Estoy como todos, confinada en casa, intentando analizar esta situación que nos ha fagocitado y nos ha expulsado a una nueva normalidad que aún no sabemos bien cómo será ni si durará mucho. En estos momentos recuerdo mis últimas escapadas, antes de que salir de casa se volviera algo hostil, incluso a veces peligroso, cuando recorríamos el mundo sin más miedo que la precaución lógica de cualquier viajero.
Una de esas escapadas, no más feliz que otras, pero que recuerdo con más claridad por las circunstancias que le siguieron, fue la visita a Madrid a finales de febrero de este año. En un momento en el que todavía el Covid-19 se nos antojaba un problema lejano, pero que sin nosotros saberlo, era más cercano de lo creido.
Aprovechando un viaje a Alcalá de Henares, para visitar a nuestra familia, decidimos ir a conocer la Quinta de los Molinos, un parque rústico situado en la Calle Alcalá, en Madrid. La zona es de fácil acceso y aparcamiento desde Alcalá de Henares, por lo que fuimos en coche y estacionamos en una de las calles aledañas al parque. El motivo principal de la visita era disfrutar el espectáculo de los almendros en flor, ya que hay muchos de estos árboles en este parque.
Este parque es un jardín de aspecto rústico, cuyo origen es una finca de recreo con zonas de explotación agrícola. El parque tiene grandes zonas de arbolado en el que destacan los árboles de tipo mediterráneo como el olivo, pino y sobretodo el almendro. Sin llegar a la belleza y al refinamiento del Parque del Capricho, del que ya os hablé en una anterior entrada, y que es de los más bonitos que he visitado, este merece una visita, sobretodo en la época de floración del almendro, que es cuando más bonito está.
En el momento de la floración atrae a muchos visitantes, especialmente los fines de semana, por lo que nosotros fuimos temprano, la visita no nos llevó un más de un par de horas, y al finalizar continuamos con nuestro siguiente plan en Madrid, la visita al museo arqueológico.
Para desplazarnos al museo optamos por dejar el coche aparcado en la calle Alcalá y tomar el metro hasta la calle Génova, para dar un paseo bajando hasta Colón y comer en uno de los restaurantes de la zona. El Museo Arqueológico se encuentra cerca de Colón, a las espaldas del magnífico edificio de la Biblioteca Nacional de Madrid, al que aconsejo prestéis también un poco de atención porque se lo merece.
Comimos en un Vips cercano a Colón y durante la comida tuvimos el primer contacto con las noticias que alertaban de los primeros casos de coronavirus detectados en Lombardía. En ese momento no pude más que lamentar lo que estaba pasando en esta preciosa zona italiana que habíamos visitado apenas tres meses antes y que tantos momentos maravillosos nos regaló en nuestro viaje. Con la digestión de tan mala noticia, y un pensamiento rondando mi mente, del peligro inminente que nos acechaba, nos fuimos paseando hasta el Museo Arqueológico Nacional, cuya entrada es gratuita los sábados por la tarde y los domingos.
El museo se encuentra situado en un palacio del siglo XIX que comparte con la Biblioteca Nacional, encontrándose uno a la espalda del otro. El interior se ha adaptado con una decoración moderna y minimalista, que prioriza la obras pero respeta la estética del edificio, haciendo su recorrido muy agradable visualmente. A la entrada nos dieron una guía con la ubicación de las principales obras dentro de las salas del museo, y un plano de este. Aunque realizamos un recorrido cronológico, hicimos más incapie en la búsqueda de las obras que más llamaban la atención a nuestros hijos, por ser las más conocidas y las que habían estudiado en el colegio, estas son, la Dama de Elche, la Dama de Baza y el tesoro de las coronas de Guarrazar.
Además de estas obras hay otras muchas interesantes y la visita es muy didáctica y entretenida, tanto para los niños, como para los adultos. En esta visita estuvimos unas tres horas aproximadamente, tambíén visitamos la réplica de los techos de la cueva de Altamira que se encuentra en un sótano en el jardín delantero del museo.
Después de la visita al museo, y dado que el día estaba bastante soleado e incitaba a dar un paseo, bajamos por la calle Serrano hasta el parque del Retiro, que se encuentra a unos 10 minutos andando.
Palacio de Cristal. Parque del Retiro. |
La visita al retiro siempre es un buen plan, además de por lo bonito del parque, por los múltiples artistas callejeros que puedes encontrar allí, mimos, magos.. Nosotros nos entretuvimos con un par de espectáculos, en concreto a los niños les encantó el de un mago de acento cubano que mezclaba sus trucos con un gran humor y nos hizo reir mucho.
Tras disfrutar de un helado, a precio de retiro eso sí, y estar un rato en el cesped decidimos volver a tomar el metro para volver a donde teníamos aparcado el coche y de allí a Alcalá.
Sin duda fue una jornada en Madrid muy bonita y entretenida, desgraciadamente la última que hemos podido disfrutar en esta ciudad que nos gusta tanto y que tan duros momentos está atravesando.
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