martes, 2 de agosto de 2022

Qué ver en Braganza. Portugal.



Branganza es una bonita ciudad del norte de Portugal,  cercana a la frontera española en la zona de Zamora. Esta cercanía la situó en nuestra ruta hacia Oporto, por lo que decidimos parar para conocerla.

Llegamos en coche y nos guiamos por las señales de centro urbano.  Aparcamos en una zona de estacionamiento controlado cerca del río y  de la calle República. Esta calle desemboca en la Plaza de la Sé, llamada así porque allí se encuentra la antigua catedral de Braganza, hoy iglesia de San Juan Bautista. La iglesia estaba abierta cuando llegamos y era de entrada libre, por lo que la visitamos.

La Praça da Sé (Plaza de la Catedral) se encuentra en el epicentro del centro histórico de Bragança, extramuros de la ciudadela o ciudad medieval. Esta zona fue construida a partir del siglo XV debido al crecimiento de la ciudad, tanto de la población como de su actividad comercial. Es una plaza bastante amplia, decorada con tiestos en los que hay setos y múltiples florecillas de variados colores.




 Además de la antigua Catedral, en la plaza hay otros dos elementos destacables: Un crucero de piedra del siglo XVI, y el Solar dos Calainhos una casa blasonada del XVI. 

De esta plaza parten las principales calles comerciales de la ciudad: La rúa da República, Herculano, Combatentes da Grande Guerra, Abilio Beça, y Almirante Reis. Tomamos la calle Combatentes da Grande Guerra en dirección a la Ciudadela. Por el camino nos encontramos la Iglesia de San Vicente y el edificio del Principal. 




Fue construido a finales del siglo XVIII por el teniente coronel José de Morais Antas Machado para albergar un edificio militar destinado a la Guardia Principal. Destaca en la planta intermedia el pórtico formado por cuatro arcos de medio punto, con balaustrada de granito. Frente al edificio se encuentran la Fuente y la Iglesia de San Vicente. Esta es  de origen románico aunque reconstruida en el siglo XVIII y cuyo principal interés es que fue el lugar donde se casaron Inés de Castro y Pedro I de Portugal.

Por si no conocéis su historia, Pedro era el hijo del Rey Alfonso IV que no aceptaba al amor de su hijo por lo que mandó asesinarla. Cuando Pedro heredó el trono ordenó vestir el cadáver de su amada con las mejores ropas reales y ponerle la corona para que el pueblo portugués le rindiera homenaje, tras lo cuál volvió a ser enterrada.

Llegamos en nuestro camino a la entrada a la ciudadela, concretamente a la Puerta de la Villa. Situada en el lado oeste, es el acceso principal a la Ciudadela de Braganza. Justo al lado hay un jardín con una estatua conmemorativa por el quinto centenario de la ciudad que representa a D. Fernando I de Braganza y Pereira, II Duque de Braganza. Entramos y vamos callejeando hasta llegar al castillo, que queremos visitar. Es posible también subir hacia la ciudadela en coche, ya que hay una explanada delante del castillo en la que se puede aparcar gratis, pero en mi opinión es mejor aparcar abajo e ir recorriendo el casco histórico hasta llegar aquí. 




En la ciudadela, además del castillo, podemos encontrar otros edificios interesantes, uno de ellos es la Iglesia de Santa María, situada junto al Castillo y el Domus Municipalis y que destaca por su bella portada flanqueada por bonitas columnas.

La Domus Municipalis de Braganza es un edificio singular y enigmático de la arquitectura románica civil, único en la península ibérica, construido en el siglo XII. La "Domus" tiene la forma de un pentágono irregular y está constituida por dos espacios diferenciados: la "cisterna" o "sala de agua", denominaciones que indican la utilidad de la construcción, pensada para la recogida de las aguas pluviales, y un espacio superior, la "casa de Cámara", constituido por un salón rodeado de ventanas cuyo pavimento de piedra es la parte superior de la bóveda que cubre la cisterna. El nombre de Domus municipalis, que en latín significa Casa municipal, se debe a que fue usada como Cámara Municipal de Braganza, pero resulta incierta su función original. Se cree que podría haber sido una cisterna que almacenaba agua, en especial en casos de guerra. Sin embargo, otros autores tienen dudas de si sería esa su verdadera función.

Aunque sin duda el edificio estrella de la ciudadela es su castillo. Su origen es el siglo XII, aunque ha sufrido remodelaciones posteriores debido a los desperfectos sufridos en los sucesivos conflictos bélicos de los que ha sido testigo a lo largo de su historia. 




La visita al interior del castillo cuesta dos euros, en nuestro caso compramos la entrada familiar, dos adultos y dos jóvenes 5 euros. La entrada  familiar está disponible en muchos monumentos de Portugal y es un gran ahorro si viajas con niños o adolescentes. Dentro del castillo hay un pequeño museo militar y se puede subir a la torre de homenaje, la visita no os llevará mucho tiempo. En la plazoleta de delante del castillo hay una bonita picota medieval.

Está datada en el s. XVI, después de que el rey Manuel I otorgase a los ciudadanos de Bragança el privilegio de no ser exhibidos en la picota, aplicándose sólo a los delincuentes de fuera de la villa. Sin embargo, la columna es del s. XII o XIII y posiblemente perteneciese a una anterior picota construida con motivo de los primeros fueros de la ciudad. Además, atraviesa un verraco de piedra vetón de 2.500 años de antigüedad. Este verraco celta tradicionalmente se conoce como «Porca da Vila». Por si todo lo anterior fuese poco, la parte superior también es peculiar, pues presenta cuatro brazos de piedra en forma de cruz. En otras picotas esta estructura era metálica, para sujetar las argollas dónde se amarraba a los condenados. En el punto más alto  una figura humana sujeta el escudo de Braganza.




Tras la visita  descendemos de nuevo hasta nuestro coche para proseguir nuestro viaje en dirección Oporto.


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