viernes, 17 de septiembre de 2021

Évora, capital del Alentejo portugués.

El Alentejo es la región más grande de Portugal, también la más despoblada y para muchos desconocida, alejada del turismo de masas de otras zonas como el Algarve o Lisboa. Sin embargo esta región es cautivadora y ofrece paisajes de gran belleza que se caracterizan por sus llanuras pobladas de flores silvestres y girasoles, ondulantes colinas, viñedos de color lima e impresionantes playas de aguas cristalinas y arenales kilométricos. En el interior de esta región, a una hora de la frontera con España, se encuentra su capital, Évora, una coqueta y monumental ciudad que merece la pena conocer. Nosotros hemos tenido el privilegio de visitarla recientemente y queremos compartir con vosotros nuestra experiencia.

Évora es una ciudad amurallada, por lo que el centro histórico es de pequeño tamaño, fácil de recorrer a pie y con posibilidad de ser visitado en un día. Nuestra visita se enmarcó en un viaje de vuelta a España desde la región de Lisboa, por lo que solo pudimos dedicar a esta ciudad unas horas, aún así fueron suficientes para conocer sus principales monumentos. Aparcamos en uno de los parkings gratuitos que se encuentran aledaños a las puertas de la muralla, en nuestro caso elegimos la entrada a la muralla más cercana a la universidad de Évora y al templo romano. Es posible acceder al recinto amurallado también en coche, pero todo el aparcamiento es de pago, y la distancia desde el otro aparcamiento son cinco minutos andando, por lo que no merece la pena. En nuestro camino en coche hasta el aparcamiento atravesamos el impresionante acueducto de Évora, construcción renacentista del siglo XVI construida para abastecer de agua a la ciudad. 

Después de aparcar, el primer edificio que nos encontramos en nuestro camino es el  de la Universidad. La universidad de Évora es la segunda más antigua de Portugal, después de la de Coímbra. Sus edificios están repartidos por todo la ciudad, pero el edificio principal es el colegio del Espíritu Santo, en el que de destacan su bello claustro, el salón de actos y la biblioteca. 

Desde el edificio de la universidad, a corta distancia, encontramos uno de los principales vestigios del pasado romano de la ciudad, el templo de Diana. De estilo corintio, fue construido en el inicio del siglo I d.C., y se sitúa en el centro histórico de la ciudad, más precisamente en el Largo Conde de Vila Flor, cerca de la Catedral de Évora, la Biblioteca Pública de Évora, del Fórum Eugenio de Almeida, del Museo de Évora y de la bellísima Posada de los Lóios (Pousada dos Lóios). 




Desde el templo nos dirigimos a la Catedral, cuya fachada, completamente construida en granito, impresiona. La construcción de la Catedral de Évora se inició en 1186 y fue consagrada en 1204, aunque no concluyó su construcción hasta 1250.  Su estilo es una   transición del  romántico al  gótico. Dentro destaca su claustro, por su belleza. Hay opción de subir a sus torres, pero nosotros optamos por no hacerlo. 






Desde la Catedral vamos paseando para buscar la plaza más importante de Évora, la Plaza del Giraldo. Esta plaza fue construida en el siglo XVI y tiene unos edificios muy bonitos a su alrededor. Presidiendo la plaza  se encuentra la iglesia renacentista de San Antón, construida en el siglo XVI y que junto a la catedral de Évora y a la iglesia de San Francisco completan este trío de templos religiosos importantes de la ciudad. Está construida sobre una antigua iglesia templaría. En la fachada destacan sus dos torres campanario. Tiene tres naves con capillas laterales, destaca en la capilla mayor, el retablo barroco, así como el frontal del altar, único vestigio de la primitiva ermita.




Enfrente de la iglesia encontramos el edifico del Banco de Portugal. En medio de la Plaza hay una bonita fuente conocida como el Chafariz de la plaza de Giraldo. La enorme fuente de mármol blanco que  data del siglo XVI. Uno de los conductos del acueducto de Évora traía agua hasta esta fuente y surtía de agua potable al pueblo. La fuente tiene ocho caños, que representan las ochos calles que confluyen en la plaza. 

Las arcadas de uno de los laterales de la plaza de Giraldo se construyeron para albergar y proteger los comercios que desde el siglo XVI han dado vida a la plaza. La plaza está dedicada a Giraldo, uno de los conquistadores cristianos que arrebataron Évora a los musulmanes en el siglo XII.

Desde la plaza nos dirigimos a la Iglesia de San Francisco, anexa a la cual se haya uno de los monumentos más peculiares de Évora, la capilla de los huesos. La capilla fue edificada en el siglo XVII por iniciativa de tres frailes franciscanos cuyo objetivo era transmitir el mensaje de la transitoriedad y fragilidad de la vida humana. Este mensaje se nos muestra de forma gráfica  nada más atravesar la puerta de entrada a través de una inscripción en la entrada: (“Nós ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos”)  “Nosotros los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos”. Sus paredes y sus ocho columnas están decoradas de huesos largos y cráneos cuidadosamente ordenados y pegados con cemento. El techo está hecho de ladrillo blanco decorado con diferentes motivos. Se calcula que el número aproximado de esqueletos necesarios para realizar semejante obra es de unos 5000, provenientes de los cementerios de las iglesias situadas en los alrededores.





La entrada a la capilla cuesta cinco euros por adulto, algo caro en mi opinión, ya que se ve en poco tiempo, pero hay la opción de una entrada familiar de dos adultos y dos niños o adolescentes, por 12 euros. Aún así es un lugar que no puedes dejar de visitar, por ser bastante curioso.  La visita incluye también una pequeña exposición de arte sacro y otra de escenas de belenes antiguos, pero nosotros no pudimos dedicar mucho tiempo a estas ya que la parada en Évora se había alargado mucho y nos quedaban aún muchas horas para de viaje hasta llegar a casa. 


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