lunes, 19 de febrero de 2018

Lucena. La perla de Sefarad.

Lucena fue en época musulmana uno de los núcleos de población más importantes del pueblo judío en España, de hecho estuvo habitada exclusivamente por judíos entre los siglos IX y XII, hasta el punto de conocerse como la Perla de Sefarad. Este pasado se puede adivinar en el trazado de sus calles.

Nuestra visita a Lucena se enmarca en el camino hacia Puente Genil. Llegamos por la mañana y dejamos el coche en un parking cerca de la iglesia de Ntrª Sra del Carmen, donde por 60 céntimos lo puedes dejar toda la mañana. Nos encaminamos por la calle Sta María Baja hasta el castillo del Moral situado en la plaza del Coso, en pleno centro de la localidad. Esta plaza o paseo, llamado en otros tiempos Plaza de España, era el centro urbano de la villa en época medieval. Cuando los marqueses de Comares residían en el castillo, el paseo o plaza era su patio particular, donde celebraban sus fiestas. Aquí se han celebrado justas, corridas de toros, actuaciones teatrales. Su nombre "coso" significa precisamente lugar donde se celebran festejos.

Iglesia Ntrª Sra del Carmen.


El Castillo del Moral es una fortaleza asentada sobre ruinas romanas y visigodas, data del siglo IX, surgió como defensa de los reinos musulmanes de Al-andalus ante los cristianos. Hoy se ha covertido en museo arqueológico y oficina de turismo. En ella estuvo encarcelado el rey Boabdil tras ser derrotado en la batalla de Martín González. En esta batalla, Boabdil puso sitio a Lucena, estando esta defendida por su alcalde, en el curso de la batalla las fuerzas musulmanas huyeron en desbandada, lo que hizo posible la captura de Boabdil que fue llevado prisionero al Castillo.



Aquí nos dan un plano de la ciudad y nos indican los principales monumentos y el horario, como el castillo tiene horario ininterrumpido hasta las 17 horas, decidimos ir primero a ver el resto de los monumentos que cierran al mediodia. Desde el castillo vamos a la cercana iglesia de San Mateo, donde destaca su capilla del sagrario de estilo barroco y su magnífico retablo manierista. La iglesia fue levantada sobre la antigua sinagoga mayor de Lucena y es el templo mayor y mejor conservado de los que se edificaron a principios del siglo XVI en la campiña cordobesa. La capilla del Sagrario se incorporó en el siglo XVIII, obra maestra del barroco andaluz.





La iglesia en estas fechas navideñas está engalanada con un precioso árbol de navidad y un Belén. Al salir de la iglesia, en la Plaza, hay un bonito belén con figuras a tamaño real. En uno de los puestos de esta plaza nos informan sobre la ruta de los belenes de Lucena, que al ser por la tarde no vamos a realizar.






Proseguimos hacia el Palacio de los Condes de Santa Ana, pero en el camino nos encontramos el edificio del Círculo Lucentino, antiguo palacio del marqués de Torreblanca. Edificio construido en el siglo XVIII en estilo romántico y comprado en 1868 para ser la sede del Círculo Lucentino.  El conserje se ofrece amablemente a enseñárnoslo y nos muestra todo el edificio, incluida la biblioteca, donde descubrimos dos magníficos ejemplares del Quijote, fechados en 1608 la primera parte y en 1618 la segunda.



Continuamos hacia el Palacio de Santa Ana, palacio barroco del siglo XVIII, que hoy es un centro de interpretación de Lucena, donde se pueden admirar también las piezas encontradas durante la restauración del edificio, como el precioso ángel durmiente. En su planta superior hay una exposición temporal de lego Starwar que mi hijo no puede dejar de visitar. El palacio se encuentra muy modificado en sus plantas superiores para albergar el museo, pero su espectacular escalera central con su cúpula merecen la pena ser visitados. Hay una leyenda asociada a este palacio.




Leyenda del Palacio Condes de Santa Ana.

