia y con piedra procedente de distintas canteras. La conocida como «Torre Vieja», de color más oscuro, sufrió importantes daños durante el terremoto de Lisboa de 1755, por lo que terminó de (re)construirse en 1965. La «Torre Nueva», de color rosáceo, se concluyó en 1692.

El interior de la Catedral de Astorga alberga una de las obras maestras de Gaspar Becerra, el Retablo Mayor. El coro de la nave central, de estilo flamenco, cuenta con una magnífica sillería tallada en madera de nogal. La Capilla de la Majestad, situada a la izquierda del Altar Mayor, alberga un retablo del siglo XVII con una talla de la Virgen de la Majestad del siglo XII.







La colección de arte sacro del interior de la Catedral se completa con las 600 piezas que acoge el Museo Catedralicio, en el que pueden verse la Arqueta de San Genadio, obra cumbre de la orfebrería prerrománica asturiana; la colección de orfebrería incluye también cruces procesionales y catedralicias, el Cáliz de Alonso de Portillo (s. XV)… Un Cristo en madera de boj de Gaspar Becerra o un arcón policromado del siglo XIII son algunas de las más interesantes en una colección de más de 600 piezas de arte sacro.



Al lado de la catedral se encuentra el magnífico Palacio Episcopal, también conocido popularmente como Palacio de Gaudí. Desgraciadamente solo lo pudimos visitar por fuera dado que era lunes y en el mes de julio los lunes y martes está cerrado, no así en el mes de agosto, cuando abre todos los días. La entrada al palacio es de 6 euros la general, 5 jubilados y estudiantes y gratis para menores de 10 años, hay también una entrada familiar por la que puede merecer la pena preguntar si vuestros hijos tienen entre 10 y 14 años. 




El actual palacio está construido sobre uno anterior. El antiguo fue edificado en el siglo XII gracias a la donación de un solar que hizo la reina Urraca.​ Era un vetusto caserón cuadrangular, con un amplio patio y numerosas habitaciones que a mediados del siglo XIX estaba en un estado ruinoso.​ Este edificio quedó totalmente destruido por un incendio el 23 de diciembre de 1886.​ Ya que la ciudad no disponía de un arquitecto diocesano, el obispo Joan Baptista Grau i Vallespinós decidió encargar la construcción del nuevo palacio episcopal a su amigo Gaudí. La amistad entre ambos había comenzado años atrás mientras Grau —reusense como Gaudí— fue vicario general de la archidiócesis de Tarragona e inauguró la iglesia de Jesús-María, cuyo altar había diseñado Gaudí.

El presente Palacio Episcopal es pues un edificio neogótico proyectado por el arquitecto modernista Antoni Gaudí, una de sus pocas obras realizadas fuera de Cataluña. Su construcción se llevó a cabo entre 1889 y 1915. Pertenece al período neogótico de Gaudí (1888-1898), etapa en que el arquitecto se inspiró sobre todo en el arte gótico medieval el cual asume de forma libre y personal, intentando mejorar sus soluciones estructurales.  Gaudí estudió con profundidad el gótico catalán, el balear y el rosellonés, así como el leonés y el castellano en sus estancias en León y Burgos, llegando al convencimiento de que era un estilo imperfecto, a medio resolver. En sus obras elimina la necesidad de contrafuertes mediante el empleo de superficies regladas y suprime cresterías y calados excesivos.

Desde 1962 el palacio alberga el Museo de los Caminos, dedicado al Camino de Santiago.

Además de estos dos edificios, merece la pena una vuelta por su casco antiguo, hasta llegar a la Plaza de España, donde se encuentra el ayuntamiento con su magnífica fachada. Otros edificios de interés son el museo del chocolate y el museo romano. Nosotros no tuvimos tiempo de visitarlos porque se acercaba la hora de comer y nuestro objetivo era comernos un cocido maragato, (sí, en el mes de julio), en el pueblo del cocido maragato por excelencia, Castrillo de los Polvazares. 



