jueves, 29 de julio de 2021

Astorga y Castrillo de los Polvazares. Visitando la Maragatería.


En nuestro camino hacia la Ribera Sacra cruzábamos la comarca de la Maragatería, y claro, no podíamos desaprovechar la oportunidad de visitar su capital, Astorga, ni uno de sus pueblos más representativos, Castrillo de los Polvazares. 

Llegamos pues a Astorga y aparcamos extramuros de la muralla medieval, pero al lado de la Catedral, sin dificultad. Nuestra primera visión es la muralla medieval de la ciudad, desde la que nos dirigimos a la Catedral de Santa María de Astorga,  que va a ser nuestra primera visita. El horario de visita de la Catedral es:

Verano

De lunes a jueves: 10:30 – 14:00 y 16:00 – 19:00
Viernes: 10:30 – 14:00 y 16:00 – 20:00
Sábados: 10:30 – 20:00
Domingos: 12:30 – 19:00

Tarifa
General: 6 €
Reducida: 5,5 €

El precio incluye la visita a la Catedral, el Museo Catedralicio y el Claustro. Con la entrada nos dan unas audioguías, que vamos siguiendo para no perdernos ninguno de sus tesoros, que son muchos. 

La actual Catedral se construyó entre los siglos XV y XVIII, en el solar previamente ocupado por un templo románico, por lo que combina elementos góticos (nave y capillas), renacentistas (portada sur), barrocos (fachada principal) y neoclásicos (claustro). La Catedral de Astorga es de planta basilical con tres naves; el espacio entre los contrafuertes lo ocupan diferentes capillas. Sus tres ábsides son poligonales, de singular belleza. 

Sus dos torres gemelas, otra de las campanas y otra más antigua restaurada ofrecen la imagen más representativa del exterior, junto al característico color rojizo de la piedra.  Ambas torres son virtualmente idénticas, salvo por el color de sus sillares; esta diferencia se debe a que ambas torres se construyeron con décadas de diferencia y con piedra procedente de distintas canteras. La conocida como «Torre Vieja», de color más oscuro, sufrió importantes daños durante el terremoto de Lisboa de 1755, por lo que terminó de (re)construirse en 1965. La «Torre Nueva», de color rosáceo, se concluyó en 1692.

El interior de la Catedral de Astorga alberga una de las obras maestras de Gaspar Becerra, el Retablo Mayor. El coro de la nave central, de estilo flamenco, cuenta con una magnífica sillería tallada en madera de nogal. La Capilla de la Majestad, situada a la izquierda del Altar Mayor, alberga un retablo del siglo XVII con una talla de la Virgen de la Majestad del siglo XII.







La colección de arte sacro del interior de la Catedral se completa con las 600 piezas que acoge el Museo Catedralicio, en el que pueden verse la Arqueta de San Genadio, obra cumbre de la orfebrería prerrománica asturiana; la colección de orfebrería incluye también cruces procesionales y catedralicias, el Cáliz de Alonso de Portillo (s. XV)… Un Cristo en madera de boj de Gaspar Becerra o un arcón policromado del siglo XIII son algunas de las más interesantes en una colección de más de 600 piezas de arte sacro.



Al lado de la catedral se encuentra el magnífico Palacio Episcopal, también conocido popularmente como Palacio de Gaudí. Desgraciadamente solo lo pudimos visitar por fuera dado que era lunes y en el mes de julio los lunes y martes está cerrado, no así en el mes de agosto, cuando abre todos los días. La entrada al palacio es de 6 euros la general, 5 jubilados y estudiantes y gratis para menores de 10 años, hay también una entrada familiar por la que puede merecer la pena preguntar si vuestros hijos tienen entre 10 y 14 años. 




El actual palacio está construido sobre uno anterior. El antiguo fue edificado en el siglo XII gracias a la donación de un solar que hizo la reina Urraca.​ Era un vetusto caserón cuadrangular, con un amplio patio y numerosas habitaciones que a mediados del siglo XIX estaba en un estado ruinoso.​ Este edificio quedó totalmente destruido por un incendio el 23 de diciembre de 1886.​ Ya que la ciudad no disponía de un arquitecto diocesano, el obispo Joan Baptista Grau i Vallespinós decidió encargar la construcción del nuevo palacio episcopal a su amigo Gaudí. La amistad entre ambos había comenzado años atrás mientras Grau —reusense como Gaudí— fue vicario general de la archidiócesis de Tarragona e inauguró la iglesia de Jesús-María, cuyo altar había diseñado Gaudí.

