viernes, 23 de julio de 2021

Recorriendo los principales monasterios de la Ribera Sacra.



La Ribera Sacra es un lugar mágico en el  se han unido la fuerza y la belleza de la naturaleza con el tesón humano para dar lugar a un paisaje sin igual. Sobre las empinadas laderas creadas por movimientos tectónicos y la lenta, pero continua, erosión el río, se ha moldeado un paisaje que permanece casi imperturbable desde la Edad Media, cuando los monjes de los muchos monasterios que se establecieron en sus inmediaciones comenzaron a labrar y escalonar sus laderas para crear sus viñedos.  Este territorio es famoso por sus vinos y, sobre todo, por albergar la mayor concentración de iglesias y monasterios románicos de toda Galicia.

Hoy en día algunos de estos monasterios están en ruinas, otros se han reconvertido en paradores, algunos resisten en medio del bosque, mostrando toda su belleza al que se tropieza con ellos. El paisaje creado por estos monjes permanece inalterable, más allá del asfalto en algunas carreteras podríamos encontrarnos con un carro tirado por bueyes, unos monjes en sus burros....y no desentonarían nada en este entorno. Hoy os vamos a mostrar algunos de los monasterios más importantes, por su relevancia histórica, estado de conservación y belleza,  de esta zona. 

El primero de ellos es el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil. No confundir con el monasterio de Santo Estevo de Miño, de estilo románico y muy bonito, pero no tiene la monumentalidad del primero. El monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil se ha transformado en un parador de turismo. Es uno de los conjuntos más destacados y espectaculares del rico patrimonio monumental de Galicia. Al ser un parador, solo podemos visitar su iglesia y  sus claustros, ya que el resto de dependencias son solo para sus huéspedes. La visita merece la pena, ya que tanto la iglesia como sus tres claustros son de gran belleza. 

La tradición más antigua, habla de que Santo Estevo fue fundado en el siglo VI por San Martín Dumiense. Es probable que así fuese, porque la cristianización de Galicia llegó por la ruta del sur, a través de las calzadas romanas de la Bética a Braga y de esta última a Astorga y Lugo. Por ellas llega también el primitivo monacato. Importante fue este monasterio, porque a él se retiraron nueve obispos que renunciaron a sus sedes episcopales y escogieron el cenobio para finalizar sus días a lo largo del siglo X y quizás, parte del XI. El monasterio guardó sus restos y como recuerdo llevó a su escudo las nueves mitras. En relación a estos obispos existe una leyenda sobre los nueve anillos episcopales y sus propiedades curativas. Mi primer contacto con esta leyenda fue a través de la novela "El bosque de los cuatro vientos" de María Ortuña, ambientada en este monasterio y cuya lectura os recomiendo, sobre todo si vais a visitar la zona, porque la atmósfera que refleja intensificará la experiencia de la visita. 

La iglesia presenta planta basilical, espaciosa y proporcionada. Conserva la cabecera románica con tres ábsides, siendo el central de menor altura que los laterales, caso inusual en el románico gallego. La fachada de la iglesia es de finales del siglo XVI o comienzos del XVII. En la parte superior existe un sencillo óculo que da luz al interior y remata en una hornacina dentro de la cual está la imagen de San Esteban. La iglesia está en restauración y hace unos meses se encontraron cuatro anillos en un relicario, se investiga si podrían ser parte de los famosos nueve anillos de los obispos de los que habla la leyenda de Santo Estevo. 




Respecto a los claustros, el primero que nos encontramos al entrar al monasterio es el mayor de ellos, el claustro de los caballeros. Es de gran amplitud y dimensiones. Es una obra de Diego de Isla, renacentista, del siglo XVI. Tiene tres cuerpos, a diferencia de los otros que tan sólo tienen dos, ya que el monasterio está construido en un terreno escalonado hacia el río Sil. Llama la atención la cristalera que ocupa uno de los laterales, fruto de la restauración del monasterio.




Desde este se accede al segundo claustro, al lado de recepción, el claustro de los obispos. Con la iglesia es lo más antiguo que se conserva en el monasterio. Se llama así, porque en el estuvieron enterrados los nueve obispos que se retiraron a este monasterio hasta que sus cuerpos fueron trasladados a la iglesia. Está compuesto por diversos estilos arquitectónicos, que conforman un conjunto homogéneo y armónico. Tiene dos cuerpos: el inferior de estilo románico y el superior con una transición del gótico al renacimiento. Sin duda es el más bonito de los tres.