Castrillo se encuentra muy cerca de Astorga, a unos siete kilómetros. Es un precioso pueblo en el que el tiempo parece haberse detenido. Hay un aparcamiento a la entrada donde hay que dejar el coche, ya que el acceso está restringido para no residentes. Os aconsejo llevar buen calzado, ya que las calles tienen un bonito y típico empedrado que será una pesadilla para vuestras sandalias, lo fue para las mías. Como era lunes llamamos para asegurarnos que estaba abierto el restaurante de nuestra elección y también que tenía sitio en la terraza. Comimos en el restaurante Casa Juan Andrés, en su bonito patio, debajo de una parra, y dimos buena cuenta de su especialidad, el cocido maragato. 

El cocido maragato es típico de esta comarca y se caracteriza porque se come en el orden inverso del cocido normal, es decir, primero se come la carne, luego los garbanzos con la verdura y cuando ya estás a reventar, como era nuestro caso, la sopa, que también nos la comimos, claro. Le hicimos sitio hasta a un delicioso pastel de chocolate de postre, eso sí, a compartir, que no somos unos tragaldabas. 

El origen de esta forma tan peculiar de comerse el cocido tiene varias versiones. Una de ellas es que, durante la ocupación francesa, las tropas gabachas tenían la fea costumbre de pasarse por las casas a llevarse la comida cuando veían, por el humo de las chimeneas, que esta estaba hecha. Por lo que los locales, que eran muy espabilados, pensaron que mejor se comían la carne primero, por si llegaban los franceses que se llevaran solo la sopa. En todo caso es un plato que tenéis que probar si visitáis esta zona. 

En nuestro camino desde el aparcamiento recorrimos la calle principal de Castrillo, llamada Calle Real,  ya que el restaurante estaba al final del pueblo, admirando sus bonitas fachadas de piedra roja y arcilla  y su típica arquitectura popular leonesa. El rojo de sus fachadas y de sus casas blasonadas contrasta con el color de sus puertas y ventanas, colorido que aumenta con sus adornos florales. Es sin duda uno de los pueblos más bonitos de España y mejor conservados y fue declarado conjunto histórico-artístico.




Además de recorrer su calle Real, hay que desviarse un poco de ella para ver su bonita iglesia parroquial. 




Una vez recorrida esta bella localidad y con el buche lleno, proseguimos viaje hasta nuestro destino en la Ribera Sacra, la ciudad de Monforte de Lemos, base para los cinco días que estaremos en esta zona. 



viernes, 23 de julio de 2021

Recorriendo los principales monasterios de la Ribera Sacra.



La Ribera Sacra es un lugar mágico en el  se han unido la fuerza y la belleza de la naturaleza con el tesón humano para dar lugar a un paisaje sin igual. Sobre las empinadas laderas creadas por movimientos tectónicos y la lenta, pero continua, erosión el río, se ha moldeado un paisaje que permanece casi imperturbable desde la Edad Media, cuando los monjes de los muchos monasterios que se establecieron en sus inmediaciones comenzaron a labrar y escalonar sus laderas para crear sus viñedos.  Este territorio es famoso por sus vinos y, sobre todo, por albergar la mayor concentración de iglesias y monasterios románicos de toda Galicia.

Hoy en día algunos de estos monasterios están en ruinas, otros se han reconvertido en paradores, algunos resisten en medio del bosque, mostrando toda su belleza al que se tropieza con ellos. El paisaje creado por estos monjes permanece inalterable, más allá del asfalto en algunas carreteras podríamos encontrarnos con un carro tirado por bueyes, unos monjes en sus burros....y no desentonarían nada en este entorno. Hoy os vamos a mostrar algunos de los monasterios más importantes, por su relevancia histórica, estado de conservación y belleza,  de esta zona. 

El primero de ellos es el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil. No confundir con el monasterio de Santo Estevo de Miño, de estilo románico y muy bonito, pero no tiene la monumentalidad del primero. El monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil se ha transformado en un parador de turismo. Es uno de los conjuntos más destacados y espectaculares del rico patrimonio monumental de Galicia. Al ser un parador, solo podemos visitar su iglesia y  sus claustros, ya que el resto de dependencias son solo para sus huéspedes. La visita merece la pena, ya que tanto la iglesia como sus tres claustros son de gran belleza. 