A principios del siglo XX, el Palacio es adquirido por la familia Torres-Burgos. A esta familia le resultó extraño que los cinco espectaculares balcones de la fachada principal no se correspondieran con ninguna estancia interior. Por más que buscaban no lograban dar con esa estancia. Para averiguarlo llamaron a unos albañiles que descubrieron que una pared sonaba a hueca. El nuevo dueño dió orden de derribarla y para sorpresa de todos apareció un fastuoso salón de baile del siglo XIX. La familia se puso en contacto con el sobrino del último conde de Santa Ana que les relató el motivo de ocultar esta fastuosa estancia:

Según su relato, en el siglo XIX, el IV conde de Santa Ana  sorprendió a su esposa, doña Marina Fernández de Lincres, con su amante en este salón. El conde, cegado por los celos retó al amante y lo mató en esa estancia. Acto seguido dejó a su esposa encerrada en ese lugar tapiando todos los balcones y entradas de acceso. Se dice que doña Marina en venganza roció todas las paredes con su perfume para que su presencia nunca fuera olvidada. Murió allí, aunque posteriormente el conde arrepentido mandó derribar una de las paredes y darle sepultura en Granada, tras lo cual tapió de nuevo para olvidar el suceso. Cuando el Palacio se comenzó a restaurar en 2009, los trabajadores encontraron en los sótanos un hombre enterrado rodeado de crucifijos. Se presupone es el cuerpo del desafortunado amante.

Patio Palacio Santa Ana.


Cerca del palacio de Santa Ana se encuentra el Palacio o Casa de los Mora. Este edificio está anexo a la Iglesia de San Pedro Mártir de Verona, fue un antiguo convento dominico fundado en 1575 y que en 1836 pasa a formar parte de los Bienes Nacionales. El edifico conserva un magnífico patio manierista porticado con arcos de medio punto y columnas sobre basamento de pedestal. Hay en el centro de este patio una bonita fuente rodeada de jardín y palmeras. El resto del edificio está muy modificado y actualizado como centro polivalente para exposiciones, docencia y otros usos sociales. El acceso es libre y gratuito al igual que al Palacio de Santa Ana.



La mayoría de los edificios públicos e iglesias tienen un horario de mañana y tarde y cierran  entre las 13.30 a las 14 horas por lo que a esta hora decidimos ir a comer y dejar la visita al castillo para la tarde.

En nuestra comida tenemos una primera aproximación a la gastronomía cordobesa con sus magníficos vinos de la denominación Montilla-Moriles. La gastronomía lucentina tiene una clara raigambre campesina, aprovechando los productos de sus campos, como sus aceites de oliva virgen extra. Así, son típicos de esta zona la roña de habicholones, las albóndigas de boquerones (típico plato de cuaresma), la ensalada de naranja con bacalao y los bolos lucentinos, (mezcla de varias carnes con almendra, jamón,  huevo y especias). Entre sus dulces más tradicionales se cuentan los pestiños, gajorros o sopaipas.

Después de comer volvemos sobre nuestros pasos para visitar el castillo. En sus salas se recrea la historia de Lucena a través de diversas piezas arqueológicas y de recreaciones como las de la cueva del Ángel, importante asentamiento paleolítico pre-neandertal y neandertal y único datado en España como residencia permanente de homínidos durante más de 300.000 años.  Hay también una ambientación sonora que nos va informando sobre lo que vamos viendo y que acompaña gratamente la visita.



Además de recorrer las diversas salas del museo es posible también subir a la torre donde estuvo preso Boabdil y desde cuyo exterior se pueden disfrutar unas bonitas vistas de la ciudad y apreciar su situación estratégica en la ruta del Califato de Córdoba.



Por falta de tiempo no visitamos  el Santuario de Ntra Sra de Araceli y el yacimiento de la Cueva del Angel, que son también muy interesantes. En todas las iglesias hemos visto carteles sobre la semana santa de Lucena que nos dan una idea de la importancia de esta fiesta en la localidad.

Sin duda un visita agradable que nos ha ofrecido la posibilidad de conocer esta bonita localidad antaño tan importante culturalmente al ser un foco de sabiduría en la España medieval.

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