 

El monasterio tiene otro claustro más pequeño que es conocido como el del vivero. Este claustro de estilo renacentista era el vivero de los monjes, en él había una fuente enorme que ocupaba todo el patio y en ella conservaban los peces que se traían vivos desde las pesqueras del Sil y del Miño.  Como el de portería, es renacentista y su autor es Diego de Isla.




 

Unos 22 km de sinuosas carreteras, que a veces asemejan un túnel de árboles, nos separan de nuestro siguiente destino, el monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil. A este monasterio se accede desde el pueblo de Parada de Sil, y tiene restringidas las visitas. Entre semana no suele haber problema, incluso en verano, pero los fines de semana es mejor reservar previamente en la pag https://entradas.ribeirasacra.org/es/parada-de-sil/monasterio-de-santa-cristina . Es coste de la entrada es de dos euros, los menores de 16 años no pagan, la visita es por libre. Los fines de semana de julio y agosto no es posible llegar al monasterio con coche particular, siendo necesario usar un servicio de autobús lanzadera desde Parada de Sil, se puede reservar en la misma página por dos euros más. 

Este hermoso edificio románico está emplazado en uno de los meandros que el río Sil forma al bordear el Monte Varona, en una península cubierta por un viejo y frondoso bosque de castaños. Sin duda, uno de los lugares mágicos de Ribeira Sacra.




El monasterio benedictino tiene su origen en el siglo X. Conserva su iglesia románica de finales del siglo XII y principios del XIII. Haciendo ángulo con la fachada de la iglesia se encuentra la portada de acceso al monasterio, sin duda uno de los elementos más bellos de este. Tiene una sola arquivolta decorada con grandes hojas y doble moldura geométrica en zig-zag. En el intradós del arco están representados los cuatro evangelistas: águila (San Juan), ángel (San Mateo), toro (San Lucas) y león (San Marcos). De las dependencias donde vivían los monjes se conserva poco. Del claustro, tan sólo se conservan dos alas con arcos sobre un basamento corrido de gran sobriedad,  corresponde a las reformas del siglo XVI.

El tercer monasterio del que os voy a hablar hoy es el de San Pedro de Rocas, es el más antiguo de los tres, aunque debido a varios incendios ha sufrido muchas modificaciones, pero se conserva parte de la cripta original, excavada en la roca. 

La presencia de los primeros ocupantes de este lugar se remonta al año 573. Según las inscripciones de la lápida fundacional, conservada en el Museo Arqueológico Provincial.  Sus fundadores fueron siete varones que escogieron este bello enclave para retirarse a una vida de oración. Posteriormente, ya en el siglo IX, el caballero Gemodus redescubre el lugar en una jornada de caza y se establece en él, siendo elegido abad por sus compañeros. Leyenda o realidad, el caso es que existe constancia de la existencia de Gemodus, tal como figura en el privilegio que Alfonso V concede a Rocas en 1007. En los siglos posteriores, este monasterio, nunca demasiado rico ni muy habitado, pasó a depender del de Santo Estevo de Ribas de Sil y del de San Salvador de Celanova. En 1923 fue declarado Monumento Histórico-Artístico.

Lo primero que nos encontramos al llegar es lo que se conoce como Casa Prioral, edificio de finales del siglo XVII que probablemente ocupa el solar donde estaba ubicado el primitivo monasterio que desapareció al ser destruido en uno de los múltiples incendios que asolaron este lugar. En la actualidad acoge un centro de interpretación de Ribeira Sacra.




Otra de las peculiaridades de San Pedro de Rocas es que conserva en el piso de la iglesia una serie de sepulcros antropomorfos. La iglesia del monasterio, del siglo VI, es uno de los templos cristianos más antiguos que se conocen. Sus tres naves están excavadas en la roca. La fachada actual se erigió en el siglo XIX y fue concebida imitando el estilo constructivo de la Casa Prioral.


El campanario ha sido y probablemente será el símbolo de este monasterio. Aunque se trata de una espadaña bastante frecuente en Galicia, la hace diferente de todo lo que hasta ahora podamos haber visto su ubicación, ya que se encuentra sobre un monolito de roca natural de gran altura.

Sin duda hay otros monasterios en esta zona, pero estos tres son en nuestra opinión los imprescindibles en una visita a la Ribera Sacra. 


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