La tradición más antigua, habla de que Santo Estevo fue fundado en el siglo VI por San Martín Dumiense. Es probable que así fuese, porque la cristianización de Galicia llegó por la ruta del sur, a través de las calzadas romanas de la Bética a Braga y de esta última a Astorga y Lugo. Por ellas llega también el primitivo monacato. Importante fue este monasterio, porque a él se retiraron nueve obispos que renunciaron a sus sedes episcopales y escogieron el cenobio para finalizar sus días a lo largo del siglo X y quizás, parte del XI. El monasterio guardó sus restos y como recuerdo llevó a su escudo las nueves mitras. En relación a estos obispos existe una leyenda sobre los nueve anillos episcopales y sus propiedades curativas. Mi primer contacto con esta leyenda fue a través de la novela "El bosque de los cuatro vientos" de María Ortuña, ambientada en este monasterio y cuya lectura os recomiendo, sobre todo si vais a visitar la zona, porque la atmósfera que refleja intensificará la experiencia de la visita. 

La iglesia presenta planta basilical, espaciosa y proporcionada. Conserva la cabecera románica con tres ábsides, siendo el central de menor altura que los laterales, caso inusual en el románico gallego. La fachada de la iglesia es de finales del siglo XVI o comienzos del XVII. En la parte superior existe un sencillo óculo que da luz al interior y remata en una hornacina dentro de la cual está la imagen de San Esteban. La iglesia está en restauración y hace unos meses se encontraron cuatro anillos en un relicario, se investiga si podrían ser parte de los famosos nueve anillos de los obispos de los que habla la leyenda de Santo Estevo. 




Respecto a los claustros, el primero que nos encontramos al entrar al monasterio es el mayor de ellos, el claustro de los caballeros. Es de gran amplitud y dimensiones. Es una obra de Diego de Isla, renacentista, del siglo XVI. Tiene tres cuerpos, a diferencia de los otros que tan sólo tienen dos, ya que el monasterio está construido en un terreno escalonado hacia el río Sil. Llama la atención la cristalera que ocupa uno de los laterales, fruto de la restauración del monasterio.




Desde este se accede al segundo claustro, al lado de recepción, el claustro de los obispos. Con la iglesia es lo más antiguo que se conserva en el monasterio. Se llama así, porque en el estuvieron enterrados los nueve obispos que se retiraron a este monasterio hasta que sus cuerpos fueron trasladados a la iglesia. Está compuesto por diversos estilos arquitectónicos, que conforman un conjunto homogéneo y armónico. Tiene dos cuerpos: el inferior de estilo románico y el superior con una transición del gótico al renacimiento. Sin duda es el más bonito de los tres.


 

El monasterio tiene otro claustro más pequeño que es conocido como el del vivero. Este claustro de estilo renacentista era el vivero de los monjes, en él había una fuente enorme que ocupaba todo el patio y en ella conservaban los peces que se traían vivos desde las pesqueras del Sil y del Miño.  Como el de portería, es renacentista y su autor es Diego de Isla.




 

Unos 22 km de sinuosas carreteras, que a veces asemejan un túnel de árboles, nos separan de nuestro siguiente destino, el monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil. A este monasterio se accede desde el pueblo de Parada de Sil, y tiene restringidas las visitas. Entre semana no suele haber problema, incluso en verano, pero los fines de semana es mejor reservar previamente en la pag https://entradas.ribeirasacra.org/es/parada-de-sil/monasterio-de-santa-cristina . Es coste de la entrada es de dos euros, los menores de 16 años no pagan, la visita es por libre. Los fines de semana de julio y agosto no es posible llegar al monasterio con coche particular, siendo necesario usar un servicio de autobús lanzadera desde Parada de Sil, se puede reservar en la misma página por dos euros más. 

Este hermoso edificio románico está emplazado en uno de los meandros que el río Sil forma al bordear el Monte Varona, en una península cubierta por un viejo y frondoso bosque de castaños. Sin duda, uno de los lugares mágicos de Ribeira Sacra.




El monasterio benedictino tiene su origen en el siglo X. Conserva su iglesia románica de finales del siglo XII y principios del XIII. Haciendo ángulo con la fachada de la iglesia se encuentra la portada de acceso al monasterio, sin duda uno de los elementos más bellos de este. Tiene una sola arquivolta decorada con grandes hojas y doble moldura geométrica en zig-zag. En el intradós del arco están representados los cuatro evangelistas: águila (San Juan), ángel (San Mateo), toro (San Lucas) y león (San Marcos). De las dependencias donde vivían los monjes se conserva poco. Del claustro, tan sólo se conservan dos alas con arcos sobre un basamento corrido de gran sobriedad,  corresponde a las reformas del siglo XVI.

