jueves, 14 de septiembre de 2017

Castillo de Canena.

Hoy os voy a hablar de un sitio muy especial para mí, es el castillo del pueblo donde nací. Aunque no es mio (ya me gustaría) le tengo un especial cariño y creo que merece una entrada en este blog por ser algo tan especial.



Para los que no conozcan Canena, os diré que se encuentra situada entre las ciudades de Úbeda y Linares, en el margen de la Nacional 322, en la provincia de Jaén. Este es un pueblo pequeño pero tiene mucho encanto para el visitante, contando con un balneario, un castillo del siglo XVI en perfecto estado de conservación, una ermita y una iglesia. Hay también unas ruinas de una construcción hidráulica romana, denominada  por los vecinos "el molinillo".



Una vez presentado el pueblo os voy a hablar de su castillo que es el objeto de esta entrada. 

Es un castillo de estilo renacentista, construido a encargo de Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I, por  Andrés de Vandelvira, uno de los grandes aquitectos del Humanismo. La primera cuestíón que llama la atención es por qué  Francisco de los Cobos optó por este emplazamiento para construir este castillo que algunos han relacionado, por su hermetismo, con el de la Calahorra, en Granada. Canena,  que debe su nombre a su ocupación, a principios del siglo XIII, por la tribu siria de la Banu Kinana, contó con un nuevo castillo levantado hacia 1477, sin permiso real, por Sancho de Benavides. Francisco de los Cobos compró en 1538 Canena y decidió crear aquí una mansión en que se conjugaran estructuras sólidamente fortificadas con refinamientos artísticos y estéticos, sobre todo en su interior.

De esta manera, en el mismo emplazamiento en el que en un principio hubo un encastillado romano, después una fortaleza árabe y un castillo "ilegal", se construyó esta fortaleza palacio para disfrute de su dueño y en la actualidad para orgullo de todos los caneneros. 

La planta del castillo es cuadrada, tiene dos grandes torres que protegen los ángulos de la fachada principal y otras dos, de menor envergadura, en la parte opuesta, todas ellas circulares. Sobresale la torre del homenaje, de planta cuadrada.










La portada presenta una estructura un tanto arcaica, no exenta de encanto. Abre con arco de medio punto peraltado, que flanquean pilastras corintias sobre plintos, friso con grutescos y cornisa sobre la que se levanta otro arco de medio punto que acoge los escudos de don Francisco de los Cobos y doña María de Mendoza, rematados con casco y cimera. A sus lados, fantásticas figuras de tenantes con la mitad inferior de sus cuerpos transfigurados en ala y vegetación. Exteriormente la rematan tres flameros y se conservan las ranuras para levantar el antiguo puente levadizo.




El patio es uno de los elementos más claramente renacentistas, cuenta con escalera claustral y cinco arquerías de medio punto en cada uno de los lados. En la galería inferior las arcadas son jónicas. La galería superior, también jónica, repite la estructura adintelada, con la peculiaridad de grandes zapatas sobre las columnas que apoyan en plintos decorados con motivos militares y la bordea una barandilla de balaustres.









El Castillo fue declarado monumento nacional en 1931. Perteneció a los marqueses de Camarasa, descendientes de Francisco de los Cobos hasta 1946,  fecha en la que fue adquirido por Luis Delgado con la idea de demolerlo y aprovechar la piedra para construir  un colegio en Úbeda. Gracias al movimiento iniciado por María Ortega, entonces estudiante de magisterio,  no pudo llevar a cabo su proyecto por lo que lo vendió a Mr.George Kay Wright, (conocido en el pueblo como "el inglés"). El señor Kay lo vendió a su actual propietario, Luis Vañó en 1985, realizando este una gran obra de conservación del edificio.


Al ser de titularidad privada las visitas están restringidas, solo está abierto al público los lunes por la tarde de 4 a 7. La entrada es libre en esta franja horaria pero solo hay acceso al vestíbulo, el patio central y una visión a través del cristal de la capilla y la cocina. Aún así es un bello monumento que merece la pena visitar si pasáis por este bonito pueblo que está camino de muchos sitios.


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