viernes, 22 de octubre de 2021

Fortaleza de la Mota. Alcalá la Real.

Una guerra entre dos religiones, pugnas por el poder, la media luna y la cruz, una invasión extranjera, incendios, abandonos. Los muros de la Mota han vivido mucha historia, historia que es fácil adivinar cuando se camina entre ellos, cicatrices en la piedra que nos hablan de heridas, también de reconstrucciones. Solo hay que saber interpretarlos. A todo ello se enfrenta el viajero que atraviesa sus puertas. 

Teníamos muchas ganas de visitar esta fortaleza, pero hasta ahora no había llegado el momento. Aprovechamos una escapada al vecino pueblo de Montefrío para acercarnos a verla. El horario de la fortaleza es de 10 a 18 horas en invierno, por lo que llegamos poco después de comer y tuvimos el privilegio de disfrutarla prácticamente solos. La entrada a la Mota incluye una audioguía, que vas escuchando en tu teléfono al escanear un código QR de la entrada. 

Este espacio monumental fue la llave, guarda y defensa de los reinos de Castilla. Más que una fortaleza es una ciudad medieval, el conjunto monumental conserva en su interior su trama urbana original, así como numerosos vestigios de la vida en la frontera que caracterizó la historia de esta zona hasta la desaparición del reino Nazarí de Granada. 

Una vez pasamos la taquilla, lo  primero que nos encontramos es la puerta de las Lanzas. Es una de las tres que se conservan de las siete con las que contaba originalmente el monumento. Debe su nombre a que junto a ella se reunían las milicias alcalaínas y está situada junto al Alhorí bajo, o granero donde se almacenaba el pan. El aspecto que presenta actualmente es renacentista, de finales del siglo XVI. Se divide en dos cuerpos, el primero lo forma un arco de medio punto con escudos, en el segundo se muestra un escudo, muy deteriorado, sujeto por dos tenantes, y rematado por un frontón clásico. 




Pasamos esta puerta y aún hemos de atravesar otra para acceder a la ciudadela, la puerta de la imagen. Recibe este nombre por la imagen de la Virgen que se encuentra en ella. Pasando esta segunda puerta  nos encontramos las antiguas carnicerías, este espacio, testigo de la actividad comercial del S. XVI, conserva parte de la red de saneamiento de la ciudad. En este punto se encuentra también el acceso a la ciudad oculta de la Mota. Una serie de galerías subterráneas que comunican la parte alta del cerro con los arrabales, a  través de más de 120 metros de trazado subterráneo. Estas galerías fueron utilizadas, por las tropas de Alfonso XI, en la conquista  de la ciudad, para alcanzar los pozos que la abastecían. En nuestra visita seguían cerradas por el protocolo Covid, por lo que no tuvimos la oportunidad de hacer esta interesante visita. 



Llegamos a la tercera puerta de acceso a la ciudadela, la Puerta del  Peso de la Harina, denominada así por ser el lugar donde se controlaban las mercancías que entraban y salían de la ciudad, se tasaban y calculaban los tributos a pagar. Esta puerta da entrada a la Plaza Baja y la Botica. En el edificio de la botica se recrea una  de época. 




Nosotros, en este punto, nos desviamos de la ruta marcada porque la guía, que se encontraba en la botica, nos dijo que en la Iglesia Mayor Abacial, iba a comenzar en breve un audiovisual sobre la historia de la ciudadela-fortaleza. Tomamos pues un atajo por las escaleras para llegar a esta iglesia. Se encuentra situada al lado de las casas del Cabildo, también muy interesantes y en las que hay una maqueta de la fortaleza en su época de mayor esplendor, así como un área de museo en su parte superior. 




La iglesia es un edificio magnífico, a pesar de las heridas de guerra y la destrucción sufrida, conserva una gran belleza. La Iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá la Real, conocida también como Iglesia Abacial, se sitúa en el interior de su alto recinto fortificado, donde en la época islámica existía una modélica medina musulmana con área comercial y zona residencial. Tras la reconquista, el rey Alfonso XI ordena arrasar la mezquita y levantar en su solar la primitiva iglesia abacial. Esta Abadía dependía de la jurisdicción del obispo de Toledo y extendía su dominio por un extenso territorio. La Abadía de Alcalá la Real tuvo una vida de cinco siglos, desde su fundación por Alfonso XI en 1341 hasta el Concordato de 1851.

La primera construcción  fue un primitivo templo gótico, remodelado tras la toma de Granada, ya en estilo renacentista. Se comienza su reconstrucción en el segundo cuarto del siglo XVI según las trazas de Martín de Bolívar, y su estructura gótica de bóvedas estrelladas se recubre con decoración plateresca. El resto de la iglesia es fruto de la transformación llevada a cabo en el siglo XVI por Ambrosio de Vico; posteriormente, los maestros Luis González y Fray Cristóbal de San José levantan la cabecera a modo de gran arco de triunfo dividido en tres arcos a la misma altura; mientras la Sacristía, anexa al templo, la realiza Ginés Martín de Aranda en el siglo XVII. Como testimonio de la iglesia primitiva sólo queda en pie la Capilla del Deán Cherinos.




Tras este periodo de esplendor, llega otro de abandono. La soledad en la que quedó el templo a finales del siglo XVIII, pues la ciudad se había consolidado y extendido por el llano desde hacía ya más de dos siglos, y el incendio provocado por las tropas francesas en su huida de la ciudad, después de su ocupación en 1810, pondrían fin a su actividad y a parte del edificio.

El interior de la Iglesia Mayor Abacial  conserva la memoria funeraria de este lugar a lo largo de más de cinco siglos. Una visión impactante y sobrecogedora que permite ver en sus paredes y en el subsuelo las marcas de su función como cementerio. Estos restos mantienen una característica común y es el hecho de que se encuentran excavados en la roca. La mayor parte de las tumbas localizadas corresponden a tiempos en que la ciudad ya se hallaba conquistada por los cristianos, fieles a la tradición de enterrar a sus difuntos en los espacios sagrados. A lo largo del audiovisual se nos va mostrando la historia y el proceso por el que este edificio ha llegado a mostrarse a nosotros tal como lo vemos ahora. 





Tras la visita a la iglesia seguimos con nuestro recorrido por la fortaleza, que nos llevará a lugares tan interesantes como el Bahondillo, que alberga viviendas y cuevas utilizadas como bodegas, la Torre de la Cárcel, desde cuya terraza se contemplan las atalayas que señalaban la antigua frontera con el Reino de Granada.  Cerca del Bahondillo está también la entrada de un espectacular nevero, que nosotros tampoco pudimos visitar. 




Por detrás de la iglesia se encuentra una zona llena de aljibes, excavados para almacenar agua en los tiempos de la fortaleza. Visita obligada es también la Alcazaba, una sólida fortificación militar con un patio de armas flanqueado por tres torres. 

Sin duda una visita espectacular, que por sí sola merece la pena, escapada redonda si tenéis tiempo para visitar el resto de  los interesantes edificios que Alcalá la Real nos ofrece. No fue nuestro caso, dado el tiempo de cierre de estos, solo pudimos ver el edificio donde se encuentra la oficina de turismo, que es el Palacio Abacial, y en cuyo interior, aparte de esta oficina, está el museo arqueológico de la ciudad. La entrada a la fortaleza de la Mota incluye el acceso al museo, así que es altamente recomendable. 




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