El tercer monasterio del que os voy a hablar hoy es el de San Pedro de Rocas, es el más antiguo de los tres, aunque debido a varios incendios ha sufrido muchas modificaciones, pero se conserva parte de la cripta original, excavada en la roca. 

La presencia de los primeros ocupantes de este lugar se remonta al año 573. Según las inscripciones de la lápida fundacional, conservada en el Museo Arqueológico Provincial.  Sus fundadores fueron siete varones que escogieron este bello enclave para retirarse a una vida de oración. Posteriormente, ya en el siglo IX, el caballero Gemodus redescubre el lugar en una jornada de caza y se establece en él, siendo elegido abad por sus compañeros. Leyenda o realidad, el caso es que existe constancia de la existencia de Gemodus, tal como figura en el privilegio que Alfonso V concede a Rocas en 1007. En los siglos posteriores, este monasterio, nunca demasiado rico ni muy habitado, pasó a depender del de Santo Estevo de Ribas de Sil y del de San Salvador de Celanova. En 1923 fue declarado Monumento Histórico-Artístico.

Lo primero que nos encontramos al llegar es lo que se conoce como Casa Prioral, edificio de finales del siglo XVII que probablemente ocupa el solar donde estaba ubicado el primitivo monasterio que desapareció al ser destruido en uno de los múltiples incendios que asolaron este lugar. En la actualidad acoge un centro de interpretación de Ribeira Sacra.




Otra de las peculiaridades de San Pedro de Rocas es que conserva en el piso de la iglesia una serie de sepulcros antropomorfos. La iglesia del monasterio, del siglo VI, es uno de los templos cristianos más antiguos que se conocen. Sus tres naves están excavadas en la roca. La fachada actual se erigió en el siglo XIX y fue concebida imitando el estilo constructivo de la Casa Prioral.


El campanario ha sido y probablemente será el símbolo de este monasterio. Aunque se trata de una espadaña bastante frecuente en Galicia, la hace diferente de todo lo que hasta ahora podamos haber visto su ubicación, ya que se encuentra sobre un monolito de roca natural de gran altura.

Sin duda hay otros monasterios en esta zona, pero estos tres son en nuestra opinión los imprescindibles en una visita a la Ribera Sacra. 


lunes, 19 de julio de 2021

Ruta fluvial por la Ribera Sacra.




En nuestra estancia de cinco días por la Ribera Sacra, no podía faltar una ruta fluvial por uno de sus dos ríos principales, el Sil o el Miño. Nosotros nos decantamos por el río Sil, porque es el que nos acomodaba mejor a la organización que teníamos el día de la ruta fluvial, pero cualquiera de los dos recorridos tiene gran belleza. Os vamos a contar en esta entrada las distintas opciones que tenéis para hacer esta preciosa ruta fluvial. 

En el río Sil encontraréis los siguientes embarcaderos: Santo Estevo (Nogueira de Ramuín) y cerca del parador de Santo Estevo, Abeleda (Castro Caldelas), Ponde do Sil (Monforte de Lemos) y  Os Chancis (Sober).

Y en el río Miño encontraréis el embarcadero de Belesar (O Saviñao) y embarcadero de Os Peares (Carballedo).

La elección de un embarcadero u otro puede depender de la zona en la que os encontréis en esos momentos, ya que, aunque la distancia entre ellos no es mucha en kilómetros, lo intrincado de las carreteras de esta zona puede hacer que necesites una hora para recorrer apenas 30 o 40 kilómetros. Si podéis elegir yo haría la ruta con la Diputación de Lugo, que es la que opera los embarcaderos de Ponte do Sil, en el Sil y de Belesar en el Miño. 

El embarcadero de Ponte do Sil se encuentra justo enfrente del de  Abeleda, ambos  enfrentados a cada orilla del Sil, pero unidos por un puente. La ruta es la misma en ambos casos, pero el precio es más barato en Ponte do Sil, 9 euros la tarifa general, 5 niños y reducida, en el de Abeleda es de 12 euros la general y 9 niños y reducida. Los barcos también son diferentes, en Ponte do Sil es un barco en el que puedes ir dentro o arriba al aire libre, en el de Abeleda es un catamarán, con muy pocas plazas al aire libre, delante, y las demás dentro, y aunque tiene techo y paredes de cristal, la sensación no es la misma que al ir al aire libre. 

