viernes, 19 de abril de 2019

Chefchauen y Tetuán.





Dentro de nuestra ruta de cuatro días por el norte de Marruecos, dedicamos uno a visitar dos de las ciudades más bonitas que podemos encontrar en esta zona. Son Chefchauen y Tetuán, ambas estuvieron bajo el control español en la época del protectorado de Marruecos. 

En nuestro viaje establecimos Tánger como punto de partida para todas nuestras excursiones, al igual que hicimos en la excursión a Asilah, contratamos un grandtaxi a través de nuestro hotel para visitar Chefchauen. El precio medio de un taxi desde Tánger a Chefchauen es de 600 dirham por trayecto. Esto equivale a 60 euros, dado que el precio ofrecido por el hotel era muy similar y las condiciones muy buenas, sin restricción de tiempo de visita y con parada opcional en Tetuán, elegimos esta opción. Nuestro taxista Alí, que ya nos había llevado a Asilah, volvió a convertir nuestra excursión en un ameno e interesante viaje con sus informaciones sobre la historia marroquí y sus consejos sobre qué visitar en cada localidad. 

El camino hacia Chefchauen nos llevó algo más de dos horas, ya que hay que atravesar pueblos y zonas montañosas, es un camino interesante ya que te adentras en un Marruecos más rural y desconocido que el que habíamos visitado en la costa. 

Chefchauen es una preciosa ciudad con una fotogénica medina en la que predomina el azul como color en sus fachadas. Su belleza la ha convertido en un destino muy visitado, por lo que mi recomendación es visitarla fuera de temporada alta y evitar los fines de semana. Por programación nuestra visita la realizamos en sábado, por lo que había bastante gente, a pesar de ser marzo.



La ciudad se fundó en 1471 en el lugar que ocupaba una pequeña población bereber. Sus primeros pobladores fueron musulmanes y judios exiliados de al-Ándalus, por lo que su medina tiene mucha semejanza a los pueblos andaluces, con sus callejuelas de trazado irregular. Chauen fue durante siglos una ciudad considerada sagrada y prohibida a los extranjeros, lo que ha contribuido al mantenimiento de sus características medievales. Hoy su población ronda los 40.000 habitantes, la ciudad ha crecido principalmente en una parte nueva fuera de la medina, por lo que esta está muy bien preservada y conserva gran belleza y encanto, tanto por el trazado de sus calles como por su tipico color azul en sus fachadas.



La medina tiene varias puertas de entrada, nosotros entramos  por la que se encuentra cerca del parador de turismo. Nada más entrar llegamos a una calle muy comercial, llena de tenderetes y puestos de artesanos, que desemboca en la plaza Uta al Hamman, que constituye el centro de la medina.



Esta plaza tiene una gran belleza, aunque suele estar muy concurrida, sobretodo los fines de semana y festivos. En esta plaza destacan dos edificios, la alcazaba y la mezquita principal. La Alcazaba es una fortaleza cuyo color rojizo contrasta con el azul predominante creando una bella estampa. En la actualidad alberga un pequeño museo etnográfico y una colección de fotografías antiguas de Chauen.




La Gran Mezquita del siglo XV tiene un curioso minarete octogonal, nos tuvimos que contentar con disfrutarla en su exterior,  como el resto de las mezquitas de Marruecos. En esta plaza se encuentra uno de los restaurantes más conocidos de la medina, Aladdin. Desde su terraza hay unas preciosas vistas panorámicas tanto de la Plaza y su alcazaba, como del resto de la medina, por lo que decidimos tomarnos un té y disfrutar un rato estas vistas. 





Después estuvimos paseando por la plaza y calles aledañas, muy concurridas y llenas de tiendas de souvenirs y de artesanía. Como la hora de comer se acercaba, decidimos ir al restaurante que nos habían recomendado, Casa Hasam, situado en una de las calles próximas a la plaza. El restaurante es bastante bonito y el menú de comida típica marroquí tiene muy buen precio.  Pedimos de primero una sopa marroquí y después elejimos distintos segundos para tener la opción de probar sabores diferentes. Optamos por el cuscus de carne con verduras y un Tajín de pollo dulce, de postre tomamos cuajada al aroma de azahar. La comida estaba muy sabrosa y el precio fue de diez euros por persona. 

