miércoles, 6 de octubre de 2021

Sintra, la ciudad más bonita de Portugal.




Sintra es una ciudad de cuento, no lo digo yo, lo dice cualquiera que haya estado allí. Tiene un casco antiguo coqueto y colorido, está rodeada de unos bosques espléndidos y los palacios son de ensueño. El problema es que su belleza atrae a mucha gente, por lo que los fines de semana estivales y los puentes puede ser un infierno turístico. Para una experiencia tranquila, lo mejor es ir entre semana o fuera de época estival, para disfrutarla sin aglomeraciones. 

La cercanía de Sintra a Lisboa hace que mucha gente haga una excursión de  un día desde allí. Pero un día para Sintra se queda un poco corto, hay que tener en cuenta que la mayoría de sus atracciones se encuentran muy dispersas, por lo que en el traslado de un lugar a otro perderás mucho tiempo. Nosotros la hemos visitado en dos ocasiones, la primera hace bastantes años, en el mes de octubre e hicimos noche allí, en la segunda ocasión, este septiembre, fue una escapada de un día desde la zona de Lisboa y nos centramos en volver a recorrer los sitios que más nos habían gustado, en esta ocasión con nuestros hijos. 

Si llegas a Sintra en fin de semana o en puente el primer problema será el aparcamiento, si no vas temprano, puede ser bastante complicado. Nosotros fuimos un viernes en septiembre y conseguimos aparcar no muy lejos del casco antiguo, en una zona gratuita, pero lo más normal es que tengas que dejarlo en zona de aparcamiento de pago. El casco antiguo está restringido al tráfico, por lo que a no ser que tengas allí el alojamiento no podrás pasar. 

Uno de los principales atractivos turísticos de Sintra, y el que más gente atrae, es el Palacio de Pena. El palacio se encuentra a unos kilómetros del centro histórico, en lo alto de una colina, y no es posible acceder en coche, ya que el acceso está restringido. La primera vez que lo visitamos se podía subir en coche,  hay un par de aparcamientos en la carretera que sube, pero ahora el tráfico está limitado y te podrían multar. Hay autobuses que suben, tanto desde el casco antiguo de Sintra, como desde la zona de la estación de tren, que es donde hay más opciones de aparcamiento. También puedes coger un tuk tuk, aunque el autobús sale más económico.




Este palacio, que a pesar de su «juventud» (se construyó durante el XIX) es uno de los más bellos de Europa, se alza sobre un entorno natural inigualable, el de la Sierra de Sintra, y está rodeado por un jardín botánico en el que conviven miles de especies procedentes de todos los rincones del planeta.

Fue, en su origen, un monasterio de frailes jerónimos (algo muy lógico si tenemos en cuenta su aislamiento e inaccesibilidad, pues incluso hoy, llegar caminando al Palacio da Pena desde Sintra implica una cansada caminata). Cuando éstos se trasladaron a la zona de Belem, en Lisboa, el rey Fernando II compró las ruinas (pues la construcción original había quedado destruida tras un terremoto) y decidió construir un palacio en el lugar como obsequio para su esposa María II de Portugal. Este colorido palacio es tan bonito de recorrer por dentro como por fuera, por dentro podrás ver sus estancias, la que más nos gustó fue la cocina, y por fuera sus terrazas, con las vistas, tanto de la fachada del Palacio como del paisaje de la Sierra de Sintra. 






En esta zona, además del Palacio, merece la pena perderse por los jardines que lo rodean, es un verdadero jardín botánico romántico lleno de fuentes, helechos, castaños, lagos...Un precioso lugar para pasear sin prisas. 

Cerca del Palacio de Pena y en este mismo monte se encuentra el Castillo de los Mouros, aunque hoy queda poco más que la muralla, que es posible recorrer andando y desde la que hay una bonita vista del Palacio de Pena y viceversa. Erigido por los árabes durante los siglos VIII y IX como enclave defensivo (para vigilar los caminos de tierra que unían Sintra a Lisboa, Cascais y Mafra) y conquistado en el siglo XII por los cristianos de Dom Afonso Henriques, primer rey de Portugal, aún conserva dos portones románicos y algunos frescos de la antigua necrópolis medieval.

Vista de Sintra con el Castelo de los Mouros al fondo.

El mismo autobús que cogimos para subir al Palacio de Pena nos baja y deja en el centro histórico de Sintra, que vamos a recorrer. En este centro histórico, aunque en sus afueras, se encuentra otro de los principales atractivos de Sintra, la Quinta de Regaleira. 




La Quinta da Regaleira, tal como la conocemos ahora, data de principios del XX, cuando el terreno fue adquirido por Antonio Carvalho Monteiro, un noble portugués, millonario y filántropo, que con la ayuda del arquitecto Luigi Manini construyó este espacio que incluye un palacio, un pequeño lago, un invernadero, varios torreones, una preciosa capilla y un pozo de iniciación utilizado, según cuenta la leyenda, por los mismísimos masones. Lo más bonito de esta quinta es recorrer sus jardines y sus túneles, uno de los cuales nos llevará a este pozo, que es sin duda la principal atracción de estos. 



En el casco histórico de Sintra, en su plaza principal se encuentra el Palacio Nacional de Pena, con sus grandes y llamativas chimeneas cónicas. Sus jardines son de visita gratuita, y el interior del palacio es también bastante bonito. Aunque el palacio, en su origen, era de estilo árabe, fue renovado en el siglo XV siguiendo el estilo manuelino. Sus paredes están cubiertas por algunos de los azulejos más antiguos y mejor conservados de Portugal.




Si solo tenéis un día para visitar Sintra no os dará tiempo a nada más, pero si decidís quedaros por esta zona merece la pena recorrer otros rincones de la Sierra de Sintra, donde encontrarás lugares tan curiosos como el monasterio de los Capuchos. Un pequeño monasterio primitivo perdido en medio del bosque donde los monjes vivían en soledad y aislamiento en sus pequeñas celdas con su aislamiento de corcho.  El convento tiene un cierto halo de misterio (al que contribuye el frondoso jardín que lo rodea) e impacta, precisamente, por su austeridad, pues al visitarlo resulta fácil imaginarse a los ocho franciscanos que lo habitaron haciendo penitencia entre sus angostas paredes.

Sin duda tanto Sintra como su sierra son un lugar mágico, como de cuento, en el que merece la pena perderse a disfrutar tanto sus monumentos como su naturaleza. 

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