Embarcaderos de Ponte do Sil y Abeleda.
Embarcaderos de Ponte do Sil y Abeleda.


Nuestra elección era el recorrido fluvial por el Sil en el embarcadero de Ponte do Sil, pero subestimamos la necesidad de reservar con antelación, así que nos encontramos con la sorpresa de que no había plazas para el día en el que teníamos programada la ruta por esa zona. No es que la Ribera Sacra esté saturada de turismo, sin duda se está convirtiendo en un destino cada vez más popular, pero está lejos aún de ser un turismo de masas, pero la ruta fluvial es algo que prácticamente todo el que va a esta zona quiere hacer, por lo que para evitar sorpresas yo os aconsejo reservar esta al menos con un día de antelación en este teléfono, 982260196.

Puesto que la opción de hacer la ruta con la Diputación de Lugo no era posible, reservamos por teléfono en el embarcadero de Abeleda, este está gestionado por una agencia de viajes de Orense. En la zona del embarcadero no hay taquilla, solo está el catamarán al que el personal solo va a las horas de salida de los barcos, que son cuatro veces al día, por lo que la reserva y el pago hay que hacerlo por la página web o por teléfono, en el de Ponte do Sil si tienen despacho de billetes. 




La ruta tiene una duración de dos horas y  es muy bonita, pero una vez realizada, si tuviera que volver a elegir yo haría la ruta por el Miño, no por el Sil. El motivo es que el cañón del Sil es muy profundo y bastante más cerrado que el del Miño, esto, que lo hace mucho más espectacular visto desde arriba y desde los miradores, hace que el recorrido en barco sea más monótono. 




El cañón del Miño es más abierto y tiene algunas aldeas muy bonitas en las orillas, por lo que la ruta por el río es más bonita. La comparativa la hemos hecho porque  en otra de las jornadas cogimos unos Kajak desde la playa fluvial de Cova hacia la aldea de Belesar, recorriendo el Miño y nos encantó. 


Aldea de Belesar.


Con esto no digo que la ruta por el Sil no sea bonita, que lo era, porque se aprecia la pendiente en la que se encuentran las vides de sus laderas y te puedes hacer una idea de la dificultad de las tareas de cuidado y recolección de las vides y entender por qué se llama, a este tipo de agricultura,  heroica. 

Sin duda una experiencia que no puede faltar en una visita a esta preciosa zona de Galicia, mágica sin duda alguna.

viernes, 16 de julio de 2021

Recorriendo la costa gallega, desde Finisterre a Corrubedo.

Hoy os vamos a relatar la  preciosa ruta costera que hemos hecho este verano como parte de nuestro viaje por la mágica Galicia.

Después de unos días en la Ribera Sacra, nos desplazamos a Finisterre, para disfrutar de la costa. Desde esta localidad aprovechamos para conocer el espectacular litoral coruñés, que es un verdadero espectáculo natural,   recorrimos concretamente la parte que va desde Finisterre hasta las Dunas de Corrubedo.

Esta ruta no tiene una distancia excesiva para una jornada, pero al ir costeando, en esta enrevesada geografía, con tantos entrantes y salientes de mar, se puede alargar en el tiempo. Si a esto añadís que es una costa tan bonita que es imposible no parar para disfrutarla cada cierto tiempo, la verdad es que el día se te puede quedar algo corto. Nosotros íbamos a estar varios días en Finisterre, por lo que en esta jornada no incluimos el faro de Finisterre y la bonita y cercana localidad de Corcubión, que nos parecían merecer una visita más tranquila para disfrutarlos lentamente. 

En esta jornada teníamos una serie de puntos imprescindibles, y otros que se fueron uniendo sobre la marcha, ya que nos llamaron la atención al pasar con el coche. De igual manera tuvimos que dejar fuera algunas cosas que nos pillaban de paso, pero que alargaban demasiado el día.  Os las destaco porque considero son interesantes. En nuestras rutas por Galicia nos hemos ido guiando por Google Maps, para calcular la mejor ruta en cada caso y ahorrar tiempo, para ello recomiendo descargar el mapa sin conexión, de la zona que vayáis a visitar, ya que en muchos puntos no tendréis cobertura de internet. 