El presente Palacio Episcopal es pues un edificio neogótico proyectado por el arquitecto modernista Antoni Gaudí, una de sus pocas obras realizadas fuera de Cataluña. Su construcción se llevó a cabo entre 1889 y 1915. Pertenece al período neogótico de Gaudí (1888-1898), etapa en que el arquitecto se inspiró sobre todo en el arte gótico medieval el cual asume de forma libre y personal, intentando mejorar sus soluciones estructurales.  Gaudí estudió con profundidad el gótico catalán, el balear y el rosellonés, así como el leonés y el castellano en sus estancias en León y Burgos, llegando al convencimiento de que era un estilo imperfecto, a medio resolver. En sus obras elimina la necesidad de contrafuertes mediante el empleo de superficies regladas y suprime cresterías y calados excesivos.

Desde 1962 el palacio alberga el Museo de los Caminos, dedicado al Camino de Santiago.

Además de estos dos edificios, merece la pena una vuelta por su casco antiguo, hasta llegar a la Plaza de España, donde se encuentra el ayuntamiento con su magnífica fachada. Otros edificios de interés son el museo del chocolate y el museo romano. Nosotros no tuvimos tiempo de visitarlos porque se acercaba la hora de comer y nuestro objetivo era comernos un cocido maragato, (sí, en el mes de julio), en el pueblo del cocido maragato por excelencia, Castrillo de los Polvazares. 



Castrillo se encuentra muy cerca de Astorga, a unos siete kilómetros. Es un precioso pueblo en el que el tiempo parece haberse detenido. Hay un aparcamiento a la entrada donde hay que dejar el coche, ya que el acceso está restringido para no residentes. Os aconsejo llevar buen calzado, ya que las calles tienen un bonito y típico empedrado que será una pesadilla para vuestras sandalias, lo fue para las mías. Como era lunes llamamos para asegurarnos que estaba abierto el restaurante de nuestra elección y también que tenía sitio en la terraza. Comimos en el restaurante Casa Juan Andrés, en su bonito patio, debajo de una parra, y dimos buena cuenta de su especialidad, el cocido maragato. 

El cocido maragato es típico de esta comarca y se caracteriza porque se come en el orden inverso del cocido normal, es decir, primero se come la carne, luego los garbanzos con la verdura y cuando ya estás a reventar, como era nuestro caso, la sopa, que también nos la comimos, claro. Le hicimos sitio hasta a un delicioso pastel de chocolate de postre, eso sí, a compartir, que no somos unos tragaldabas. 

El origen de esta forma tan peculiar de comerse el cocido tiene varias versiones. Una de ellas es que, durante la ocupación francesa, las tropas gabachas tenían la fea costumbre de pasarse por las casas a llevarse la comida cuando veían, por el humo de las chimeneas, que esta estaba hecha. Por lo que los locales, que eran muy espabilados, pensaron que mejor se comían la carne primero, por si llegaban los franceses que se llevaran solo la sopa. En todo caso es un plato que tenéis que probar si visitáis esta zona. 

En nuestro camino desde el aparcamiento recorrimos la calle principal de Castrillo, llamada Calle Real,  ya que el restaurante estaba al final del pueblo, admirando sus bonitas fachadas de piedra roja y arcilla  y su típica arquitectura popular leonesa. El rojo de sus fachadas y de sus casas blasonadas contrasta con el color de sus puertas y ventanas, colorido que aumenta con sus adornos florales. Es sin duda uno de los pueblos más bonitos de España y mejor conservados y fue declarado conjunto histórico-artístico.




Además de recorrer su calle Real, hay que desviarse un poco de ella para ver su bonita iglesia parroquial. 




Una vez recorrida esta bella localidad y con el buche lleno, proseguimos viaje hasta nuestro destino en la Ribera Sacra, la ciudad de Monforte de Lemos, base para los cinco días que estaremos en esta zona. 



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