Después de comer decidimos alejarnos de la parte más turística de la medina y sumergirnos en el Chauen más auténtico. Es en estas calles alejadas del bullicio de las tiendas y turistas, donde se aprecia la verdadera belleza de la medina, en sus pequeños detalles, puertas, ventanas...








Para terminar nuestra ruta por la medina, decidimos acercarnos a la cascada de Ras el Maa, con sus antiguos lavaderos, para llegar dimos un pequeño paseo en dirección noreste desde la parte de la medina más cercana al parador de turismo. En nuestro caso dada la cantidad de gente que se dirigía en esa dirección nos limitamos a seguir a los demás. El hecho de ser fin de semana y el día tan espléndido de sol que invitaba a acercarse al agua y disfrutar de su frescor, hizo que hubiera mucha gente aquí y perdiera encanto. Aún así creo que es uno de los lugares imprescindibles que visitar en Chefchauen. Para disfrutar las vistas nos sentamos en una de las teterías con terraza que hay en esta zona, para tomarnos otro té de hierbabuena, no se cuantos llevamos en estos días, pero es que están realmente buenos. Después volvemos a perdernos por el laberinto de calles azules, deleitándonos con sus bellos rincones.






Volvemos a nuestro punto de encuentro con Alí para salir de Chauen rumbo a Tetuán, donde llegamos sobre las siete de la tarde. El llegar a una hora tan tardía no nos va a permitir disfrutar la ciudad como nos hubiera gustado, pero nos valdrá para una primera aproximación a ella.

Para aprovechar bien el tiempo del que disponemos, Alí nos deja en un parking situado debajo del parque Feddan, muy cercano a la medina y desde el que tenemos unas vistas estupendas de este laberinto blanco.




Aunque desde este mismo parque hay una puerta de acceso, decidimos bajar hasta la Plaza Moulay El Mehdi. En esta plaza podemos ver edificios muy interesantes con clara influencia española, construidos en la época del protectorado español. Uno de estos edificios es la única iglesia católica de Tánger, construida en 1912 y que destaca con su color amarillo sobre el blanco del resto de los edificios.




Desde aqui tomamos la  Avenida Mohamed V, bastante animada en esa tarde de sábado, donde vemos el edificio Féníx, uno de los más representativos del Ensanche Español. Tras pasar este edificio seguimos caminando hasta llegar hasta  la plaza del Palacio.







Ingresamos a la medina por uno de sus laterales y comenzamos a callejear intentando no perdernos mucho, misión imposible. A la media hora estamos totalmente desorientados. Preguntamos un par de veces por la salida y al final conseguimos salir, pero la zona no nos suena de nada por lo que volvemos a preguntar a un chico joven y nos dice que hemos salido por el lado contrario de la medina y que sería mejor volverla a atravesar para llegar al parking. La medina de Tetuán está declarada patrimonio universal por la UNESCO y es de gran belleza. Es bastante grande y laberíntica, llena de calles comerciales y otras residenciales, todas ellas bastante estrechas y de trazado irregular, con callejones sin salida, pequeñas plazoletas y mezquitas muy antiguas.





 Es  bastante fácil perderse sin un guía. En nuestro caso, a no haber sido por este agradable muchacho que nos guió a través de ella para volver a salir por el lugar correcto, hubiera sido bastante complicado encontrar esta salida. Una ventaja de Tetuán es que hay bastante gente que habla español, ya  que esta ciudad fue la capital del protectorado español en Marruecos.

Después de este intenso día volvemos rumbo a Tánger donde tenemos nuestro hotel. La excursión de hoy ha sido el broche de oro a una estupenda ruta por el norte de este país que se encuentra tan cerca pero que es a la vez un gran desconocido. 







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