Nuestros imprescindibles para esta jornada fueron, la fervenza do Ézaro (fervenza significa cascada en gallego), la localidad de Muros, el Castro de Baroña y las Dunas de Corrubedo. Decidimos que la primera parada sería la fervenza de Ézaro y que después iríamos directos hasta las dunas, parte más distante de nuestra ruta, para después ir volviendo y ver las demás cosas. Así pues nuestra primera parada desde Finisterre fue la impresionante cascada que forma el río Xallas al precipitarse sobre la ría. El río tiene una caída de 40 metros, desde el Monte Pindo hasta el mar. Es la cascada más famosa de Galicia y la única de Europa que cae directamente al mar, junto a la de Maro en Nerja. El acceso a la cascada se realiza desde la localidad de Dumbria, y hay un aparcamiento a corta distancia. Desde este se inicia una pasarela de madera,  que pasa al lado de una central hidroeléctrica,  y en la que hay varias zonas más anchas donde parar a disfrutar la vista de la cascada.  Pero sin duda la vista más espectacular está justo enfrente de la caída, punto al que es fácil acceder. Nosotros la visitamos en el mes de julio y el caudal de agua era bastante espectacular. Hay una iluminación nocturna en los meses de verano que la hace aún más increíble, pero está cancelada para evitar aglomeraciones de gente por protocolo anticovid.  A nosotros nos encantó, como era temprano había muy poca gente, pudimos disfrutarla casi en soledad y su entorno es también muy bonito. 




Cerca de la cascada sale un camino que sube a un mirador, el mirador de Ézaro, desde el que se puede disfrutar una vista impresionante de toda la costa. Nosotros no subimos y continuamos ruta hacia Corrubedo. Para acortar viaje el navegador nos metió hacia el interior, por una carretera que pasa por el mirador de Louredo, desde el que disfrutar una magnífica vista de la playa de Carnota, que con sus siete kilómetros es la más larga de Galicia. Proseguimos ruta a través de una carretera interior que, tras atravesar una bella zona montañosa, desemboca en la localidad de Serra de Outes, para después dirigirnos hacia Noia y atravesar su impresionante ría.  Desde este punto vamos costeando hasta llegar a nuestro destino, las dunas de Corrubedo. 




El parque natural de Corrubedo, cuyo nombre oficial es "Parque Natural Dunas de Corrubedo y lagunas de Carregal y Vixán", está situado en  la península de Barbanza, entre las rías de Arousa y la de Muros e Noia, en el municipio coruñés de Riveira. Es un paraje impresionante que algunos asemejan con el desierto del Sáhara, con el atractivo añadido de tener el mar al lado. Pero tiene un problema, y es que dado el gran número de visitantes que atrae se ha restringido la visita a las dunas, para evitar su degradación. Se ha habilitado una pasarela de madera que lleva hasta la base de la gran duna, pero no es posible pasar de ahí, bajo multa de hasta 6.000 euros, por lo que te quedas con la miel en los labios. Nosotros las habíamos visitado hace muchos años, cuando aún era posible pasear por ellas y esto nos decepcionó, ya que lo más impresionante es verlas desde arriba, pero nos tuvimos que conformar con esto. Hay otro recorrido de poco más de un kilómetro que lleva hasta la playa aledaña y que es impresionante. De nuevo encontramos que solo es posible avistar la playa desde su inicio, ya que está prohibido el paso, aunque había gente que lo hacía, no así nosotros, aunque la tentación es grande porque la playa es espectacular. Como se aproximaba la hora de la comida paramos en un sitio que hay muy cerca de las dunas, el Duna´s Beach, donde comimos bastante bien, con muy buena relación calidad-precio. 

Después de comer nos dirigimos al vecino Faro de Corrubedo. Es un faro bastante bonito y su belleza se incrementa porque se encuentra al final de una larga carretera que conduce a él como si se tratara de una alfombra que invita a visitarlo. Cuando  llegas te das cuenta de que no está en las mejores condiciones de conservación, pero esto no le resta encanto, ya que se haya rodeado de unos bonitos acantilados donde rompen las olas. 




Nos separan 18 km de bonita ruta costera de nuestra siguiente parada, el Castro de Baroña.  Se trata de un yacimiento arqueológico donde se puede apreciar un poblado de la edad de hierro, que estuvo habitado hasta el siglo I de nuestra era, ya en época romana. Hay un aparcamiento y una caseta de información turística, donde os podrán informar de más cosas que ver en esta bonita costa. 

El Castro de Baroña está situado en una pequeña península rocosa denominada Punta do Castro, cuenta con casi veinte casas de planta circular u oval y una espléndida muralla que defendía de los atacantes, ocupando una extensión de 2,5 ha. En la croa del castro de Baroña, recinto más elevado de este,  existe una serie de piedras y rocas dispuestas supuestamente de un manera artificial para marcar diferentes eventos astronómicos, como pueden ser los solsticios. Esto, unido a otros símbolos y elementos significativos más del castro, hacen que el yacimiento pudiera ser interpretado como un santuario galaico.





Desde el Castro vamos costeando en dirección a Muros, pasamos por la localidad de Noia, donde no paramos, pero que merece la pena si disponéis de tiempo suficiente. Es esta  una villa con suficiente importancia monumental como para dedicarle al menos medio día. Nosotros no disponíamos de tanto tiempo, por lo que preferimos dedicarlo a Murros, que es más pequeña. Noia  es una villa profundamente marcada por su pasado medieval, del que son testigo sus iglesias más relevantes, su casco antiguo con sus casas marineras de soportales en estilo gótico y sus escudos nobiliarios y el imponente Ponte Nafonso, que la comunica con Outes. En ella se encuentra el mayor conjunto de lápidas medievales de toda Europa y es famosa también por sus empanadas de berberecho.  Por todo ello queda apuntada para una visita en profundidad más adelante. 

Nosotros optamos por visitar la villa pesquera de Muros, cuyo casco antiguo fue declarado conjunto histórico-artístico en 1970. Villa marinera con una historia, que desde su fundación en el siglo X,  ha estado ligada a la pesca, al marisco y a la salazón de la sardina y del arenque, en las antiguas factorías, de las que llegó a contar con más de treinta en el siglo XIX y comienzos del XX. 

Dejamos el coche en el puerto y nos aproximamos a la villa por su Plaza Curroda, donde encontramos la bonita casa consistorial. Desde aquí ascendemos por unas escaleras hasta llegar a la Colegiata de San Pedro y Santa María del Campo. Es esta la principal iglesia de la villa, un edificio de origen gótico que después fue ampliado para convertirlo en colegiata, en el siglo XVIII se le añadió una torre de estilo barroco. Desafortunadamente estaba cerrada, por lo que solo pudimos verla por fuera. 




Desde aquí fuimos callejeando hasta el centro de interpretación de Muros, que también estaba cerrado, pero aprovechamos esta visita para curiosear el bonito cementerio que se encuentra próximo a él. Después fuimos bajando por sus pintorescas calles, aunque en nuestra opinión algo descuidadas, pasando por la bonita fachada del mercado municipal. 




En el pueblo podemos contemplar buenas muestras de arquitectura popular, sobre todo en las fuentes, como la de la Plaza de la Peixería Vella, que representa la efigie de un reptil alado, o las de las calles de la Axesta, Real (conocida como Fonte Vella) o barrio del Carmen. Las viviendas marineras y la arquitectura noble, son las construcciones más características. Están compuestas por un bajo soportado en arco de medio punto, donde antiguamente se situaban las pilas para salar el pescado y se guardaban los aparejos de pesca. Después salimos hacia el paseo marítimo para volver dando un paseo por su bonito puerto. 

Salimos de Muros con idea de volver directamente a Finisterre, ahora costeando toda la ría de Corcubión. Pasamos por la localidad de La Carnota, en la que destaca uno de los  hórreos más largos de Galicia, también encontramos aquí la playa más larga de Galicia, que ya habíamos visto desde el mirador de Louredo. No paramos aquí, pero al pasar por la localidad de O Pindo, cercana a la fervenza do Ézaro, no pudimos resistirnos a parar para disfrutar la bonita vista de su playa y su costa desde unas pasarelas de madera a través de las que se accede a ella.



Ponemos punto final a esta ruta en la localidad de Finisterre, lugar en el que estamos parando y donde vamos a disfrutar de un precioso atardecer desde su faro.